martes, 31 de marzo de 2020

Revista de Poesía, Libros Latinoamericanos, Chile, me publica



El poeta chileno Giovanni Alexis Astengo me contactó hace unos meses para esta publicación que ahora s concreta, cuando menos esperaba, en medio del frenón global por el coronavirus. Ya el mismo Giovanni Astengo dudaba de que se pudiera pero su editor general, Máximo Gonzáles Saez y su colaborador principal, Leo Lobos, han hecho lo impensable. Más que agradecido y admirado por su empuje. 



¿Cuáles son los derroteros de tu poesía?

Quiero agradecerte este espacio, Giovanni, porque en gran parte la apertura que me brindás representa algo muy puntual para lo que voy buscando en mi poesía: nuevas vías de diálogo, intercambio de razones o coincidencias. Llevo tres años fuera de Honduras y te escribo desde Puerto Rico, donde ahora resido, y al ver hacia mi reciente pasado entiendo que mis textos han sido una especie de cartografía marítima antigua donde los espacios no conocidos se interpretaban con seres fantásticos o nombres sugerentes de un vacío portentoso. Hago esta analogía por lo mucho que da de contraste respecto a la tierra e imaginación de procedencia el llegar a tierra incógnita. Mi poesía -si la he logrado- significó un confín y ahora le pruebo lejanías desde otra orilla, la escucho desde el caracol que esperaba respuesta del otro que le pone su oído desde otra playa, me permito indagar su alcance. No hay portento ni nada que se le parezca en saberse lejos de Honduras, pero sí alcanzo a observar con más nitidez los puertos de llegada y partida de mis poemarios.

De alguna forma u otra, se nos ha hecho creer en la conquista de la universalidad y resulta que en la poesía lo específicamente local -el arraigo, lo telúrico-es lo que da acento y personalidad a tus evocaciones. Saberse parte de una voz específica y reconocerlo es como poner una tilde en la palabra Latinoamérica. Justo al centro, como la misma Honduras. Comencé a publicar en 1998, formando parte de una heterogénea y hermosa generación que estaba recibiendo la energía directa de los grandes maestros de la poesía hondureña y estábamos consientes de la responsabilidad con la palabra conquistada por ellos y ellas. Creo que mantenemos esa conciencia y entendemos que ahora es más que urgente crear para que esa Honduras que la actual dictadura evoca no sea la última palabra en nuestra historia. Así como salen miles en las caravanas hacia México y Estados Unidos, así nuestra poesía en su necesidad de darle unidad a eso que parece fragmentarse, y creo que solo un ludismo superior al lamento acostumbrado podrá estar a la altura de lo que aprendimos a trasladar textualmente.

¿Cómo vislumbras la poesía actual centroamericana?

El istmo centroamericano está en capacidad de dar un ismo más a las corrientes poéticas de Iberoamérica, y lo digo por el contundente fervor de sus más altas representaciones hoy por hoy. La brutalidad de las contradicciones sociopolíticas que hemos estado viviendo ha sabido sublimarse en expresión poética, es decir, los y las poetas centroamericanas pueden plantarse donde sea y decir algo como lo siguiente: he aquí la prueba de que la poesía resiste en medio de las sombras más abyectas.

¿La responsabilidad de ser un "Novísimo"?

Creo que mi época de novísimo ya pasó, aunque el desconocimiento mutuo que provoca el cerco cultural de la mass media global nos ponga a todos en posición de inéditos. Por eso vuelvo a la analogía con los mapas marítimos antiguos, porque seguimos, a pesar de todo lo aparente, siendo antípodas dentro de la misma Latinoamérica física y dentro de la propia dimensión del idioma. Y por supuesto, hay una responsabilidad de ser siempre inédito antes de ser leído al cruzar las fronteras: la responsabilidad de ser siempre tan fresco e irreverente como un novísimo.

Qué fronteras tiene lo que se mueve
                                    lo que vuelve
nada
                                lo que se marcha
nada
lo que se mueve y lleva las fronteras a cuestas
                                 lo que se agolpa
lo que empuja                             nada
frontera que tiene ojos
boca y latidos
que comen paisajes que come maizales
que comen sangre
con el otro estomago del hambre descrita
                                                en los manuales
del inversor del funcionario del policía del sacerdote apaciguador
los otros ojos del desvelo porque mañana se debe el impuesto de guerra
y hasta el voto y las patadas de la tropa frenética
                                                                     llevan
hasta el peluche que calma a la hija
                 la nana-himno silbada con la boca seca
las cornucopias mal atornilladas y sus frutos pútridos
la lluvia a la que disparan los soldados borrachos
                    van moviéndose como cardumen alevoso
para romper todas las redes con sus vocablos de pájaro nuevo
con su nube de comic sobre sus cabezas
para escribirles para colorear para imaginar
                                                      lo que dicen
mientras rompen cada pluma de aduana
y se beben de un solo trago el bloque de nieve de una bandera
que se derrite
que se vuelve abrigo en los desiertos
venda para torniquete luego de la mordida infecta de la bestia
cuando solo se ofrece la chaqueta de bronce de los próceres
la ostia solar en el horizonte de la misa
las ciudades que de lejos son cajas de munición
                                                  cajas de muertos
               cajas para meter la ropa en la mudanza
                            para acunar al pequeño Moisés
que no avanzará ni cuatro metros sobre el río
y que habrá que buscar entre el plástico del golfo
                                                                      llevan
todas las fronteras desmanteladas
y donde se detienen
fundan un país fácil de invadir
siempre con un nombre diferente con un rostro diferente
que se agolpa como un caballo hecho de pasaportes vencidos
de mochilas de tambos de agua de latas de sardina
y ni Casandra ni Lacoonte
ni Moctezuma
ni Elempira que jura por cada venado que salta como presagio
ni la baraja de la santera
por más qué se revuelva al derecho y al revés
sabrán que se hizo de pronto tanta gente desaparecida
que fue noticia hoy
y que mañana andará invisible entre el Arizona
y los bosques más fríos de Vermont.



Bartolomé de las Casas dixit

Y viendo desde los aviones las sombras que las nubes
proyectaban sobre el Caribe
confundiéronse los imbéciles tomándolas por islas;
y a ellas fueron con todos sus perros de batalla
y los perros solazábanse
y es cosa que no hay infierno para tanto desvarío
pero a mordida furiosa despedazaban la espuma en las playas
y se hartaban archipiélagos de sombra.

II

Si escarbo bajo las nubes
¿qué país encontraré?
¿un país que en las minas está buscando otro país?
Hago un mapa como el trabajo manual de la escuela
recolecto algodón silvestre
aquellos copos que confundía con nidos de araña
pero no alcanzo a cubrir la tierra
aquí y allá un valle arrasado
y muchas montañas que empiezan a calcinarse
¿Cómo harías esta exposición, hijo?
¿Le dirías a la profesora que la humareda es otro cielo?
¿Le dirías que en las zonas oscuras
habitaron los tristes desnudos?
Vamos al bosque que talaron para sembrar zarzaparrilla,
escarbemos juntos, cortemos algodones
y de alguna forma
comencemos a domesticar las arañas.

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