Un pueblo tan pequeño, carajo, tan pequeñito y de montañas y gente tan bella... reducido a cenizas en su carne viva, reducida a espanto su esperanza, calcinada por tan pocos... Salgo a estas calles indiferentes, voy con mi Esteban de la mano, escuchando, escuchando. Son contados quienes hablan de los muertos en el penal de Comayagua, aunque la plaza bulla o haga ebullición sin alcanzar siquiera el número de seres humanos que se incineraron anoche.
Pienso inevitablemente en los campos nazis instalados en los alrededores de los pueblos... recuerdo las imágenes de los soldados estadounidenses forzando a los vecinos "inocentes" a que atestiguaran el horror de Dachau, de Bergen-Belsen... recuerdo los videos filtrados de Ruanda... y las declaraciones anestesiadas de la ciudadanía haciéndose la desentendida.
Han muerto 400 seres humanos ante nuestras narices! -quisiera gritarles. Quizá estas fotos de Paul Carbajal puedan ocupar el lugar de ese grito mudo e impotente. Quizá sea demasiado gráfico para tantos. Quizá.
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