martes, 1 de agosto de 2017
Carlos Ciro - Colombia
en el sueño
un río de piedra
me conducía al mar
no soy ya
quien fui entonces
y
ahora
todo es antes
y anhelo
glacial quietud
oscuridad
espuma de ola en playa de basalto
media vida
desatando este nudo
para volver a soñarlo
algo me precede
dentro de mí
algo que transita
mis tránsitos
aquello que quiso
contener mi nombre
bajo su piel de líneas
entre sus agujeros de sed
esa letra que se desvanece
en el rostro
esa flor de lo breve
el instante
anhela permanecer
sin devenir precedente
y todo justo aquí
en la escritura
donde la vida trenza los trazos
donde la vida tensa cada borde
ahuecando la grieta
para tenderse
para regresar
a la nada
algo hormiguea
bajo cada roca
lo posible
algo se ahueca
sobre cada nube
la espera
algo se tiende
entre
lo posible y la espera
el poema
roca que hormiguea
en la nube
la verdad tal vez
sea algo turbio
como esos manantiales
brotando entre el barro
escondidos
bajo árboles al vaivén
del viento
la verdad nada tiene que ver
en la trizadura de una rama seca
que cae de un árbol viejo
ni con sus trozos
desperdigados sobre un suelo indiferente
como estas palabras
que no buscan certeza
escribir
cribar el grano
que apenas refulge
saltar una y otra vez
la misma grieta
hasta resumir sus riberas
hasta rezumar su oscuridad
y conquistar la sed
mientras cala la espera
en un nombre que nos borra
escribir es el tránsito
hacia el otro origen
que nunca nos retorna iguales
escribir
cribar el grano
que habrá de devorar la noche
y aún
todo tránsitos
la agotada quietud del gesto
que permanece
la gota que tiembla
en el borde del tejado
ya toda dispersión
y chasquido
corpórea toda ausencia
la tibieza del silencio
en la esquina de la luz
donde no habitas
es mi patria
la oquedad de tu palabra
buscando un resquicio de aire
en el umbral del sueño
la fría transparencia
de una lágrima
bajo el fuego sosegado
del párpado febril
cruzo tu sombra
y soy yo quien me extingo
desgastar
tornar más angosta cada palabra
hasta borrar el lenguaje
hasta someterlo a su silencio
dije que era hermosa
la palabra nada
contemplaba su superficie desde dentro
no sabía de un cielo despoblado
ni contemplaba
el vientre incomprensible
del vacío
dije una vez más
la palabra nada
saboreé su doble vocal
y elevé sus consonantes en el aire
la horizontal levedad de su figura
hasta mi disolución
sumergirse en la inquietud
buscar un lugar en ella
en la atiborrada vida
y en su lucidez
de noches y relámpagos
deslizarse hacia el margen
en el incendio nervioso
del viaje a través de sí mismo
deshacer de un tajo
la docilidad
de lo efímero que permanece
hender el aire
con la palabra
que todo reúne
en la piel
como la fiebre
que disocia
el alma en almas
escribo
para inventarte entre la nada
un filamento tras otro
tu contorno
tu señal huidiza
en la exactitud del nombre
te recorro
con mi vida en el fuego
de tus palabras precisas
de silencio o de sangre
en la férrea eternidad
del aire que se lleva el humo
dime ahora
tu palabra tejida
ese agua más lenta
en la hoja de sal de tu lengua
dime ahora
la palabra que corona tu seno
la límpida piedra
que arrasa la tiniebla
de este combate interminable
de ser para calcinarse
retengo
–inmóvil mi mano–
la unánime savia de un nombre
el silencio
–hechizo de lo disperso–
es un dios
que se regocija entre palabras
gotea
imperceptible
el tiempo
y no logro descifrar
la cegadora tersura
de esta hoja
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