No me había percatado. Hasta ayer. Las palomas vienen cada mañana a deslizarse al tragaluz. Creí que eran mis ganas de volver lúdico el inicio del día pero, al verlas aterrizar una y otra vez en permanentes revoloteos, me di cuenta que el juego ya lo tenían ellas sin necesidad de mi incrédula observación humana. Las esperé, hice la prueba y me di cuenta, por igual, que en la imagen se desplegaba un viejo pergamino que hacía que la cámara, más que captar una escena, dibujara como en los viejos manuscritos chinos. En segundos quise creer que lo era... y el vuelo firmó lo demás.
martes, 1 de diciembre de 2015
Avecillas - Fotos Fabricio Estrada
No me había percatado. Hasta ayer. Las palomas vienen cada mañana a deslizarse al tragaluz. Creí que eran mis ganas de volver lúdico el inicio del día pero, al verlas aterrizar una y otra vez en permanentes revoloteos, me di cuenta que el juego ya lo tenían ellas sin necesidad de mi incrédula observación humana. Las esperé, hice la prueba y me di cuenta, por igual, que en la imagen se desplegaba un viejo pergamino que hacía que la cámara, más que captar una escena, dibujara como en los viejos manuscritos chinos. En segundos quise creer que lo era... y el vuelo firmó lo demás.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario