Pequeña Cindy, apago la tele un momento para escribirte.
Sé que las chicas ya no quieren divertirse, ahora quieren gruñir y mirar MTv todo el día.
Algunas quieren, por cualquier medio, su propio reality y jamás consiguen ser de interés para nadie.
Quizá sea la mala edición casera o la saturación de tantas millones queriendo ser estrellas a la vez y explotar y...
Dulce Cindy
Divertirse era ponerse el pelo rosado y hacer que los chicos bailaran canciones de chicas,
divertirse era hacer del punk una fiesta de quinceañera con algo de maryjane y Tom Collins,
sintonizar Falcon Crest y quedarse allí hasta derramar lágrimas de neón...
¿Qué pasó con todo aquello que hacía la vida tan ingenua?
¿Qué fue de tus medias rotas y aquel Manhattan frío de principios del 83?
La última vez que te vi pasaban Los Goonies en su milésimo estreno, quizá
el Betamax se atoraba de cuando en cuando
pero yo estaba enamorado,
quería tener asma porque asma tenía el niño
que termina con la niña más bella.
Vos cantabas sobre el barco del tesoro aquello de querer un chico que caminara sobre el sol
y el casting comenzaba a cerrar la historia
y desde entonces creí, que al cerrar los ojos, bajo mis párpados,
aparecería siempre la lista íntima de las chicas libres que querría para siempre en mis sueños.
Ahora te he visto de nuevo, entrañable Cindy, querida Cindy,
pero estabas tan malhumorada que temí equivocarme
temí haberme equivocado siempre
y que tu diversión tuvo que haber sido desaparecer en serio una vez que terminara el video clip
que alguien que amaras te ocultara del resto del mundo
y no llegar a este triste cuadro retro en un programa de una hora pervertida,
en un contrato más infeliz que todo eso que debe darte al recordar
que una vez fuiste la moda y que la moda jamás habló de envejecer y ser recordada.
Ser recordada es para las muertas -me dirás- pero
¿Acaso no has muerto una vez que las chicas decidieran morirse viendo MTv todo el fucking día?
martes, 28 de enero de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
Libro de latón
Haciendo equilibrio sobre el bordillo del bulevar, he sentido de pronto que estaba a la orilla de un río por donde pasan cadáveres, flotando.
Cruzaba Comayagüela con 1Q84 de Murakami y no dejaba de pesar sobre mi ánimo la imagen del pequeño emperador que, sostenido en los brazos de su abuela, invoca los nombres de los dioses antes de morir junto a ella en un suicidio alfonsino. Pasaba entonces todos los atascos del tráfico y hacía esa lectura extraña que consiste en leer un solo fragmento, levantar la vista del libro y leer la nada en un suspenso infinito.
Los últimos días han sido de literatura dentro de micro-buses. Casi ingrávido por la velocidad y la tensión que aplican a sus pasajeros los choferes de los micros, he leído gran parte de La bitácora del Mayor Tom de Armando Maldonado, poemario aún inédito que merece salir en órbita pronto. Armando ha logrado ficcionar poesía, sí, así como bien lo dice Aristóteles en su poética. Tomando el viaje que Davie Bowie nos dio en su clásica canción (http://www.youtube.com/watch?v=D67kmFzSh_o) Armando me ha confinado en otra lata sideral con tanta naturalidad que los baches y frenazos me dieron un efectismo puntual para sentir el ascenso y ruptura gravitatoria. Pura soledad, particularísima soledad la de este poemario.
Acá Mayor Tom a tierra.
¿Qué tan lejos estoy de casa?
¿Cuánto dura el diente de león
en disiparse en el calor agobiante del cielo?
¿Qué tan lejos está el amor de este latón?
