viernes, 30 de octubre de 2020

Sabrina Ramos Rubén - Puerto Rico



 Más que leer estos textos, siento el crepitante y minúsculo trazo de la pluma sobre las rugosidades del papel, como si Sabrina me permitiera acercarme lo más posible a las estructuras que sostienen la palabra poética, el sustrato donde nace la forma y las filigranas de la contemplación. Con una sensibilidad atenta a cada siseo, Sabrina puede distinguir -a través de la poesía- cuándo el viento atraviesa un ramaje y cuándo lo hace a través de los campos cultivados de cebada. En una mirada inversa al horizonte huidobriano -los caballos agrandándose cuando se alejan-, estos poemas crean una escala donde los hechos cotidianos que buscan alejarse en el silencio se agrandan y adquieren presencia totémica. Con todas las sensaciones de la poesía oriental, Sabrina nos brinda un recorrido museográfico a las levedades muchas veces impalpables de una rotunda piedra cubierta de musgo: la poesía.


De su poemario "Charco Hondo":

SECO EL VIENTO,

sopla, leve, a través de los ladrillos.

El trigo tiembla impaciente en las orillas

de la desembocadura de un río.

 

Escucho el discurrir de los cangrejos de agua dulce

en los canales

que inundan la cebada de los cultivos.

 

 

HACE TIEMPO HE MIRADO LA SOGA,

cómo sus vellos

raspan la espesura de la piel.

He mirado mi rostro

en las aguas que moran lo terso y profundo

del pozo

y vuelvo a preguntar

sobre aquella oscuridad que desciende por el túnel rocoso.

Un ruido desolado

retumba suave

y desciende escaso en el albor.

 

 

TUS DEDOS MANSOS

como un gamo que se acerca

y bebe en las orillas.

Uno de sus cuernos

perturba, leve,

la corriente.



AYER ENCONTRÉ UN NOMBRE EN LA ESPUMA;

el estruendo del agua era tan duro como tu memoria.

 

Niño antiguo del desierto:

la corriente clama años de ausencia.

Gotas violentas caen

sobre los caracoles negros de tu pelo.

 

Entre el río y mi centro

hay leguas de piel vieja y cicatrices

sobran grasas y cenizas

en mi vientre

para un sorbo de agua del olvido.

 

 

TIEMBLAN LAS LUCES AMARILLAS

en el terror de extraviar el horizonte constante del mar.

 

Estudio los efectos ópticos de la distancia

de cómo se ofuscan las cosas más sencillas

y pequeñas.

 

Cuando lo que juras tuyo se ha escurrido en la niebla,

el salitre carcome túneles huecos bajo la tierra

y el oleaje invade las columnas de caliza.

La quietud devora hasta el silencio.

 

 

 

COMO CUANDO SE DESHILA UN SACO

y se esparcen todos los granos en el suelo.

Así brota tu belleza.

 


LA POBREZA Y EL EXTRAVÍO

la bota violenta,

el lodo en la piel

cohabitan

con el querer escuchar

cada día lo mucho

que te gusta el olor

de la plancha sobre la tela.

Pesa la carencia

al lado de tus abrazos en vuelo.

 

 

CAMINAR EL DOLOR

como los pájaros

moran en las cavernas

 

y vuelan con los insectos

al caer la noche.

 

 

HAY UN FOSO ESTRECHO

lleno de agua

hasta el centro del planeta.

Hay paredes altas,

horas impenetrables.

Hay sordera triste en el barro seco.

Tanta sed entre las piedras.

Tanto ruido en los huecos polvorientos.

Tanta ruina dejó el terremoto azul.

 

Es poca la distancia entre el tiempo

y contemplar la noche clara.

Es larga la espera

para devorar estrellas caídas.

 

 

EL TECHO Y YO OTRA VEZ.

El calor sopla mustio en Río Piedras.

Los toldos que cubren los camiones han sido revolcados

por el viento.

 

Quedan pocos árboles de pie.

