martes, 16 de junio de 2020

Cave Canem




El poeta trágico de Pompeya quiso tener un perro de mosaico. Se suponía que amedrentara para que lo dejaran escribir en paz, pero todos se acercaban a su puerta y comentaban sobre la belleza que ahí ladraba, señalaban cada detalle de aquella maravilla y resaltaban su bravura contenida.
“La furia también es paciente’’– se decían- “La furia del poeta ladra en silencio” – decían otros- y el perro se tensaba listo para despedazar la tarde.
Pasaron los temblores
las cenizas
los bombardeos sobre Pompeya
y los trepidantes turistas se preguntaban
qué obra sobrevivió del trágico poeta.

Ese es el momento en que el guía responde: nada, no sobrevivió ningún escrito,
sólo dejó al perro cuidando que nadie lo molestara.

F.E.


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