Y Keats, y Felipe Rivera y la ruta Los Robles-Centro, y Ginebra creando un llamado borgiano en Felipe que se va de este país nefasto. Mientras el micro se atestaba y desinflaba, mientras el paso aéreo de Camosa (así lo llamará la gente hasta que se caiga, contrariando al Ricardo Álvarez que creyó inmortalizarse en hormigon) partía las aguas del sur de la capital, recordábamos con el poeta la versificación y temática del inglés, su espacio y tiempo y también la película que le hicieron hace poco, muy bella por cierto http://misteriolondres.blogspot.com/2009/05/bright-star-la-pelicula-de-keats.html
Un par de horas antes, Felipe me ha dicho con gravedad en el café: "Fabricio, te traje un regalo, o más bien, te dejo un regalo...¿trajiste mochila?"... abre su propia mochila y comienza a poner sobre la mesa libros tras libros. Miguel Hernández, Pamuk, Coeetze. Estos son los primeros títulos que veo antes de guardarlos lo más rápidamente posible. Óscar Urtecho ríe al ver mi prisa mientras se sigue despidiendo de Felipe quien habla de manera pausada y ya con un dejo de conclusión en su voz. Tal vez el poeta también se ha parado sobre el bordillo a la orilla de un bulevar y ha visto pasar cadáveres flotando. Hay quienes pueden ver durante horas ballenas encalladas en las estaciones de buses, otros que hasta cuentan uno a uno todos los perros de la pradera que se lanzan desde el acantilado de un banco. Pienso en eso e imagino a Felipe bajando en un aeropuerto en Suiza junto a su familia. Recuerdo a Michael K. de Coeetze llevando a su madre sobre una carretilla de supermercado.
Espero el siguiente bus. Cierro el libro.
Cruzaba Comayagüela con 1Q84 de Murakami y no dejaba de pesar sobre mi ánimo la imagen del pequeño emperador que, sostenido en los brazos de su abuela, invoca los nombres de los dioses antes de morir junto a ella en un suicidio alfonsino. Pasaba entonces todos los atascos del tráfico y hacía esa lectura extraña que consiste en leer un solo fragmento, levantar la vista del libro y leer la nada en un suspenso infinito.
Los últimos días han sido de literatura dentro de micro-buses. Casi ingrávido por la velocidad y la tensión que aplican a sus pasajeros los choferes de los micros, he leído gran parte de La bitácora del Mayor Tom de Armando Maldonado, poemario aún inédito que merece salir en órbita pronto. Armando ha logrado ficcionar poesía, sí, así como bien lo dice Aristóteles en su poética. Tomando el viaje que Davie Bowie nos dio en su clásica canción (http://www.youtube.com/watch?v=D67kmFzSh_o) Armando me ha confinado en otra lata sideral con tanta naturalidad que los baches y frenazos me dieron un efectismo puntual para sentir el ascenso y ruptura gravitatoria. Pura soledad, particularísima soledad la de este poemario.
Acá Mayor Tom a tierra.
¿Qué tan lejos estoy de casa?
¿Cuánto dura el diente de león
en disiparse en el calor agobiante del cielo?
¿Qué tan lejos está el amor de este latón?
Y Keats, y Felipe Rivera y la ruta Los Robles-Centro, y Ginebra creando un llamado borgiano en Felipe que se va de este país nefasto. Mientras el micro se atestaba y desinflaba, mientras el paso aéreo de Camosa (así lo llamará la gente hasta que se caiga, contrariando al Ricardo Álvarez que creyó inmortalizarse en hormigon) partía las aguas del sur de la capital, recordábamos con el poeta la versificación y temática del inglés, su espacio y tiempo y también la película que le hicieron hace poco, muy bella por cierto http://misteriolondres.blogspot.com/2009/05/bright-star-la-pelicula-de-keats.html
Un par de horas antes, Felipe me ha dicho con gravedad en el café: "Fabricio, te traje un regalo, o más bien, te dejo un regalo...¿trajiste mochila?"... abre su propia mochila y comienza a poner sobre la mesa libros tras libros. Miguel Hernández, Pamuk, Coeetze. Estos son los primeros títulos que veo antes de guardarlos lo más rápidamente posible. Óscar Urtecho ríe al ver mi prisa mientras se sigue despidiendo de Felipe quien habla de manera pausada y ya con un dejo de conclusión en su voz. Tal vez el poeta también se ha parado sobre el bordillo a la orilla de un bulevar y ha visto pasar cadáveres flotando. Hay quienes pueden ver durante horas ballenas encalladas en las estaciones de buses, otros que hasta cuentan uno a uno todos los perros de la pradera que se lanzan desde el acantilado de un banco. Pienso en eso e imagino a Felipe bajando en un aeropuerto en Suiza junto a su familia. Recuerdo a Michael K. de Coeetze llevando a su madre sobre una carretilla de supermercado.