Añoro tu garganta.

Tu silencio de barrunto

en el mar.

 

Aunque aprendiste desde niño a encontrar hábil el olvido,

al menos recuerda,

cuando hagas filas largas bajo el sol,

mis manos sobre tu rostro

como el musgo que crece

sobre la piedra fría.


 Sabrina Ramos Rubén(Cayey, 1985) es curadora de artes visuales, escritora y traductora. Cursó un bachillerato en Historia del Arte por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Entre sus curadurías recientes, destacan Agridulce, la primera exposición individual de Mónica Ching (Proyecto Local, 2017); Trabajo de campo, una exposición individual de Rosaura Rodríguez (Museo de Arte Contemporáneo, 2019); y la colectiva de mujeres, Nexos (Espacio Emergente, 2019). Su poesía se ha publicado en Claridad y el Periódico de Poesía de la Universidad Autónoma de México. Es autora de los poemarios Mangle rojo (La Secta de los Perros, 2016) y Charco hondo (Editorial Alayubia, 2018). Actualmente, estudia un grado de maestría en el Programa Graduado de Traducción por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

Episodio14 podcast: Comayagüela la melliza insomne

 

En una crónica más de mi libro Tegucigalpa, Ciudad Crónica, nos vamos a recorrer la ciudad de Comayagüela, hermana melliza de Tegucigalpa, y además, en un contraste en el tiempo, narramos cómo se celebró el centenario de natalicio de Francisco Morazán a principios del siglo XX, con un Ramón Rosa casi Rockstar a cargo.

https://drive.google.com/file/d/13-jlcxgj1qkE5UkCqZauzZadXry05i4J/view?usp=sharing

domingo, 18 de octubre de 2020

Teófimo López y la hondureñidad

Foto: Marca.com (MC)

Con cada vez más frecuencia, la hondureñidad se enfrentará a la realidad de que su presencia, fracasos y logros no solo se limitan al territorio sino que, al ritmo en aumento de la diáspora esto sucederá en todos los ámbitos donde tenga oportunidad de expresión una hondureña u hondureño. La realidad sociopolítica ha acrecentado exponencialmente la huída del país. No todos pueden salir, pero en los últimos años hemos sido testigos de una hemorragia poblacional en forma de caravanas que no detiene ni la pandemia del Covid-19. Las causas son puntuales: la dictadura y su frívola empresa privada han encontrado que la mejor forma de sostener el status quo es promoviendo la expulsión a través de múltiples acciones violentas.

Dezconozco el por qué emigraron de Honduras la mamá y el papá de Teófimo López, pero no hacen falta detalles para entender qué hizo de Brooklin, New York, la cuna del nuevo campeón de Pesos Ligeros de la Organización Mundial del Boxeo. En constraste, no hay forma de saber cuál será el próximo e hipotético campeón mundial de esgrima que aún no nace y aún va en el vientre de su madre en una de las caravanas hacia Estados Unidos. Cuando acaecía en el 2018 el pico más alto de la huída en masa de Honduras en forma de caravanas, el sentido de desventura y solidaridad alcanzó el nivel de conmoción nacional entre la población que se quedaba. Poemas, loas, canciones, material audiovisual, reportajes de las grandes cadenas noticiosas del mundo, todo esto fue recibido como un eco doloroso y comprensivo para nuestro desgarre: ahí iban nuestras esperanzas de cambiar adentro del país el ansiado cambio y el cambio iba gritando fuera joh en cada frontera que atravesaban. La ahogada, el mutilado, el secuestrado, la violadas, las perdidas entre los laberintos migratorios, las niñas y niños separados, todo pulsaba con un dolor masivo. En cada una de las madres migrantes veíamos a la nuestra tratando de rehabilitar la estatura humana de sus hijos, aunque sea en el azar del norte.

