En estos momentos, se me viene el rostro de un marero de la 18 con la mitad tatuada hasta en el último poro y con la otra mitad quemada.
Era el año 2005. Junto al poeta Samuel Trigueros y el teatrista y pintor Javier Espinal éramos voluntarios de un taller de arte dentro de la Maquila 18 en la Penitenciería Nacional en Támara. Hablábamos de poesía, se les enseñaba serigrafía.
El muchacho era sobreviviente del incendio en el penal de San Pedro Sula. 102 convictos de la 18 murieron calcinados y asfixiados en esa ocasión. La prensa hizo sus delicias publicando en primera plana los cadáveres y la opinión pública se cebó en ellos. "Al fin les borraron los tatuajes a esos demonios" decían los comentarios; "Sólo así aprenderán", decían otras y otros. El famoso cortocircuito era lo de menos igual que lo de ayer en Comayagua. Lo importante era que los policías les impidieron la evacuación y salvar sus vidas. En El Porvenir también dispararon y quemaron. 93 murieron en esa ocasión. Esta vez llegarán o pasarán de 400.
En una nación o Estado de Derecho esto sería suficiente para que renunciaran o expulsaran o juzgaran a todos los que tienen implicaciones en la seguridad de los reos y también, en despedir a todo o toda periodista que le haga relaciones públicas a la policía, en el intento de exculparlas. Pero no está sucediendo esto. No. Ni sucederá.
El gobierno de Pepe Lobo, del "humanismo-cristiano", pasa a ser el más violento y sanguinario de toda la historia de Honduras. Con premeditación y alevosía, ha montado una maquinaria insensible y atroz.
Pompeyo Bonilla, Marlon Pascua, Porfirio Lobo Sosa, Africo Madrid... son apenas cuatro nombres de los muchos respónsables de continuar la visión asesina de un Oscar Alvarez en la sombra.
FUERA ASESINOS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario