Creo que poco se entiende de poesía y del alma popular si no se puede reconocer que el entorno, el cosmos, el ser continúa siendo interpretado desde el instrumento estético del soneto. Las diversas corrientes literarias que han ido y venido aún no logran profundizarse en ciertas sensibilidades que mantienen el verso clásico como puntual razón de la belleza y no como un accidente del lenguaje (la rima) como se ha afirmado, accidente que demostró recursos inusitados y que comenzó a ser cada vez más elaborado. Esta afirmación se refiere a la belleza por sí misma que terminó siendo producto de la compulsión creativa en los siglos de conformación del lenguaje, del idioma.
Independiente a estos análisis filológicos, don Luis nos muestra este tríptico gracias a la colaboración del poeta Juan Carlos Zelaya, quien me lo ha hecho llegar. Su belleza es inevitable.
Especialista en Supervisión Escolar por la Escuela Superior del Profesorado, hoy Universidad Pedagógica Nacional "Francisco Morazán", Licenciado en Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras; Tercer Lugar , Juegos Florales de Santa Rosa de Copán 2011.
Actualmente reside en Comayagua desde hace varios años en donde labora como Secretario Municipal.
SONETO
POR LA ESPINA
La
espina rota en el umbral del frío,
envuelta
en mansedumbre de paloma,
espada
consumida en el aroma
pintado
por la flor en el estío.
Tristeza
y soledad. Su punta asoma
clavada
en el misterio del vacío
y
encuentra en cada punto de rocío
su punto de partida y lo
retoma.
Un
triángulo imperfecto se resume en el tímido
marco de la vela
henchida
por el viento del perfume.
Aguja,
flecha, lanza. Cualquier cosa.
Su
porte inconmovible me revela
que fue
la centinela de una rosa. (1998)
Huida
de la Rosa
Huyó la rosa urgida en su perfume
a un confín perdido en el silencio.
Se fue sin decir nada, y
sentencio
que envuelve su dolor y se consume.
Se fue la rosa y ahora yo presencio
en la brecha sutil que se presume
entre aroma y color, que no se asume
disuelta en la tristeza que evidencio.
Huyó la flor, y el día no es el mismo:
Quedóse ensombrecida la mañana
y la tarde se muere en el espejo.
La noche se convierte en un abismo
dejando entrecerrada la ventana
a un pálido destello en el reflejo.
Recuerdo de la Rosa
Esparció los efluvios
por la estancia
en circular visión
desde el florero,
y el ala de su
aliento pasajero
burló el límite azul
de la distancia.
Colocó su misterio
con esmero
desde el rojo
impregnado de fragancia:
vino tinto, corola
que lo escancia
como luz aromada de
un lucero.
La curva de su aroma
de algún modo,
entre la sensación y
la frescura,
quiso encontrar lugar
a su acomodo
dejando eternidad que
se presume
envuelta en el caudal
de la dulzura
del
místico vaivén de su perfume.
Especialista en S
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