miércoles, 29 de julio de 2020

Corina Maruzza, Argentina


Foto: Fabricio Estrada 

La crisálida desde la cual Corina Maruzza escribe su poesía, tiene la sutileza que supimos advertir durante la presentación de su poemario Mar de Interema, en el Museo Zorrilla, Montevideo, este pasado marzo, en el último festival de poesía presencial del mundo que el Covid 19 confinaría. Luego supimos que cultiva orugas en su balcón y que les da de comer versos con una paciencia inusual. Sus textos siguen ese mismo ritmo en que las orugas van devorando las hojas y se van ocultando, a la vez, para preparar su metamorfosis. Todo rosa/ el aire cubre el agua, entonces Buenos Aires se llena de una poesía alada, liberadora, tan frágil que se podría creer vulnerable, pero una vez que entendemos su intangible textura, sabemos que nada ni nadie podrá dañarla.

Caza del mar

decanta 
algunas veces 
cada una de esas luces sobre negro
a su tiempo

flor nueva 
entreabierta 
perseverada 

nacida

del lado del viento
alguna hoja ondula  
se anticipa
toma forma la pierde
retorna

tonos nocturnos 
dibujos infinitos
puntos y retículas 
contrafrente
dorso

sutil
de las manos
inaudible 
imperceptible 
me sostengo

algas en el fondo






Nadar en la rompiente

Las aguas como lonjas de una piel infinita
HÉCTOR VIEL TEMPERLEY



todo rosa
el aire cubre el agua
la vista en la corriente

la piel sube
y se escurre
versátil 
mejillas alternadas
con trapecios
los pies se entrelazan
archipiélagos
si las plantas
o las palmas

del trance queda una memoria
se agitan los cardúmenes 
sólo toca deslizarme ahora 

todo roza 

ruidoso afluente interno
canales abisales de mi alma



Atlas del fuego


la noche queda perforada
sus ojos trinan 
tesoros de lo hermético
la órbita relincha
el curso de su lanza

latigazos
con los que revuelve el tiempo
cariátide y derrumbe de torres del abismo
cauce improbable 
y renuente del desierto
envaina el viento en su lúcida estocada

mi mano recoge lo que deje caer
soy yo misma las migajas





de Crápula (inédito)





traílla


 hermosa restricción
DIANE ACKERMAN




deslízate madrugada inmensa
crecido viento en la ceniza de una

llama
quiero ir
quiero ir
de nuevo

el tiempo se desploma
pájaros perlados
plegados a ras del agua
entre raíces de árboles inesperados
debajo en tu voz la lluvia
intangible textura
abre flores de arena con flores que se abren en cada uno
de sus pétalos de arena
semillas de una hoguera



Junín

  

cuencos
donde una cabe
subida  
amar era una idea

a salvo el antes
faz
arrimada en entredicho
yo fui nos
fuimos
detóname un latido
tiempo a flote laguna
estremece
no dista

bajó el agua
reincide su huella en embargos
cae una luna
roza a los pies de la orilla

sabe a saliva




nunca se sabe



no sabía que había un animal
cada luz es un mundo
insomne por ventana
los ojos sin patentar


esa foto
tuya que aún
no te sacabas yendo viniendo
trámites
los ojos
puñado de flechitas en el puño
igual así
estar
sin traducirnos


nada nos inmuta
pueden caer mil astros fugaces
ruido que supone una presencia
 llaga inesperada


un celeste infantil
improvisan en el cielo
monolitos de otras ciudades
¿son visiones son anzuelos?


mismas manos por ahora
distintas por los viajes
por cuánto despedirnos se demora


distintos sin máscaras
sumergidas líneas nos cruzan
mareas silenciosas de verano
probables horizontes
punto de perder el equilibrio
llega a dar señales
de un breve despegue


esa nave que anoche señalabas
sobrevuela remanente de una flota de cazones
barco inminente de río Ctalamochita
lleno de colitas de zorros y de mieles 




 Corina Maruzza (Temperley, Provincia de Buenos Aires, 1979). Publicó las plaquetas “Oráculo de Orión”, “Galope sobre la vértebra del mar” (2015) y “Sobre la proa” (2016), editadas por Pájarosló, y “Haz el caballo”, que forma parte de la antología “Necesidad y Urgencia” (Buenos Aires, 2016). Forma parte de la antología “Martes Verde” (2018), publicada por el colectivo de Poetas por el Derecho al Aborto Legal. “Mar de Interama” (Juana Ramírez Editora, 2020) es su primer libro.



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