Hace más de treinta años – un
poco más, un poco menos – se organizan y publican antologías de escritores
negros brasileños. Muchas de esas obras también han sido ó son editadas en el
exterior, unas financiadas por universidades, otras por firmas editoriales
atentas al mercado. Grosso modo, la literatura negra de exportación ha despertado
el interés de lectores de Estados Unidos y de Alemania. La atención para esa
producción proveniente de parte de pesquisidores, académicos y lectores
obstinados, sea del área de estudios culturales, sea del área de la literatura
propiamente dicha, renueva el apetito inventivo de los escritores ya conocidos
y de los que se encuentran aún en sus primeros movimientos. Por otro lado, es
notable cómo esas recurrentes colecciones, dependiendo del parti pris de lectura del organizador, sirven tanto al mantenimiento
y a la consagración de nombres y temas relativos al asunto, como proveen nuevas
perspectivas interpretativas al propósito de las fuerzas involucradas.
Desde la década de 1980,
acompaño el surgir y la continuidad de esas antologías. Tomando como puntos de
referencia de ese recorrido libros como A razão da Chama (1986) y O negro escrito (1987), ambos
organizados por Oswaldo de Camargo, pasando por las perdurables colecciones
auto-gestionadas de los Cadernos Negros
(copyright Quilombhoje, de 1978 hasta ahora) y llegando a la monumental obra Literatura e afrodescêndencia no Brasil:
antología crítica (Ed. UFMG de 2011, que además de una centena de escritores negros,
reúne 61 investigadores de 21 universidades brasileñas y extranjeras), arriesgo
afirmar que, en buena medida, lo que se está tratando en esas obras es el
esfuerzo de establecer, a partir de la deferencia, de un territorio escritural
étnico-político en el cuerpo mismo de la literatura brasileña. En éste sentido
es que muchas veces nos referimos a una “vertiente negra en la literatura
brasileña” como si fuera una suerte de contraveneno.
Digamos que hasta Literatura e afrodescendência no Brasil (debido
a su alcance la obra tiende a ser plural) me parece que el trazo distintivo de
tales antologías es el de adecuación de los textos negros a la construcción del
concepto. Los poemas, la mayor parte de las veces, siempre combativos, conforman
una secuencia discursiva. En esas colecciones, los escritores presentan temas y
lances textuales que denuncian un punto de vista culturalmente identificado a la
afro-descendencia. Las voces textuales se diferencian más en el tono de que en
las formas expresivas. Por eso mismo, la lectura de algunas de esas antologías,
me causa la reiterada sensación de cosa vista y repetida al extremo. El tono
del colectivo se proyecta sobre la irreductibilidad y lo idiosincrático de lo
individual. Sin embargo, la poesía tiene
a ver más con el disenso de que con la necesidad de estrechar filas.
Y es la actitud crítica e
intrépida en relación a eso, que me
agrada en la colección poética Ogum’s
toques negros (2014). Identifico en el conjunto cierto astillar, la noción
de que la supuesta unidad esencial de la producción negra en ámbito literario
puede revelarse en verdad un espejo roto cuyos fragmentos constelares jamás se
unirán. La colección organizada por Mel Adún, Guellwaar Adún y Alex Ratts nace sobre el signo estético de la transnegresión, es decir, esa
palabra-montaje creada por el poeta Arnaldo Xavier que a través de ella
reivindicaba el derecho a la invención para la producción de los artistas
negros, pero no en desmedro del texto contundente que pretende responder al
horror de lo real; no. El lema transnegresor
subyacente a la colección Ogum’s toques negros convida al lector a percibir que la autonomía
estética y la radicalidad expresiva no excluyen la denuncia ni la
problematización del racismo mientras perspectivas literarias y que, por lo
tanto, las formas significantes no visan llenar vacíos con esperanza de vislumbrar una cohesión
original e inescapable entre los escritores.
Ogum’s toques negros relaciona
algunos veteranos de la literatura negra (Éle Semog, Miriam Alves y José Carlos
Limeira) con jóvenes poetas dispuestos a fastidiar las piezas de ese ajedrez de tal manera que el
tablero adopte otra configuración y nos predisponga a nuevos movimientos. En
esa perspectiva, llamo la atención del lector para algunas transnegresiones, de determinados trabajos de la colección, llevadas a cabo por eses autores en la
estructura compositiva: evoco, por ejemplo, los poemas de Ari Sacramento que
cantan a la musa homo-afectiva en pauta coloquial-irónica o satírica, la reversión intertextual producida por Mel Adún en ese canto paralelo que es su
poema “Vou me embora para Oshogbo” y donde devora por dentro la mítica “Passárgada” de Bandeira; los filosofemas
de
la deriva
en la poesía de Dú Oliveira que se entrega a los seixos (guijarros)
silenciosos del tiempo; los versos (des)medidos, libres hasta la médula del
rebuscamiento métrico de Alex Simões; el puño sereno y contenido con que
Henrique Freitas aprieta la caracola del poema, sus cortes concisos; la
desmesura determinada, el poema a los saltos, los negros espacios infinitos del
canto de Guellwaar Adún; las ofrendas a la manera de poemas de Lívia Natália,
versículos expansivos resueltos en firme imaginación; y por fin, los nombres en
sí, la escasa adjetivación, el poema sin parábola, sin inútiles curvas, las
palabras con que Alex Ratts fabrica su concentrada narrativa y que forman la
propia imagen-pensamiento de lo narrado.
Hay otros poetas en la
colección y que no son desdeñables, entretanto yo no podría dejar de destacar
aquellos que me parecen los más relevantes, teniendo en vista –por así
decir- la perturbación del acervo. Asumo
mis opciones sin problema. Que el lector se sienta cómodo para reflexionar y
replicar con relación tanto a los demás escritores reunidos en la colección,
como a todo lo que afirmé temerariamente en ésta reseña. Entonces, interrumpo por aquí mis comentarios
con la convicción de que ese mismo lector cumplirá su parte en el juego
estético-crítico leyendo, espero, el libro en causa y formando sus propias
conclusiones.
[1] Ronald Augusto es poeta, músico, letrista y crítico de poesía. Entre
otras obras, es autor de: Confissões Aplicadas (2004),de Costas
(2012), Decupagens Assim (2012), Empresto do Visitante (2013) e Nem raro nem
claro (2015). Despacha en blog www.poesia-pau.blogspot.com y escribe quincenalmente aquí http://www.sul21.com.br/jornal/
No hay comentarios:
Publicar un comentario