Y utilizo la palabra rehabilitar desde lo que Frantz Fanon sigue recordándonos en términos de lo que motivo muy profundamente al que triunfa sobre el determinismo de la pobreza y el colonialaje... "los desclasados (los humillados, los violentados, agrego yo) no se rehabilitan en relación con la sociedad colonial, ni con la moral del dominador. Por el contrario, asumen su incapacidad para entrar en la ciudad salvo por la fuerza de la granada o el revólver. Esos desempleados y esos subhombres se rehabilitan en relación consigo mismos y con la historia". Y ahí estuvieron anoche los puños de Teófimo López en lugar de granadas y revólveres, ahí, sobre el cuadrilátero resonaba, en cada campanazo final de cada round, una oportunidad más para sostenerse de pie, sólido como una multitud apretada contra una valla fronteriza, concentrado como sueño del que se despierta para continuarlo durante el día, hondureño como los millones de encarcelados  que pagarían por recibir todos los golpes de un ucraniano con tal de estar parados sobre el suelo del otro sueño.

Una larga reflexión ha comenzado y lo ha hecho con un triunfo mundial. Los boricuas ya están bien encaminados en las posibles síntesis, los cubanos también hacen revolución diaria con todo lo que en su ser se contradice cuando suena el nombre de Cuba, más allá o más acá de los tiburones del estrecho de Florida, los dominicanos, los sirios, los salvadoreños, Centroamérica completa sabe los que el Escorpión y El Muñeco han necesitado para triunfar: condiciones, las ansiadas condiciones que rehabilitan nuestra dignidad yq ue hicieron que Teófimo no olvidara coser la banderita de Honduras en su calzoneta de batalla.


F.E.

jueves, 15 de octubre de 2020

Episodio 13 Mad Max Fury Road reseña Podcast

La reseña que hiciera para Mad Max, con un toquecito de todas las Comayaguelas del futuro
 https://drive.google.com/file/d/1gYWaJMQoVBimU3ZT2IO2gXDBPc2hG4AQ/view?usp=sharing

miércoles, 14 de octubre de 2020

Episodio 12 Los gallos de Ciales pelean por uno Podcast

Surgida desde un coliseo de gallos en Ciales, Puerto Rico, mi crónica busca dar una mirada telúrica a una tradición que la colonia busca eliminar
 

Episodio 11 Mi propia memoria de Japón Podcast


 El recuerdo de un amigo japonés de mi época escolar sirve como referencia para la reseña Diario de Hiroshima.

Episodio 10 El último día del Variedades Podcast


 La primera vez que fui al cine tenía cinco años. Pinocho. Esteban tenía cinco años también cuando fue por última vez al cine Variedades, un día antes del cierre del legendario cine de Tegucigalpa. De mi serie Tegucigalpa, Ciudad Crónica.

Episodio 9 El hombre que oscila Podcast

Un técnico de audio cae desde las torres gemelas en el 2001 al igual que un hombre desahuciado por el sistema de salud. Un niño encuentra la clave del despertar en su conciencia social y lo canta.

Episodio 8 Todas partes Podcast


 Cuatro amigos, con preocupaciones muy particulares, son testigos de la única baja de guerra en su pueblo, durante la guerra del fútbol entre Honduras y El Salvador. De mi libro de cuentos La Era Pre-Schuman

https://drive.google.com/file/d/1K7jEe9hgitMaual_JcLvQxWUZT7qOS32/view?usp=sharing

Episodio 7 Y se llamaba María Podcast


 La crónica que escribí 8 días después del paso del huracán María sobre Puerto Rico, con algunas de sus capas sociopolíticas más sensibles expuestas.

Episodio 6 Las costuras se rompieron aquel 28 de junio Podcast


 La antesala al actual confinamiento global en el golpe de Estado del 2009 en Honduras, una memoria de aquel fatídico día.

Episodio 5 Un altar en la terraza Podcast


 Continuando con la serie "Tegucigalpa, Ciudad Crónica, el legendario restaurante La Terraza de Don Pepe vuelve a la vida que ya no es.

