sábado, 30 de marzo de 2019

Claude Levi-Strauss: lo que deseamos salvar


"Si se esperara del antropólogo -Dios no lo quiera- que presagiara el porvenir de la humanidad, no lo concebiría sin duda como una prolongación o una superación de las formas actuales, sino, más bien, sobre el modelo de la integración que reuniese progresivamente los caracteres propios de las sociedades "frías'' y ''cálidas''. Su reflexión anudaría nuevamente el hilo con el viejo sueño cartesiano de poner las máquinas al servicio de los hombres como si fueran autómatas y seguiría su huella en la filosofía social del siglo XVIII hasta Saint Simon; pues al anunciar el pasaje ''del gobierno de los hombres a la administración de las cosas'', éste anticipaba a la vez la distinción antropológica entre la cultura y la sociedad, y esta conversación -cuya posibilidad nos hace posible entrever al menos, los progresos de la teoría de la información y la electrónica-, de un tipo de civilización que inauguró hace tiempo el devenir histórico, pero al precio de una transformación de los hombres en máquinas, en una civilización ideal, que lograría transformar las máquinas en hombres. Entonces, con la cultura encargada de la misión de construir el progreso, la sociedad se liberaría de una maldición milenaria, que la obligaba a  esclavizar a los hombres para que hubiera progreso.

En lo sucesivo, la historia se haría sola, y la sociedad, colocada fuera y por encima de ella podría adoptar una vez más esta estructura regular y como cristalina, respecto de la cual las sociedades primitivas mejor preservadas nos enseñan que no se contradice con la humanidad. Desde esta perspectiva, aunque utópica, la antropología social encontraría su más alta justificación, ya que las formas de vida y pensamiento que ella estudia no revestirían solamente un interés histórico y comparativo, sino que corresponderían a una oportunidad permanente del hombre, sobre la cual la antropología social tendría la misión de velar, particularmente en las horas más sombrías.

Nuestra ciencia no podría montar esta guardia vigilante -ni siquiera hubiera llegado a comprender su importancia y necesidad- si en las regiones atrasadas de la tierra no hubiera hombres que resistieron obstinadamente la historia, y que permanecieron como una vívida prueba de lo que deseamos salvar''.

L.S.

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