En espera de la tormenta Dorian se pueden pasar de largo los huracanes más precisos: la declaración ayer de Macrón, presidente francés, aseverando que está llegando a su fin la hegemonía de occidente, que Trump le haya cortado las alas a los halcones respecto a Irán y China y Siria y... bueno, con Venezuela continúa ya que no pierde de vista la ley pétrea de la doctrina Monroe. El otro huracán de fuego avanza sobre el planeta, desde la Amazonía hasta Uganda, desde Borneo hasta Honduras, nombres y nombres y nombres de criminales al mando de las políticas forestales pasan con amarga alevosía, casi con pasos de brazas ayudando a atizar lo que le cambio climático ya tiene preparado. Así va el asunto, nada errático como la tormenta Dorian sobre Puerto Rico, nada que ver, diría que camina metodológicamente preciso.
Mientras tanto, recibo dos gestos de hermandad que son casi una mano en el hombro que me pide retomar la esencialidad del asombro. En parte son poemarios que traje de Costa Rica y Honduras, y en parte son gráficas alegrías o textuales honras. Me he dedicado a leer -cuando la universidad me lo permite- cada poemario que me fue dedicado, y digo que leerlos significa leerlos de cabo a rabo. Es signo de respeto hacerlo, cortar de raíz la banalidad esa de acumular trofeos de la amistad y no entrarle a fondo al contenido y al auténtico diálogo que significa que nos obsequien un libro ¿Se buscan los festivales para este diálogo textual a fondo? No, he comprendido que los festivales son una coincidencia portentosa o los cónclaves fundamentales para trasegar el pensamiento poético inter pares. Lo de la didáctica creo que paso (esta vez sí, como Dorian), las campañas de lecturas en colegios de secundaria, paso, las asistencias a eventos que se perfuman con la presencia del poeta, paso, los eventos que son fines en sí mismos y no para la poesía, paso. Ya estuvo bueno.
Aquí parte del rastro de los últimos dos meses:
A Fabricio Estrada (texto del poeta salvadoreño Noé Lima)
Desde El Carrizal
Hasta El Vino te vieron llegar
Con un sapo moteado en la mochila para detener el lamento del ciruelo
El imaginario juicio de la lluvia en la copa de los árboles
Que la vida es sólo una partitura para ser leída por la humedad del rocío
Te vieron llegar como Graves
“Lleno de muchas formas”
Con un pañuelo de arena en el cuello
Con una arpa de vidrio como escudo ante los temporales
Y una estrella de sal en la mirada
Para poder domar a los helechos
Al manómetro que tiene la medida de las nubes cuando rezan
Lo hicieron con la censura del incendio
Como el duro abrazo del árgoma al recordar a tu padre
La mirada de abedul de tu abuela
(que como toda abuela lo cura todo)
El empellón de la rodilla
La escarlatina apedreada por las crayolas
Hasta el olor de la pólvora
Lo hicieron créeme
Como cuando halagamos a un poeta
Con su laminado tren corcho antes de morir
Y su pezuña de granizo cuando grita
Como Graves
Así te vieron llegar a esa Sabana
Con los cenicientos poemas que terminan siendo una despedida
Para tu hijo
Para tu sombra de duras escaleras
Acribillada por la yema pálida del astro
Con su rostro de niña muerta
Como Graves con sus circulaciones de invierno bajo los huesos.
de su blog: https://dedicartpoem.blogspot.com/2019/08/en-la-altitud-de-la-sabana.html?m=1&fbclid=IwAR3el8EIEOn8pBPPUpOoiJtL7x9-2XfsXi0vLwIWET-IMNlQU_I8u00R_Bg
No hay comentarios:
Publicar un comentario