LLAMADA
URGENTE
...A los patriotas que sonríen desde los escombros y la miseria,
resignados a su destino,
con la mirada baja y el orgullo putrefacto.
Escuchen todos aquellos que fabrican sus historias,
que viven venerando al dinero.
Ahora sólo son unos pobres diablos.
Ésta es una llamada urgente a la memoria oxidada,
a la cordura y la decadencia,
a la discreción y la hipocresía.
a las buenas maneras de sonreír y fingir que no pasa nada,
que todo sigue viento en popa,
que nadie se hunde.
Habría que bajarnos del barco sin suspirar por los buenos
tiempos;
sin piedad ni misericordia por nadie.
El gigante podría tragarnos uno a uno, reloj en mano;
atados a las prisas por seguir viviendo,
sólo para no darnos cuenta de que en realidad,
ya estamos muertos.
Habría que convertirnos en una horda de locos
y todos, a un mismo tiempo,
apretar el botón que destruye la cordura del otro.
Pero, ¡momento!…
que alguien más nos desenchufe del código
que nos encierra de 9 a 8.
La locura no es utopía.
Vagaríamos felices y simples.
Nos vestiríamos de palabras.
Calzaríamos nuestros sueños.
Navegaríamos con calma infinita sobre la desesperación,
sobre el absurdo consumo de los segundos vueltos centavos,
de las palabras que mienten,
para no dejar en un hoyo negro las buenas intenciones.
Demos un golpe de Estado contra la paz de las conciencias
abotagadas,
cómodamente instaladas en la apatía.
Habría que volvernos locos y olvidarnos de la saludable
compañía.
Derogar la costumbre de estar vivos,
sólo porque somos cobardes para morir.
Habría que golpear las murallas del otro;
derrumbar sus fantasías;
agobiarlo con nuestras verdades;
porque sin ellas, vivir es un continuo suplicio,
un ataque de suspiros por el mundo que no es,
que nunca será.
Las estrellas rotas no brillarán, el camino será difuso,
y aquello que llamamos tiempo
se convertirá en hoja y tierra,
en maíz y vida,
en luna, en carne, en hueso,
sin mandamientos,
sin moral.
Bailemos sobre las cenizas del tiempo
donde hacen su performance los suicidas
que decretan toque de queda a sus demonios,
siempre al grito del sereno fugaz.
Olvidemos la cordura porque somos rehenes
en un campo de concentración.
Perdamos el miedo a la muerte
sólo por que nos obliga a no poseer
ni siquiera el cuerpo.
Cantemos con las camisas de fuerza desatadas.
¡Rápido, alguien apriete el botón!
Hay que destruir al mundo,
Renacer en los jardines de la locura
donde la libertad no es discurso;
donde las palabras no sostienen un mundo de escenarios vacíos.
Subamos primero a los niños y los ancianos a la nueva arca del
profeta,
a quien luego lanzáremos por la borda,
en medio del motín más grande de la historia.
¡No necesitamos el orden de un cuerdo!
Mujeres y hombres vengan desnudos.
Suban impúdicos o quédense en el muelle
y ahóguense en su cómoda sonrisa idiota de no pasa nada,
no pasa nada,
nada…
Locos nos amotináremos contra todos los mecías,
incendiáremos las naves,
apretáremos el botón
y despertáremos en los jardines de la libertad.
¡Rápido! Pongan el dedo en la llaga del otro y no sean
hipócritas,
no cubran las suyas.
Desconéctense todos de la cordura.
Salten al abismo como los suicidas que deciden partir
por sobredosis de vida.
Tiremos piedras a los cruces del camino.
Comamos en el bufete de las ideas perdidas.
Bebamos las mieles de la esperanza,
y quememos los muelles,
para flotar infinitos sobre las aguas de la libertad.
DEMENCIA
Hoy ha nacido un nuevo demonio en la mente
de aquel que vive entre cuatro paredes.
Las venas saltadas,
la locura sembrada,
el horror y el dolor cosechados.
Vive entre cuatro paredes,
entre rocas de olvido fundido en acero.
El fango húmedo de su celda lo ha enmudecido.
Las patas de alacrán posadas sobre sus pestañas
y dos rayos de luz oscureciéndole el entendimiento,
le refunden en el infierno que construimos
para esconderlo bajo la alfombra,
para no aceptar que somos sus victimarios.
Ahí, los nervios crecen tan rápido como la selva
y el demonio recién nacido
crece sin tomar en cuenta el tiempo.
El temor se convierte en el único hilo de vida,
y la muerte sólo llega,
cuando el temor renuncia a seguir existiendo.
AVARO
De qué te sirve la riqueza si eres un avaro de sentimientos.
Para qué las bodegas, los anaqueles, las chequeras.
Para qué buscar la risa fatua, irónica, humillante.
No vales ni uno de los centavos que has incrustado en tu cuerpo
sólo para no perderlos
Sonríes a solas y luce el diente de oro
que clavas en las nucas de tus viejos amores,
a quienes llevaste a la bancarrota.
Observas en silencio.
Buscas el talón de Aquiles,
analizas el lugar de tu próximo golpe.
Apuntas, disparas, eliminas.
Al final, vuelves a la oscura soledad
donde te alumbra el brillo de tu avaricia.
Te desmoronas frente al silencio.
Frotas las manos,
capitalizas a solas y temeroso de la ambición ajena.
tu fortuna en silencio
Te aterras ante cualquier intención por abordar tus naves
y de un golpe, decides quemarlas.
Me pregunto si a caso anotas en tu bitácora de ganancias
todas las caricias y las palabras que me das día a día.
No sé, creo que mi deuda contigo,
podría ser mayor a cualquier otra.
Me aterras.
CONTAGIO…
Haz conseguido enfermarme de tristeza.
Los granos de arena siguen rejuntándose;
se hacen duna, luego, memoria.
Me desanimas constantemente por amarte;
hora tras hora dejas correr el tiempo,
luego me coges y susurras que me amas,
como si por decirlo en voz alta, rompieras una tregua.
Dejaré las preguntas a un lado.
Me descubro egoísta.
Me importa un bledo que puede hacerse ella;
lo que es mentira y lo que es verdad.
Día tras día, de a poco, vas dejando escapar las tramas de tu
vida.
Se van extinguiendo las dudas.
Se aclara el panorama, me atrevo a tomar la pista.
Me escudo de la terrible devastación
que esa chantajista me provocará con sus lágrimas de arsénico.
Trato de subirte a la nave que nos salvará de su diluvio,
y te aferras a danzar sobre cada uno de los segundos
que se vuelven granos de arena y se suman a las dunas del reloj.
Ella ha vuelto a reclamar lo que le pertenece.
Yo sigo juntando los granos de arena que has pisado,
Los amontono en las dunas de mi reloj,
del reloj que se resquebraja;
del reloj que resta las lunas de mi insomnio.
Segundo a segundo, los granos de arena se van sumando a mi
tristeza.
La cascada cósmica me arropa.
El reloj de arena da otra vuelta.