No es que la radio haya desaparecido, es que la radio ha ido perdiendo vertiginosamente los contenidos que estimulan los imaginarios. El podcast es una versión 2.0 de la radio tanto como Tik Tok es "Los videos más divertidos 2.0" (aquellos programas que pagaban por mandar un buen video). La autogestión de contenidos es la norma, pero la producción clásica de la radio es cosa de pocos podcast, hay que ser justos, así como la pintura debe remitirse a los clásicos para entenderla así los podcast deben remitirse a las cabinas y estudios de montaje para poder despertar las ganas de aprender algo nuevo en toda su dimensión. Aprender o recordar el conocimiento que ha acumulado lo humano, quizá.
Eso es lo que me propongo en mi podcast: hacer de cada episodio una emisora inevitable que se prolongue a intervalos de tiempo de entre 15 y 30 minutos en el momento que mejor tiempo dispongan mis seguidores y que no los haga sentir que están malgastando sus datos. Cada episodio, entonces, ha sido calibrado para despertar rincones de la memoria que se creyeron pasados de moda.
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