Episodio 4 Una ranchera, varios helicópteros y el Mitch Podcast


A través de un sobreviviente inesperado, evoco la noche trágica del impacto del huracán Mitch en Tegucigalpa, 1998. De la serie: Tegucigalpa, Ciudad Crónica. Crónicas de mi autoría.

 

Episodio 3 Alejandría la nuestra Podcast




Un espacio para la memoria que los incendios en los mercados de Comayaguela, Honduras, nunca pudieron borrar: las enormes librerías de libros usados calcinados.
 https://drive.google.com/file/d/1bxo-LUiViw4zDV3P3w3nTh68RvIDbdEU/view?usp=sharing

Episodio 2 Reseña sobre Roma, de Cuarón Podcast


 Una reseña que disecciona lo que la farándula ocultó de la personalísima película de Cuarón

https://drive.google.com/file/d/1oPzFWmlie_6RG1jOq1xo-oGElonSnl2v/view?usp=sharing

Episodio 1 Bienvenida Podcast Bitácora del Párvulo

 

https://drive.google.com/file/d/1QAn92an5VZbOJppCDnH5xZ1vNguY-Ku-/view?usp=sharing

Premio Casa de América 2020 recala en Honduras

 ¿Cómo se hace en Honduras para celebrar los logros más importantes de la creatividad con todo el desgarramiento diario que le ha impuesto la dictadura al espíritu colectivo? Puedo responderlo. Mi vida entera la he vivido en Honduras, creando y compartiendo con lxs demás creadorxs el tráfico de la belleza. Porque eso hacemos en Honduras: traficar, acercarnos a las fronteras internas y encontrar los puntos ciegos del oficio artístico. 

Para ello hemos debido sortear todos los retenes de la cultura castrense y toda la apabullante escultura de la vulgaridad más atorrante. Alzar la voz poética, sacar a luz una pieza musical, reflejar la luz en una pintura, afianzarnos a las tablas del teatro y la danza, todo eso se hace compitiendo contra la estridencia de ese máquina de movimiento perpetuo que la compleja mentalidad dictatorial ha armado para que no deje de llegar a todos los rincones del pensamiento. Y sin embargo, siguen surgiendo las obras concretas de artistas que esperan el documental, la novela, la película atroz de su esfuerzo.

Crear en Honduras es sobreponerse a diario a las noticias que lanza -con alevosía- el aparato mediático. Para alcanzar la belleza se debe, muchas veces, hacerlo con la cera en los oídos que Ulises utilizó para desviar el canto de su perdición. He visto y vivido los manotazos del hambre, lo he atestiguado en muchxs compañerxs. La banalidad no tiene cabida en sus vidas porque sus vidas se sostienen, precisamente, porque encontraron en el arte el trascender al acoso diario de la falta de pago para el servicio de agua, de la luz, de la internet, de la más básica comida para los dos tiempos de comida al día. No hay empleo, no hay presupuestos para proyectos, no hay compradores, no hay públicos ¿Cómo celebrar el triunfo del o la artista que alcanza un reconocimiento a nivel internacional? Es muy difícil. La palabra celebrar adquiere rasgos de una detonación submarina. 

Me pregunto en el impacto banal de nuestra tristeza hondureña. Me pregunto sobre la frivolidad de nuestra rabia acorralada si ésta es la que motiva a un o una creadora en medio del ambiente dantesco que se impone sobre Honduras, muchas veces expresado en la aparente desolación de sus calles, en el gris movimiento de la ciudadanía, en la falta de espacio para encontrar la dignidad más elemental. El poeta Rolando Kattan ha obtenido el Premio Casa de América 2020, en España, y es un poeta que ha vivido en Honduras. Sabe lo que todos sabemos y sabemos todo lo que podemos alcanzar a comprender y sentir. Conozco de primera mano su proceso y su proceso es genuino, lleno de una curiosidad poética que lo hace escribir con aparente desdén por la debacle social pero con la imposibilidad de escapar de su condición como hondureño. Mis palabras no lo celebran, solamente lo acompañan, porque simplemente estamos en el mismo pozo creativo, procedemos de ese escarbar y escarbar los versos, la idea o concepto que al final es poco probable que encontremos en medio de la masacre: el país se hará con nuestra ayuda intelectual o quizá solo lo intelectualizaremos. En medio siempre ha estado la poesía, como folcrum de esta disyuntiva, y en este momento es muy poco lo que podemos ver de horizonte más allá de los cascos de los soldados que delimitan nuestras fronteras internas.


