miércoles, 17 de septiembre de 2014

Tres pasos para desmontar Nómada 2014 - Escuela Experimental de Arte, Tegucigalpa

Lucie Smith

Compañera Lucy, Compañero Léster: no hablaré del cómo se monta una exposición de arte desde un marco curatorial. Hablaré del cómo se desmonta desde el mismo lugar en que las obras se han colgado.

Primero se saca grapa tras grapa del bastidor y entonces da tiempo de putear en silencio a cada una de las instituciones artísticas de Honduras. Se va sintiendo el sudor aflorando en la espalda y así se recuerda que tenemos el arte sobre nosotros, con  todo el peso de un David de mármol quebrado, un brazo del David entonces o esa cabeza monumental Olmeca que se instala en el sueño cuando dormimos.

Luego se ven las grapas regadas por el piso y Arturito, solícito, te trae un poco de agua. Así va enrollándose la fotografía hasta que cabe exacta en el cilindro de pvc. Mientras se va enrollando da tiempo de acordarse de todo el proceso que llevó a Nómada 2014 y van cruzando las discusiones y las ideas de este juego de abalorios que Herman Hesse hubiera querido ver pero que es fácil de explicarlo: "a ver, don Hesse, el asunto es que aquí en Honduras se instaló el mayor cinismo que hubiéramos conocido y el arte no es lenguaje porque sólo es lenguaje lo que comunica y aquí todos estamos incomunicados cada quien en su celda monacal y el lenguaje no alcanza a comunicar ni entre los que deberían escribir sobre arte". Por ejemplo, hay un acto simbólico en el hecho de recorrer cada sala cargando cajas y pantallas que fueron las articulaciones de un gigante silencioso que se fue construyendo entre lxs artistas de Nómada cada sábado... no, mejoremos la imagen: son los huesos de una gigantona de Yuscarán que se despedazó en la pista del Estadio Nacional el 15 mientras saludaba a la tribu política en su estrado cívico. Ahí va la gigantona desmontada entonces, casi como un ensayo de Adorno en una sopa de res dominical, compitiendo por ser sabor entre la yuca y el ayote. ¿Comunica ésto algo?

Como segundo paso uno se permite breves minutos ante la pieza artística que pronto estará embalada. Hay que absorber la médula que flota entre tanta dignidad. Sorber por los ojos, inventariar el esfuerzo supremo de sobrevivirle al vacío, pensar, pensar, pensar qué más hacer para unir las neuronas del pensamiento académico con el acto creador del artista, cómo extirpar el alzheimer, cómo sacar de su cueva al cusucocoolsnobposmodernista sin que Habermas diga que está bien que salga a darse aire, que hace buena época para crear la mayor afrenta moral que haya existido jamás en un país de eterna crisis ética, urbanística e incluso gastronómica (vamos, vamos, no hay por qué sentirse mal con el lenguaje cantinflesco ahora, precisamente, cuando ya viene el estreno en el cine y que los curadores del sistema sí derrocharán ríos de tinta en reseñas, ensayos sobre cine y hasta en entrevistas a los nietos de Mario Moreno).

Como tercer paso, se levanta una grapa del piso, se le queda viendo largos minutos y se hace la pregunta fenomenológica del día: ¿cómo se manifiesta la indiferencia en su estado más puro dentro del arte hondureño? No habrá respuesta, por supuesto, pero la agenda del museo borrará y escribirá de nuevo algo parecido a un anuncio de circo, y bajo la nueva agenda quedarán como anécdota "lo entretenido que fue ver a los artistas creyendo que cambiarán algo de lo que no queremos cambiar". Llegados a este punto, la sala ya está vacía. Nómada ha sido demontada, Don Rómulo nos pasa sus martillos y los clavos salen rápido de los maderos. Algunas personas que vagan como fantasmas por los pasillos de la "Identidad Nacional" preguntan qué se estaba exponiendo y yo ni corto ni perezoso les respondo: los artistas, los artistas se estaban exponiendo al vacío y no hubo Kafka ni Barthes que tomaran nota y, sin embargo ¡qué gran muestra de codificaciones nuevas se observaron! ¡qué proceso más bello el del arte anónimo que se vuelve más anónimo mientras más se muestra en los espacios oficiales! Honduras y su arte han ganado otro vacío, porque de eso se trata, de vaciar, de vaciarnos desde adentro en los pulcros pisos, de hacer y que el producto artístico sea sístole y diástole natural.

Compañero Léster, Compañera Lucy, la sala está vacía, como siempre. Lo que lograron montar junto a todxs lxs que participaron en Nómada 2014 ha sido inventariado entre lo mejor de la expresión artística colectiva de este año en Honduras. Sellemos las cajas.

Sucede que estamos en inventario.

Estamos desmontando un mundo, estamos desmontando el artificio. 

Ocurre que estamos borrando el número de serie y volviéndonos artesanos, llenos del barro de los días, amasados por el golpe, nos estamos haciendo irrepetibles.

Cada cosa, cada concepto es devuelto a una categoría básica y sustanciosa.

Trilobites, sílabas unicelulares: piedra, grito, alma.

Sucede que Eva sacó la cara y Adán la acompaña con su listado de novedades: esto es alegría, esto es tristeza, esto es mañana y esto olvido.

La mirada, los árboles, la hondonada de una herida brutal, ya son otros paraísos los que buscamos, nos hemos hartado de todos los frutales.

Esto es dolo, ésto es ángel inverso, ésto es flor y ésto un hombre desollado.

Ocurre que estamos inventando el tiempo y el sueño debe esperar, con su capa rota el sueño, con sus brillos el sueño, con su descanso mortuorio el sueño.

Hemos abierto -de un solo tajo- el vientre pulposo del bien y el mal y lo entendemos frío, áspero, entendemos que el viento silba nuestros nombres y a él nos entregamos llenos de ramajes.

Sucede que nos sabemos nuevos


y estamos en inventario.


Fabricio Estrada.

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