Espero el siguiente bus. Cierro el libro.
miércoles, 22 de enero de 2014
Congreso Nacional: primera acción política de diputadxs de LIBRE
Diputadxs de LIBRE, con Manuel Zelaya como Jefe de Bancada, en protesta in situ durate la primera sesión legislativa.
Ha comenzado el Congreso Nacional más disputado y moderno de la historia política de este país. El formalismo burgués se rasga las vestiduras ante la primera acometida del pueblo dentro de sus propios salones. Micrófonos quebrados, sillas dadas vueltas, gritos... pero en todo ello la gente de "afuera", por primera vez, "adentro". El formato puede ser LIBRE en alianza momentánea con el PAC, pero eso es secundario: la fuerza acumulada de nuestra represión en todos los ámbitos ya se ha materializado en al menos 47 diputados y diputadas que harán de las otroras acomodadas sesiones legislativas una auténtica palestra de lucha frontal. Viene interesante este periodo, y claro está, se inaugura así el primer reality show de audiencia masiva en Honduras, y nadie querrá perdérselo.
La protesta ante la investidura impuesta -sin previo debate- del nacionalista Oliva como Presidente del Congreso Nacional de Honduras.
Me quedo con lo que la compañera diputada de LIBRE Claudia Garmendia subió a su muro en FB, momentos antes de entrar al hemiciclo:
"Siento un montón de sentimientos encontrados a pocos minutos de entrar al Hemiciclo Legislativo recuerdo cada movilización esta multitud que se movilizó entre ballonetas y gas lacrimógeno este Pueblo aguerrido de Morazán comenzó a construir su camino de esperanza y Liberación, cada uno de nuestros mártires cada joven,cada lágrimas cada sonrisa,honraremos a este PUEBLO!!"
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Golpe de Estado Honduras,
Política
martes, 21 de enero de 2014
Fabricio Estrada “Sur del mediodía” - Reseña crítica de Salvador Madrid, Honduras
Fabricio Estrada es uno de los poetas más emblemáticos de la poesía hondureña; ha logrado, a buen pulso y ritmo, configurar una geografía poética universal, desde el riesgo propio, desde el experimento y sobre todo desde su rebeldía no sólo como poeta sino como ser humano.
La poesía de Estrada tiene de fondo una fuerza verbal que hace resplandecer sus imágenes y en la que hay mucha relación con la oralidad y con cierta retórica del discurso clásico, dos centros que permiten, por un lado, nombrar con espontaneidad unos hechos poéticos, y por otro lado, darles un tono grave en el énfasis, casi siempre en un plano de primera persona, lo que trae como resultado una evocación activa o la puntualización enérgica que propone y exige una confrontación directa entre el lector y la poesía.
Su obra cruza ese paisaje de las utopías y mucha de su fuerza surge de ellas y de los conflictos de su vocación ideológica, una tensión vital de su poesía que indaga, explora y ensaya con amplia libertad individual, política y creativa.
Sus primeros libros están impregnados de una poesía urbana donde la memoria de la infancia, el paisaje del sur de Honduras, la ceguedad del anonimato y la vocación por salvar al hombre de la historia oficialista y homogénea, edifican un lugar más digno dentro de un devenir dialectico donde de objeto del relato, el hombre se eleva a sujeto de la existencia.
Recientemente el sello editorial independiente Public Pervert de México ha publicado el libro “Sur del mediodía” del poeta Fabricio Estrada, una colección de poemas breves que vuelve sobre una geografía simbólica, enlazada entre los viajes, las lecturas, la duermevela, la sorpresa de un viajero que oscila entre la temporalidad de lo vivido y las aspiraciones de la vida, una bitácora donde la vida cotidiana se impregna por el hiperrealismo y no por la mirada ingenua de lo mágico, desatándose así un torbellino de imágenes propias del poeta y nuestras por compartir experiencias paralelas o similares. Es un libro memorable cuya brevedad nos deja el sabor de leer más sobre esta faceta de Estrada que es una especie de balanza o medida de una poética que se desborda o que se desbordará seguramente en otro libro.
