La nota que Alan Mills ha subido a su blog (Revolver) respecto a la marcha en contra del presidente Colom de la cual fue testigo, me ha traído a colación el ensayo Simulacro y Simulaciones, del filósofo francés Jean Baudrillard (1929-2007). A continuación, los fragmentos que considero coincidentes con lo que acontece en Guatemala y por qué no, en Honduras:
"La única arma del poder, su única estrategia contra esta derrota, es reinyectar realidad y referencialidad en todos lados, para intentar convencernos de la realidad de lo social, de la gravedad de la economía y las finalidades de la producción. Para ese propósito prefiere el discurso de la crisis, pero también - ¿por qué no? - el discurso del deseo. "¡Toma tus deseos como realidad!" podría entenderse como el slogan definitivo del poder, puesto que en un mundo no-referencial incluso la confusión del principio de realidad con el principio de deseo es menos dañino que la hiperrealidad contagiosa. Uno permanece entre principios, ahí el poder siempre tiene razón".
"Al estar históricamente amenazado por lo real, el poder arriesgó la disuasión y la simulación, desintegrando toda contradicción a través de la producción de signos equivalentes. Cuando es amenazado hoy por la propia simulación (la amenaza de desaparecer en el juego de signos), el poder arriesga lo real, arriesga crisis, juega con la remanufacturación de las bases artificiales, sociales, económicas, políticas. Esta es una cuestión de vida o muerte para él, pero es tarde.
De ahí la histeria característica de nuestro tiempo: la histeria de la producción y reproducción de lo real".
"El poder también por algún tiempo ya no produce más que signos de su propia semejanza. Y al mismo tiempo, otra figura de poder entra en juego: la demanda colectiva por signos de poder - una unión sagrada que se forma alrededor de la desaparición del poder. Todo el mundo pertenece a él más o menos con miedo ante el colapso de lo político. Y al final, el juego del poder no resulta ser más que la obsesión crítica con el poder - una obsesión con su muerte, con su supervivencia, cuanto mayor más desaparece; cuando ha desaparecido por completo, lógicamente estaremos bajo el completo hechizo del poder -, un recuerdo cautivador anunciado ya en todas partes manifestándose en un lugar particular, y al mismo tiempo la compulsión para librarse de él (nadie lo quiere ya, todos lo descargan sobre otros), y el aprensivo lamento sobre su pérdida".
"La simulación es infinitamente más dañina, puesto que siempre está sugiriendo que la ley y el órden en sí mismos podían realmente no ser más que una simulación".
"El reto de la simulación es irredimible por el poder. ¿Cómo puedes castigar la simulación de virtud? Y aun así es tan seria como la simulación de un crimen. La parodia hace la obediencia y la transgresión equivalentes, y eso es el crimen más serio, dado que cancela la diferencia respecto a la que la ley está basada. El orden establecido no puede hacer nada contra ello, puesto que la ley es un simulacro de segundo orden mientras que la simulación es de tercero, más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de las equivalencias, más allá de las distinciones racionales sobre las que funcionan el poder y lo social. Así pues, fallando en lo real, es aquí donde debemos apuntar al orden".
Nota de Alan Mills, poeta guatemalteco, a continuación:
1. Después del shock al que la sociedad guatemalteca se vio sometida a través del mundialmente famoso “video Rosenberg”, es posible ir viendo cómo poco a poco emergen las nuevas reflexiones e hipótesis (ampliando, matizando y hasta contraviniendo la especie de un torpe crimen orquestado desde el Ejecutivo). La entrevista de la periodista Claudia Méndez al personaje que distribuyó el video incriminatorio es sencillamente esclarecedora. Resulta curioso que estos materiales no han sido difundidos por los colectivos pro-democráticos (¡y espontáneos!) que ahora han nacido como extrañas setas en el pastizal.
2. Pasaba por pura casualidad por el centro de la ciudad de Guatemala, cuando me topé a una fracción del llamado “Tsunami Blanco”, los manifestantes que exigen justicia por el deplorable asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg. Un bloque de dicho conglomerado parecía de verdad compungido y hasta sinceramente triste y esperanzado en un cambio. Respiré con tranquilidad, casi contagiado por el espectáculo democrático y la búsqueda de justicia que emanaba del rostro de varios jóvenes. Cual sería mi sorpresa al encontrarme con unas personas que encabezaban dicha marcha, gente de evidente alcurnia y vestidos con el blanco de la pureza, insultando acremente a una pobre mujer, una señora humilde que seguramente alguna vez les limpió la casa, o les sirvió la comida, o les cuidó a sus hijos. “India shuca”, le gritaban, con una rabia que me dejó frío.
3. El futuro de dichas marchas, deduzco, está en relación directa con una toma de conciencia radical de la situación: qué oscuros intereses se defiende como “tontos útiles” (en palabras de Andrés Zepeda) y cuáles son las reivindicaciones reales que se exigen en calidad de ciudadanos de pleno derecho (el final de la impunidad en el país).
4. En las calles cercanas a la marcha también recibí unos volantes donde decían que el nombre “Colom” resulta del anagrama de “Moloch”, nombre de una entidad maligna, habitante del reino de las tinieblas. Otro repartía volantes con el eslogan “los buenos somos más”.
5. Por uno de esos azares enigmáticos y reveladores, llevo en las manos un libro de Rudolph Steiner, donde el autor asegura que nuestra era de absoluto materialismo (donde el dinero y la imagen son los principales valores) representa el temporal ascenso de Ahriman (también llamado Moloch), quien lucha por convertir al mundo en una máquina. Por lo que veo a mi alrededor, esta entidad demoníaca se encuentra convenientemente repartida y palpita en los rostros de odio maquínico que distingo a mi paso. La presente proliferación de carísimos anteojos oscuros por las calles de la ciudad, aparece ahora develada en mi sique como un deliberado oscurecimiento de la mirada.
6. El sentido común de Jaime Bayly respecto al caso Rosenberg es tan arrollador como honesto. Y veamos que al peruano no se le podría acusar de “parcialidad ideológica” a favor del gobierno de Guatemala. Creo que Bayly ha visto las cosas como ahora intento hacerlo, con el más puro sentido común y hasta con cierto cinismo frente a la espectacularidad posmoderna del asunto y sus posibles beneficiarios.
7. Leo la reciente entrevista de Marta Sandoval a Francisco Goldman, autor de El arte del asesinato político, un libro clave para entender la situación actual. Me llama la atención una de sus respuestas, me inspira y la comparto:
“Cuando tomas todo bajo consideración –la historia, las realidades cotemporáneas– el mundo le debe a Guatemala un poco de amor”.
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