martes, 13 de febrero de 2018

Honduras: Una digresión sobre el militarismo



En una plática que tuve con Rafael Murillo Selva, hace unos meses, en San Juancito, Honduras, mientras estábamos en el puro silencio reflexivo hacia el paisaje montañoso, surgió el tema de otra plática que ya había tenido con Johny Anderson y Edgar Soriano, acerca de la naturaleza y sobre lo que me intriga del cómo influye, limita o condiciona el paisaje en la conciencia política o metafísica de un país o de un conglomerado. En esa plática que sirvió de enlace con la que tuve con Rafael, yo les hablaba de la majestuosidad del paisaje escénico hondureño y del cómo posiblemente influyó en el carácter del habitante originario pre-colombino. Hacía paralelo, en ese momento, con lo que los bosques celtas y germanos provocaron en el espíritu de aquellas viejas naciones guerreras y también en la subsecuente religión druida; les decía que los bosques hondureños debieron provocar una contemplación profunda y que los pueblos que habitaron el territorio tuvieron que ser muy sabios. Todo esto viene a colación luego de encontrarme un pasaje de Masa y Poder de Elías Canetti donde caracteriza la personalidad de diferentes naciones europeas según el entorno en que se conformaron.

Habla Canetti de los ingleses y de los holandeses como los más cercanos a la identidad masiva del mar -es curioso que no tome ejemplo de portugueses y españoles en la misma forma (1)- y hace la diferenciación en que el inglés, según su observación, "va a buscar sus catástrofes al mar" mientras que los holandeses se buscan proteger del mar. "Los ingleses conquistaron su isla, pero no se la arrebataron al mar. Al mar lo somete el inglés con sus barcos solamente, el capitán manda sobre el mar. La tierra que habita el holandés, por su parte, tuvo que empezar por ganársela al mar". Así lo dice. Luego hace una caracterización de los alemanes en la que hago paralelo -cuidando las debidas distancias, por supuesto, tanto en historia como en productos sociales- con las reflexiones de Rafael Murillo Selva aquella tarde en San Juancito, ahora equidistante a la ciudad que habito, San Juan. Murillo Selva creaba una caracterización del hondureño, entonces, con su mirada fija en los pinares de la montaña frente a nosotros.
Me recordaba que el 22.3% del territorio hondureño está cubierto de bosque de conífera, siete especies de pinos, para ser exactos, lo que hace que el pino no sea la especie de bosque que más cubra a Honduras (2), eso le corresponde al Bosque húmedo tropical que abarca todo el litoral atlántico. Murillo se concentró en el entorno de coníferas, entonces, y me decía que así como es de adusto, recto, sin adornos, enjuto y estrictamente huraño como el pino y sus agujas, como el pino que se asienta y crece sobre piedras y a despecho de las laderas -lo que es una muestra de su persistencia y resistencia- así es la personalidad colectiva y metafísica hondureña que habita la zona de coníferas, muy diferente al que habitaba y habita el bosque seco del sur que tiene otro tipo de reflexión ante el paisaje semi-desértico, muy pero muy diferente al poblador del bosque húmedo y selvático de la costa norte , donde, utilizando palabras de Canetti para describir la selva "el ojo se pierde en la cercanía" dentro de "una masa caótica, inarticulada, animada por una vida enormemente variada, que excluye cualquier sentimiento de norma y repetición regular".

Hago este preámbulo para llegar al punto asociativo que buscaba antes que llegara al recuerdo de esa plática: la mentalidad militarista o la cultura militarista hondureña. Siguiendo el hilo, me atrevo a decir lo siguiente basándome en datos del propio ejército que hace un par de años vi en su programa Proyecciones Militares: el mayor número de reservistas del ejército proviene de la zona del bosque de conífera del territorio (occidente, centro y nororiente), además que la distribución del mayor número de batallones se ubica en esa franja, precisamente, que corresponde a la zona natural de defensa territorial ante las fronteras con El Salvador, Nicaragua y Guatemala. Eso incluye al bosque seco. La elección disciplinaria o regimentaria a la que se inclina el poblador de la zona norte es hacia la Fuerza Naval, correspondiente a otros códigos y sin embargo más abierta como exige el mar y su horizonte, contrario a la apretada formación del bosque de conífera.

Elías Canetti continúa su caracterización con los alemanes: "para el alemán, y sin que tuviese una clara conciencia de ello, el ejército y el bosque acabaron identificándose de todas las maneras. Lo que para otros pudiera tener el ejército de árido y desolado, tenía para el alemán la vida y la luminosidad del bosque. No sentía miedo en él; se sentía protegido, uno entre muchos otros. La rigidez y verticalidad de los árboles las convirtió el alemán en norma para sí mismo". Sin duda, en este pasaje hay un nexo con lo evocado por Murillo Selva-Canetti -permítaseme esta posibilidad de nombre sin menoscabo del uno ni del otro- y las reservas espirituales y morales que conforman el Espíritu de Cuerpo del ejército hondureño. Quizá por eso, tomando los eventos pos-fraude electoral como una muestra, es que hayan sido los pobladores de la zona norte los que más acciones de arrojo y resistencia han tenido ante el solo pensamiento de perder una libertad ya natural en ellos, no así gran parte de los pobladores de "la zona conífera", que se han alineado a la dictadura de juan orlando hernández en su mejor expresión dual, electoral- militar, que es a lo que convoca, de manera rígida y huraña el partido nacional. Ante esto, creo que el símbolo auténtico que debería usar el partido nacional de Honduras en su bandera es la silueta de un pino, y no una estrella, el eterno símbolo que las culturas marítimas irredentas han usado siempre para orientarse en la inmensidad de la historia.


F.E.


(1) Masa y Poder, Elías Canetti, Obra completa I, Editorial Debols!llo, pag. 276-277.
(2) http://www.hondurasnatural.net/tipos-de-bosques/

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