Es interesante cuánto ha ganado Estrada: presencia y carácter, sobriedad y tenacidad en el poema; esencialidad pura en el discurso en oposición a algún exceso retorico, la ironía precisa y de transparente fineza, pero sobretodo es la puesta en escena de un lenguaje poético novedoso, contemporáneo totalmente y destructor de los moldes generacionales, además de decantado respecto a las euforias y los exabruptos de muchas expresiones literarias que se duermen en los laureles o que se avasallan ante la moda; es decir, Fabricio Estrada, es un poeta de su tiempo que convoca todos los tiempos posibles, una voz que no se escucha por el ruido o el grito, sino porque se adueña de su madurez y permite ver que la totalidad de su obra ha sido (y es) búsqueda y certeza, y así de ese modo, hasta estar de frente otra vez, como todos los días, ante el oficio de vivir.
POEMAS DE “SUR DEL MEDIODÍA” DE FABRICIO ESTRADA
De los grandes territorios que completan
el círculo del vacío
y de los cuales muchos pueblos discuten
su nombre y fe
se prolonga uno en particular
hacia lo más profundo de sí mismo,
como una montaña que se derrumba
y vuelve a regurgitar sus peñascos.
El primero de los pueblos,
del cual existen apenas dispersas reseñas
hubo de extinguirse
como el mural que recibe humo diario en los santuarios
o como una mujer que,
ante el abismo del amor
danza con los ojos vendados.
Después llegaron los bosques y por siglos
delimitaron, contuvieron,
dieron lengua simple
y costumbres umbrías a los cazadores.
Existen todavía
al pie de los osarios principales
aldeas que veneran un silencio prístino
que no se encuentra en ningún otro lugar.
Su comercio es tratado como prodigio,
como lástima,
como un favor o voto de tristeza.
Esta es la geografía de lo extraño,
de lo que pocos cuentan en sus cartas de viaje
y a lo que yo doy mucho crédito
ante los mapas vacíos.
Más vital que el río es la carretera.
Para la gente del sur
la carretera
es más antigua que el río.
Por las noches
la gente del sur afina el oído
y sabe por el zumbido qué tipo de pez
flota en el corazón de los autos.
Algunas noches saben que la inundación se aproxima
y preparan las redes
y los neumáticos coloridos
y la comida
que no se encuentra en el río
sino en la corriente de asfalto.
La gente del sur
nunca muere ahogada:
muere en los camiones que nunca regresan
o en las fauces de un pez
que de pronto se les fue encima
con los ojos apagados.
Hice tratos
con los que coleccionan fotos
de familiares presos.
Yo mismo ayudé a ordenar sus recortes.
Soy de hierro.
El sur, mi enorme imán.
Algo se agrupa en mi corazón de lata,
alcancía de balas.
Llevo, también,
la estampa de un familiar preso y golpeado,
la primera de una torva colección de vanidades.
Soy de hierro,
tengo a mi ojo dando vueltas en la ruleta.
Ayer me perdí en las ventas de ropa usada,
perdí mi suerte más no el disfraz.
Era un necesitado,
pedía rebajas mientras rechinaba
la mandíbula oxidada.
Varios niños vinieron a mí con su abrazo
pero yo era de lata,
cortaba.
Mañana recontarán las urnas
donde fui elegido payaso.
Nadie admite la ley suprema
que hace de un místico un payaso.
La gente hizo filas interminables.
Fui elegido
espantapájaros de hojalata.
3
¿Quién come toda esa comida
que desperdician en las películas?
¿Quién prepara la sangre
que estalla en la cabeza del actor
y que luego se sirve
como salsa
en el almuerzo de los extras?
4
¡Oh, satélite, todopoderoso!
Tú que estás en los cielos
¿qué escuchas?
¿nuestros pecados?
6:50 pm (ante los cambistas)
¿Cuántas veces regresé del banco
con un dulce en la lengua,
con el saldo vacío ahorrado por mi tristeza?
Dólares, Pesos, Quetzales, Colones,
Euros, Yenes, Lempiras…
me sentía a punto de encontrar
el secreto de un grano de azúcar,
sentía que en un grano de azúcar
se podía esconder
la piedra fundamental de la amargura,
el cubo flotante que estallaba sobre el mar
y salpicaba de islas
el sueño de todos los náufragos.
Decirles no en cingalés,
decirles no gracias en francés,
decirles no en español, no, NO tengo ni para volver…
pero insistentes volvían a mí con sus billetes,
con las cifras ausentes de mi banco
con las deudas insalvables
unos tras otros en sucesivas lenguas
y el oleaje dentro de mi boca
ahogaba excusas y plegarias.