Fabricio Estrada


martes, 13 de octubre de 2020

Jennifer García Acevedo - Colombia

 


Tienen los poemas de Jennifer los versos que nos negamos. Nuestra propia censura a la palabra poética que, sin embargo, resuena en nuestros pensamientos. ¿Qué cosa es la poema sino el sincerar lo que se forma en nuestro interior y que no dejamos pasar a la luz de la belleza como si de abandonar la mitad de un tigre se tratara, abandonarlo al espejismo de la jaula y sus barrotes verticales? ¿Es solo un fuego dorado el tigre borgiano o Jennifer sabe que es en sí mismo una jaula que acecha con una fuerza interior indomable? Padecemos de una acelerada dispersión de la poesía y llegamos a afirmar que toda el agua del mundo es salada. Vueltos piedra o islas dentro de islas nos negamos a los ríos y su viaje hasta Bakú. 

En Fredonia hay una poeta que ve el enigma del Cerro Tusa -cuña que apuntala al cielo- con las misma intriga que nos cuenta que al irse las mujeres dejaron las puertas abiertas. Les invito a leer esta voz de la nueva poesía colombiana, tan profunda como todos los ecos que Colombia debe sacar de su dolorosa historia para que la poesía los transforme en ese ser gigantesco que nos mira desde el fondo mudo y misterioso.

PESCADORES

Un día llegan los que profesan el oficio de la pesca, hablan del mar como de una mujer conocida, dicen que es agua y no sal lo que toca la red cuando es arrojada al vacío. Dentro de los barcos se sostiene la luz como una mano abierta, resistente, igual que el grito sometido a la desgarradura. Los pescadores creen en el agua como los demás hombres creen en Dios, en su lenguaje la palabra sed cobra más valor que la palabra historia, aunque ambas las hayan padecido tantas veces. “Toda el agua del mundo es dulce” dicen los pescadores de río. “Toda el agua del mundo es salada” dicen los pescadores de mar. Desconocen que no es lo mismo nombrar al tigre que nombrar cada una de las manchas verticales que cubren su cabeza.


SOBRE LAS JAULAS

Allí donde el animal atiende la urgencia de huir, donde la luz desaparece y el grito se hace carne en un lenguaje incomprensible, ningún Dios habla. Todos saben de esas prisiones detenidas en el tiempo, con sus voces huérfanas y sus formas laberínticas. Pasan de largo como por un puerto destruido, tocan sus barrotes como si tocaran los utensilios cotidianos, y en el rostro del tigre cansado advierten una ruina que no es la suya. La permanencia del animal en la jaula semeja la caída del hombre hacia un mundo que lo desconoce, el cuerpo que se precipita, ciego, resistente a los hilos que cortan los dedos. Cada descenso trae consigo una sentencia de huesos y ceniza trazada sobre la frente, una pulsación del índice sobre la región oscura, un ojo que despierta cuando todo se ha ido. Tarde reconocemos que en la boca del tigre también se revela nuestra herida abierta.


DEL OTRO LADO

Una corteza de árbol. Una corteza de árbol de cerezos. Junto a la corteza, la tierra viva. En la tierra se mueven los animales precipitados por un estallido. El estallido se mueve de rama en rama y llega al oído del hombre. El viento hace desplazar el fuego de la chimenea. El hombre se calienta y piensa en el estallido. Los animales huyen de sus escondrijos. El hombre les ve revolcarse desde  la ventana. Los animales corren y vuelan hasta la casa del hombre. El hombre cierra la puerta para siempre.


