martes, 14 de agosto de 2018

Las Crónicas del Capitán Snorkel 1 - Fabricio Estrada



Con el mar
me he hecho
un ataúd
de frescura.
G. Ungaretti – Vida de un hombre.

Conocí hace mucho tiempo una estatua de sal¿Su mayor pecado? Volver la vista al mar.
Sodoma y Gomorra eran en verdad el paraíso junto al mar. Todas las cortinas lamen el vacío que habita las casas. El viento es tan lascivo como ellas.

 Habito sobre una alfombra de hormigas y a pedazos me llevan. Así he conocido el pequeño hilo de oscuridad que se enreda en las calles, los andamios bajo los árboles, el cielo azul dentro de las botellas rotas en las cantinas.

 Sodoma y Gomorra eran en verdad un paraíso junto al mar. La ciudad pasaba y entonces nacía mi mayor deseo: un pecaminoso impulso de lamerla.

El mar siempre es aquello que pesa en la espalda.

Es como llevar un espejo en la espalda.


I

Sin ceremonias
vuelven todas las palomas puestas en libertad por Noé. Un escollo frente a la playa divide aquel mar que vi por primera vez de este oleaje nada fugaz ni premonitorio. Puestas mis manos sobre la arena
voy siguiendo la curva en esta orilla, bajo hasta el Orinoco y palpo el rastro de aquellos que vinieron saltando en busca del jade.
Los mayas tuvieron noticias de ellos y ellos de los mayas, se buscaban tensando todo el arco antillano
obsequiándose islas o arrecifes, señales para no perderse. ¿Qué traigo yo para un verde más verde?
¿La primera llama del monumento al pirata desconocidoLos cruceros-tan enormes- marcan los nudos del tiempo. Nos desplazamos en rumbos contrarios. Borinquen deriva hacia el norte y ellos hacia la nada. ¿Quién, si no soy yo, es el que hunde las manos como se hace en una canoa sin remos?
Un barco de estos cruzó mi pueblo maniatado como delfín enfermo. Aquí cruzan por todos lados
y rozan los costados de la isla por largas millas. Hay quienes abandonan la nave y se sumergen
en ese viaje hacia la nada, van en otras mitades y aprenden otras lenguas.
 Pienso en calamares gigantes ¿Dónde encuentro el que vi un día, monstruoso, en las antiguas cartografías de Piri Reis? Hay mapamundis que jamás ubican a Borinquen pero el de Piri Reis
en pleno siglo XV sabía darle tierra a lo incierto, la ubicaba, sabía Piri Reis, desde su casa en Estambul, cuánto espacio crean los tambores en medio del mar, hacía los mapas según el eco se confiaba a las imágenes de un delfín. Un escollo divide la ola mansa de la furiosa. Las palomas son nuestras, muy mías. Son las que lanzo hacia esa nube en jirones que tiene la forma de Honduras.




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