Veía
la dulce arenilla de la caña
creando sílabas en su ventisca.
Todas mis ruinas conducen a Roma.
Déjame ir en busca de ellas,
hacerles un museo.
Circa del 93
Amaba la poesía, esculpía aceras…
Todo fue borrado por los vándalos.
Circa del 98
Vi por primera vez la lluvia.
Toda nube fue saqueada por los vándalos.
Circa del 2000
La más hermosa ballena de sal
fue llevada de plaza en plaza,
hecha santuario, amada.
Toda ella sobrevivió a los vándalos.
Circa del 2005
Vi la partición del día y la noche,
la espera glacial en la isla de los godos
y los mimos elevados a categoría de héroes.
Todas sus estatuas
fueron derribadas por los vándalos.
Circa del 2009
Vi el mar con infinita atención,
vi oleadas de piratas saqueando las costas
y los vándalos pasaron al África,
ejercieron dominio
y bebieron hasta quedar ciegos
en los bares de Hipona.
He despertado al sentir las escobillas
limpiando mi agrietada nariz.
El funcionario de aduana me pide el pasaporte.
Dormía en el estrato 4 y aparecí
-ya duchado e iluminado- bajo los fríos reflectores.
“¿De dónde es usted?
¿Para quién escribe?
¿Cuánta tierra le tomará para volver a su tierra?”
Pocos se habrán sentido más viejos que yo,
una ruina sin glorias
que conduce a la nada.
Pero no era de la poesía que quería hablar.
Había algo menos trascendente
y no exigía palabras
porque hablar no es un texto que se recompone
y comienza a ser signo
hablar es la grafía de una mujer sola en una montaña
por ejemplo
o la transparente sinuosidad de un río en su último hilo
no
no era poesía a pesar de ella
no era poesía a pesar de mí
quería al menos definirme ante el espectáculo final de la carne
carne palpitante y explosiva
sudoración
carne tenue que sentía el frío y la molienda del tiempo
como suele ser cuando no hay testigo ni testimonios.
Soy un hilo que dejó de seguir la trama, rompí los mapas
y así hago mi camisa
con la que salgo varias veces al día
imantado
cubierto del polvo de los tornos
hecho a mano por un grafito gigantesco
que sólo marca lugares, rutas
o bosquejos.
Soy un punto, tal vez.
La conversación no era de poesía.
Era del silencio.
El sur queda a la izquierda,
el norte a la derecha.
A la derecha la osa polar
al sur la cruz del sur.
A la derecha las señales de no acelerar,
las estaciones solitarias,
el frío retén de los inmigrantes.
El sur tiene siempre fronteras con otro sur
y los pájaros lo saben
y no descansan hasta dar con él.
Yo siempre elijo las ventanillas que dan al sur.
Por la derecha suben siempre los policías,
por la izquierda
emigran los pájaros.
viernes, 10 de enero de 2014
De los libros olvidados: Sextos de lluvia
Martín ha hecho un trabajo de arqueólogo. Me muestra huesos que apenas reconozco míos. Hace un tiempo creí perder la sensación en mis manos, casi como una mutilación fantasma... ahora vuelvo a sentir aquel hormigueo...
Me pregunto si para hacer Sextos de lluvia el Fa se hizo noctámbulo, si aguantó ganas de matar, si los sueños se le hicieron añicos, si odiaría menos o más el mundo, si se acuerda de todo lo que en este libro puso, si el Fabricio actual puede acaso hacerse responsable de cada cosa escrita aquí.
http://martincalix.blogspot.com/2013/06/de-los-libros-olvidados-sextos-de-lluvia.html?spref=fb
Me pregunto si para hacer Sextos de lluvia el Fa se hizo noctámbulo, si aguantó ganas de matar, si los sueños se le hicieron añicos, si odiaría menos o más el mundo, si se acuerda de todo lo que en este libro puso, si el Fabricio actual puede acaso hacerse responsable de cada cosa escrita aquí.