 RETRATO DEL PADRE QUE VIAJÓ A BAKÚ

Antes de que penetrara en los patios con su silenciosa sombra roja, después de su viaje a Bakú, el padre ya había conocido el Islam, caminado la ciudad vieja, el centro de la plaza de fuentes, la playa de las mil y una noches, escuchado a Rain Sultanov en las afueras de un museo, hablado largamente con un amigo acerca de Gari Kaspárov, de  Vladímir Akopián. Pues antes  que de  cualquier cosa padre fue siempre un amante del ajedrez, de las piezas blancas más que de las negras. Ciertamente todo viaje es una preparación, por eso mis hermanos y yo no hemos demorado en el gesto de ese rostro cansado ni procurado las preguntas acerca de la ciudad europea. Simplemente miramos al hombre que descarga por su voluntad las gruesas palabras acerca del tiempo, la geografía y lo lejana que vio estar por un momento a una estrella de la otra. También y sin que se lo preguntáramos, nos ha dicho que prefiere el Lavangi a los kebabs pues nunca le pareció bueno comer cordero. Este es nuestro padre, pese a que la lentitud en su paso nos resulta ahora penosa. Toda meditación, todo recuerdo hacen parte de la formula innecesaria, un intento forzoso por recuperar el objeto perdido en el paisaje extranjero. Padre es ahora una piedra inmóvil en el centro del día, algo que nos mira desde el fondo mudo y misterioso, un ser gigantesco que se defiende de las cosas pequeñas, una isla en medio de todas las islas. 


 SONIDOS 

 

“Alguien muere cada vez que elegimos el silencio”

María Clemencia Sánchez

 

 

Cada sonido que viene desde el fondo de la casa tiene la forma de un tigre caminando en puntas. El estremecimiento de las cucharas que caen indecisas sobre las losas, su contacto con el suelo que desencadena en la ilusión del vértigo. Aprendimos a recibir con humildad el sonido de las cosas más tristes: la llave sobre la cerradura, el rayo a mitad del día, las cajas de cartón en las que se inscribía demasiado pronto la señal de las mudanzas. Pero nunca supimos cómo retener el camino del cuchillo trazando un nombre sobre el vidrio, ni el golpe del portón tras la despedida del padre. En la cocina la madre custodia la caída, su papel es el mismo que el de un dios cavando su reino mudo en lo hondo del patio. Al igual que ella las mujeres de la casa aprendieron a rendir su homenaje al silencio, por eso nunca cerraron la puerta antes de la partida.


SOBRE LA NECESIDAD DE NOMBRAR

“Alguien debe hacerse cargo de lo que no se sabe” 

Jorge Cadavid

No existe aquello que no se nombra, solo lo que se nombra existe, dicen los hombres todo el tiempo, pero hay quienes nombran el mar para acabar con la sed del mundo y quienes nombran la fiebre como si revelaran la aparición del sol entre los huesos. Pregunto por lo que existe, y en cambio escucho a las mujeres dar un nombre al hijo que nunca tuvieron, las veo mecer su sombra hasta el amanecer, mientras llenan de leche una vasija de la que nadie bebe. He visto también a hombres ciegos hablar del relámpago como de un objeto conocido, señalar la intensidad de su luz y su recorrido hasta el suelo, luego están quienes aseguran haber visto a Dios de pie sobre el agua. Entre tanta verdad improbable y tanta visión amenazadora, la incertidumbre es nuestro consuelo. ¿O acaso bastaría con nombrar la cuerda imaginaría para que fuera posible sujetarse de ella? 