http://martincalix.blogspot.com/2013/06/de-los-libros-olvidados-sextos-de-lluvia.html?spref=fb
martes, 7 de enero de 2014
Alejandro Hernández: “Nada se compara al dolor que sufren las mujeres migrantes centroamericanas” - Mario Casasús, Clarín, Chile
México DF.- En entrevista con Clarín.cl Alejandro Hernández (1958), escritor y periodista mexicano, habla de la novela Amarás a Dios sobre todas las cosas: “Todo lo que ocurre en mi novela está inserto en hechos de la historia, por ejemplo: describí cómo subió la migración, el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya, los secuestros y las violaciones a los derechos humanos que sufren los migrantes a manos de la policía y del crimen organizado, en mi novela leerán el contexto histórico de la migración centroamericana. Vería la novela como testimonial”. Durante 5 años, el periodista Alejandro Hernández entrevistó a cientos de migrantes para redactar el Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre el secuestro a migrantes (2009), y lo peor que escuchó fue: “La violencia de género, su vulnerabilidad, su indefensión y la humillación que sufren por parte de los policías, los narcotraficantes, losmaras y los polleros (traficantes de personas). Nada se compara al dolor que sufren las mujeres migrantes”.
MC.- Alejandro, durante 5 años entrevistaste a cientos de migrantes centroamericanos para redactar el Informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre el secuestro a migrantes. ¿Cuándo decides escribir una novela con la relatoría, el dolor y la tradición oral de los migrantes?
AH.- Muy pronto, una vez que entré en contacto con esta realidad, con los testimonios de los migrantes y con la observación directa quise hacerlo de inmediato, al año de entregar el Informe a la CNDH ya me había sentado a escribir la novela, pero sucedió que la literatura me dijo: “todavía no”, volví a los caminos de los migrantes y después de 5 años sentí que ya tenía “la autoridad” para escribir todo lo que había recogido. Me interesa mucho lo que ahora tú mencionas: “la tradición oral del migrante” para darle una sentido de mayor permanencia y conocimiento para los lectores que están muy lejos de esta realidad.
MC.- Escribes la novela en primera persona, ¿por un sentido de empatía ante el sufrimiento de los migrantes?
AH.- Yo ensayé escribir la novela en tercera persona, pero me sentí muy lejos, entonces entendí –o creí entender- que lo más conveniente era una primera voz. En efecto, los Informes que he elaborado informan, pero no necesariamente generan empatía; los Informes hacen saber, pero no necesariamente hacen sentir. Me di cuenta que escribir en primera persona me iba a permitir incorporar –espero que sin abusar- reflexiones internas, sentimientos, recuerdos y no solamente la relatoría de los hechos como tendría que hacerse desde la tercera persona. Yo estaba conciente de que en la novela no había grandes innovaciones formales, que no habría rupturas de tiempos, sería una novela muy normalita; los únicos espacios que no tienen la lógica lineal fueron los que se dedican a Waldo en casa de doña Olga.
MC.- Lineal en paralelo a la vía del tren “La Bestia”…
AH.- Exacto, para que fuera subiendo y bajando el ánimo de los personajes, para que el lector viva un viaje de esta naturaleza.
MC.- Los migrantes hondureños antes de cruzar México pasan por Guatemala y El Salvador, sufren por partida doble antes de subirse al tren “La Bestia”. ¿Por la doble condición de migrante ilegal eliges que el protagonista sea hondureño?
AH.- Cuando comencé a interesarme en el flujo migratorio la inmensa mayoría eran guatemaltecos y luego seguían los hondureños o los salvadoreños, pero de pronto, ocurre que en los últimos dos o tres años que anduve por esos caminos los migrantes hondureños subieron, de hecho superaron a Guatemala que es vecino de México y que tradicionalmente había sido el mayor generador de migrantes, pero ahora lo supera Honduras. Los testimonios más dolorosos, más crudos que recogí fueron de hondureños, cuando elijo la nacionalidad de quien será el hilo conductor de la novela, no tengo ninguna duda debía ser hondureño: porque superaron los números de Guatemala y porque sus narraciones me causaron un impacto más producto y desgarrador.
MC.- En la novela queda al descubierto la violencia de género, la migrante es vista como una “cosa”, ¿la mujer es una doble víctima de la migración?
AH.- La cosificación es un principio de la violencia de género, se agrega su vulnerabilidad, su indefensión y la humillación que sufren por parte de los policías, los narcotraficantes, los maras y los polleros(traficantes de personas). A veces encontraba 5 mujeres en un grupo de migrantes y les había pasado algo horroroso, de todo lo que vi y escuché lo que más me dolió siempre fue incorporarme a grupos de migrantes con mujeres que habían sido agredidas, nada se compara al dolor que sufren las mujeres migrantes.
MC.- Proteges los testimonios de los migrantes con el anonimato, tampoco están consignados los nombres de los policías que violan los derechos humanos; sólo aparecen un par de nombres reales: los sacerdotes Alejandro Solalinde y Flor María Rigoni (fundadores de albergues en Oaxaca y Chiapas). ¿“Amarás a Dios sobre todas las cosas” es una novela histórica o una novela documental?
AH.- Todo lo que ocurre en mi novela está inserto en hechos de la historia, por ejemplo: describí cómo subió la migración, el golpe de Estado en Honduras contra el presidente Zelaya, los secuestros y las violaciones a los derechos humanos que sufren los migrantes a manos de la policía y del crimen organizado, en mi novela leerán el contexto histórico de la migración centroamericana. Vería la novela como testimonial, decía Víctor Hugo: “cuando una sociedad está en crisis la literatura debe cumplir una función documental, para ver si se contribuye un poco a modificar para ese estado de cosas, como para que en el futuro se tenga memoria y estemos informados de que eso ocurrió”.
MC.- Las descripciones que hacen los migrantes suelen ser poéticas, por ejemplo al hablar de la “noche en México”, pero inmediatamente después tú citas el “Poema 20” de Neruda. ¿Los testimonios de los migrantes también son nostálgicos y poéticos o se trata de una licencia literaria?
AH.- Dice Vargas Llosa: “los campesinos de Rulfo no hablan como los campesinos de México”, pero recogen muy bien algo que hay en ellos, sin afán de establecer comparaciones, a veces el migrante centroamericano habla poco, a veces hablar con mucha cortedad, con monosílabos; a veces de pronto surgen expresiones maravillosas, lo que hago es tomar el estándar más alto de esas expresiones para establecer diálogos en una altura que paradójicamente nos conduce a una mayor profundidad, si bien tú dices: “es una licencia literaria”, está respaldada por muchas expresiones que de pronto el migrante saca cuando estás conversando con él, no es que siempre esté hablando así, pero de pronto dice: “si me voy a morir, déjame morir dando un paso”, parece la frase célebre de un prócer, pero me lo dijo un hondureño sin rebuscamiento, hay muchas expresiones que escuché, claro no andan hablando así por el mundo. A veces establezco esos diálogos sabiendo que no se pudo haber sostenido literalmente, pero si aparecieron algunas de esas expresiones: “las noches en México se hacen más grandes, el cielo es más grande”, cuando escuché eso quedé maravillado, yo sólo le doy cierto tratamiento literario.
MC.- ¿Este tratamiento de tu novela explica la falta de comillas, cursivas y dos puntos?
AH.- Este libro es producto de la observación y los testimonios, entonces me di cuenta que no podía transcribir textualmente los diálogos con los migrantes, no quería que los “dos puntos” estorbaran la narración, quería que el migrante hablara directamente en el párrafo y que el lector entrara en esa dinámica, por eso preferí eliminar los “dos puntos”, una vez que la editorial se interesó en el manuscrito, con acuerdo de la editorial decidimos que no íbamos a “puntuar” convencionalmente.
MC.- ¿Qué tipo de observaciones te hizo la editora de “Tusquets” antes de aceptar el manuscrito?
AH.- Cuando me avisaron que publicarían la novela me pidieron que incorporara un poco más de ambientación del lenguaje hondureño, lo cual hice en tres meses, también me pidieron que regresara a los caminos de los migrantes, yo no quería abrir la herida al regresar y volver a hablar con ellos, me sentí diferente, ya no era la adrenalina cuando redacté el Informe de la CNDH, regresé para tomar el ritmo del lenguaje del migrante.
MC.- ¿La editora de “Tusquets” piensa internacionalizar tu novela?
AH.- Me dijo que sí, piensan enviarla a Estados Unidos y Centroamérica.
MC.- Una vez publicado el libro, ¿has recibido el comentario de algún migrante centroamericano?