AZAR

Todos están convencidos de que la suerte es producto de una cosa que no es el azar, pero se le parece. Están demasiado cerca como el tiempo y la eternidad, solo que de lo primero ya se han dicho muchas cosas y lo segundo representa una verdad en la que casi nadie cree. Si un hombre apunta con su escopeta hacia un terreno vacío, esperando encontrar algo, y cerca suyo cae un pájaro que nada ha tenido que ver con la bala, lo llamamos azar; pero si el mismo hombre apuntara hacia una piedra y justo en el momento del disparo una hiena se atravesara y fuese derribada, diríamos que para él eso habría sido la suerte. En ambos casos la muerte representa la alianza entre una cosa y otra. Que se haya cometido o no el crimen nada tiene que ver con el azar, sino con la conciencia del hombre que no está satisfecho de cómo vive. Estoy más cerca de creer que este juego de la vida ha sido siempre una premeditación; las jarras de agua que fueron puestas sobre la mesa en el momento justo de la sed, el niño que cruzó la calle cuando el terrorista lanzó la bomba, el anillo que se rompió antes de entrar en el dedo, el bostezo del hombre que asistió a ver “Carmen”, y así, la infinidad de todas las posibilidades. Debe de ser por elección nuestra y no del azar  que un día caminamos hacia el final de toda luz, sin que ninguna conspiración secreta haga su juicio para salvarnos. Después de todo, cada quien elige el modo y el momento de irse, aunque un golpe del cielo revele que ha sido a destiempo.


 EN MI DEFENSA

 

 

A ustedes,

 por quitarme la potestad sobre mis palabras.

Dejé de nombrar la poesía como la única patria, incapaz de reconocer por segunda ocasión la voz de dios que latía en mi oído izquierdo o el rugir del tigre que vio caer lentamente la luz sobre la casa. Hubo un día en que quise retornar de mi descanso a las orillas de lo banal y lo efímero, pero sentí piedad por esa extraña alegría que descendió veinte años después y fue a caer al centro de mi carne. Nunca se olvida el país de origen, el águila no olvida el nido donde descansan sus hijos, ni el libro la desgarradura de la hoja, por eso la poesía siempre vuelve a mí, como un destino implacable semejante al abismo de los primeros años. Hay quienes me acusan injustamente, se jactan diciendo que no son mías mis palabras ¿y de quién si no? He vivido en las tierras bajas de la incertidumbre, recordando una infancia de trazos incomprensibles, vigilando el árbol eternamente arraigado al centro del patio. Nunca descansé bajo un naranjo, ni vi el mar amarillo que tantas veces nombro, tampoco es verdad que mi padre viajó a Bakú, y que las mujeres de la casa dejaron la puerta abierta antes de la partida. Sin embargo en la hora del sueño todas las imágenes toman una validez absoluta. Nunca escribí sobre aquello que vi, escribí sobre aquello que nunca me será permitido ver, pues dadas las leyes de lo inabarcable, cualquier hombre podría ser forastero de sí mismo y sin embargo reconocerse.

 

ORILLA OSCURA



El paraíso es siempre uno, 

pero lo sabemos

             al final de la vida. 

 

Tras cruzar la tierra

y visitar

la orilla oscura del mundo

 

Finalmente todo calla,

           y no hay escritura sobre la piedra,

                                          ni agua derramada

                                                 ni diente que muerda el fruto.

                                                    

Únicamente la mano de un dios

señalando el hueso blando

                               desde las alturas.

                     

Jennifer García Acevedo (Medellín, 1995) Sus poemas han sido publicados en diferentes revistas nacionales e internacionales. Premio Nacional de Poesía José Santos Soto (2019). Ha participado en festivales internacionales de cine y literatura, entre ellos el Festival Internacional de Poesía de Medellín, que organiza y convoca la revista Prometeo. Algunos de sus poemas han sido traducidos al Inglés, vietnamita y árabe. Es fundadora y directora del Festival internacional de Poesía de Fredonia (Colombia). Ha publicado Estaciones de lo invisible (Sakura ediciones, 2019)


sábado, 10 de octubre de 2020

Lectura de poema Designios


 Lectura que envié a la Feria del Libro de República Dominicana, 2020