AH.- Tengo dos testimonios directos, de un migrante que estaba en el albergue del padre Solalinde en Oaxaca, el padre Solalinde presentó mi novela en México y tenía un ejemplar en el albergue, el migrante leyó mi novela en casa del padre Solalinde, él me dijo: “nosotros no sabemos decirlo y aquí está nuestra historia”, esa frase me parece de mucho valor. Otro migrante tuvo acceso a mi novela en un albergue de Naucalpan y también me dijo: “el libro me enseñó lo que había pasado, porque no estaba muy conciente”, son dos reacciones interesantes, las únicas que he recibido de migrantes. Por otra parte, el público en general ha sido muy receptivo, cuando hablamos del libro siempre es de manera muy emocionada, es un libro que sin caer en algo melodramático ha despertado la emoción, la sensibilidad y muchas lágrimas; yo espero que esa sensibilidad se esté expresando por el contraste del amor, con el sufrimiento y la pérdida, lo que yo no quise hacer fue un catálogo de eventos desafortunados, sino una combinación de vida, de esperanza, de ilusiones, que se contrasta con la realidad y el mundo terrible que se ha convertido México para los migrantes.
MC.- ¿Te interesa que los burócratas y los policías fronterizos lean tu novela?, ¿crees que todavía pueden sensibilizarse?
AH.- Creo que sí, en realidad creo que la novela puede tocar el corazón de muchas personas, no creo que el funcionario de Migración se sienta sorprendido, porque ellos saben de las violaciones. Me encantaría que a los agentes de nuevo ingreso del Instituto Nacional de Migración y en otros cuerpos del Estado les dieran a leer la novela, porque los actuales agentes ya cayeron en la corrupción y conocen la realidad de las violaciones y secuestros, ellos saben lo que pasa, son cómplices de los viejos vicios; en cambio, en los nuevos agentes habría que sembrar otra sensibilidad, que se dieran cuenta a través de la lectura de qué dolor puede haber en un migrante.
MC.- ¿Habías leído alguna novela sobre la migración centroamericana?, ¿conocías la temática de “La Mara” de Rafael Ramírez Heredia?
AH.- Para efectos de esta novela no leí nada, sólo la realidad que vi. Aunque sabía que Rafael Ramírez Heredia había escrito colateralmente sobre la migración en su novela La Mara (2004), él se queda en la frontera entre Chiapas y Guatemala, describe a una autoridad corrupta de migración y los maras. En cambio, yo no estoy hablando de un grupo que vulnera a los migrantes, sino de la delincuencia común, la delincuencia organizada, la policía municipal, la policía estatal, la policía federal, estoy hablando de todos los que violan los derechos de los migrantes, hay grandes diferencias entre mi novela y La Mara (2004), preferí no tener otro contacto literario, me quedé con la realidad que estaba viendo, que era terrible, las historias a veces me derrumbaban.
MC.- En tu novela leí una crítica a los sociólogos y sus estudios transversales que tratan de explicar la problemática del migrante con tecnicismos sin contrastar la realidad. ¿Algún académico de cubículo hará el respectivo Acuse de recibo?
AH.- Creo que esos estudios tienen validez, quise hacer el contraste, muchas veces me tocó ver cómo los migrantes decían: “por ahí andan unos muchachos universitarios haciendo su trabajo, nos hablan con palabras complicadas que no entendemos, intentando explicarnos el ‘fenómeno’ de la migración, se ve que son buenas personas, querían hablar con palabras raras, pero nosotros veníamos sin comer dos días, sin haber dormido bien”. No pretendo descalificar el trabajo de los sociólogos, quería acercar la experiencia del migrante con el contraste de los académicos que a veces no perciben la realidad, que es lacerante y terrible. Yo soy periodista y en la novela aparece un periodista y también se lleva su dosis de ironía, para reflejar esos detalles sutiles.
MC.- Finalmente, junto a José Luis Gómez recibieron la Mención Honorífica del Premio Letras Nuevas por “Los perros de la noche”. ¿Cómo fue la experiencia de regresar a la narrativa a dos manos?
AH.- Fue complicado, con José Luis escribimos una novela juntos hace algunos años, nos divirtió mucho, éramos muy jóvenes, la pasamos muy bien. Ahora dijimos: “¿Y si lo volvemos a hacer?”, conversando encontramos puntos de contacto y de imaginación en la ubicación histórica de la novela, simplemente nos pusimos a escribir, lo hicimos con pasión, con buen humor, volvimos a pasarla muy bien, espero que no defraudemos a los lectores.
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