jueves, 16 de mayo de 2013
Iglesia y poder: los monumentos municipales de la derecha contemporánea de Tegucigalpa - Edgar Soriano
Amplios debates académicos en el seno de las universidades y en los círculos intelectuales han heredado una rica acumulación de conocimientos respecto al tema de la religión en las sociedades jerarquizadas a nivel mundial. El tema del concepto de religión visto desde una perspectiva ajena a la teología histórica a partir del siglo XIX por Darwin, Feuerbach, Comte o Freud ha logrado poner de manifiesto la realidad material. Pero, es la antropología, por ejemplo, una las principales disciplinas de investigación que ha profundizado en la cuestión, por ello tenemos importantes trabajos de Claude Levi Strauss, Malinowski, Marvin Harris, entre otros.
La sociedad se organizó jerárquicamente, donde Marx solamente encontró lo más parecido a la democracia (partiendo el concepto de origen griego poder del pueblo) en la sociedad primitiva, generando la sus estructuras socio-económica-política y su aparato ideológico edificado por la ritualidad y las festividad. El pensador francés, Guy Debord, a finales de la década de 1960 definía acertadamente el papel de los espectáculos en la “sociedad del espectáculo” garantizando el avasallamiento de la mentalidad colectiva que se somete frente las estructuras socio-económicas.
Al traer estas reflexiones de carácter académico es con el fin de tratar de analizar las cosas a la profundidad, sin caer en el envilecimiento de las copias distorsionadas y a la representación en vez de la realidad, como bien lo reflexionaba en el siglo XIX Feuerbach. Es decir, que para tener mayores criterios de la tradicional actitud de la burguesía incapaz de construir una nación liberal decimonónica –claro está, su mentalidad servil y colonizada solo ve las ganancias más allá de planificar un futuro- no debemos caer en las simpleza de discursos, de espectáculos políticos de poca monta, “bufonadas” polvorientas de las añoranzas de las viejas familias, etc…Se debe entonces tener la claridad al observar a los grupos burgueses, que se llaman liberales de pensamiento, pero que han seguido a lo largo del tiempo tomados de la mano con el poder religioso, que claro está, que frente a las mentiras del liberalismo garantizan el control mental de las mayorías poblacionales.
Tras el contexto teórico esbozado anteriormente, el personaje que lidera políticamente a la derecha del municipio del Distrito Central enfocó, entre otros temas, la edificación de monumentos a la religiosidad tras el miedo al descontento popular agudizado por el golpe de Estado de 2009 -evidentemente no es nuevo el asunto de la hegemonía que cae sobre el Estado en lo ideológico y lo económico- en la plaza Los Dolores y el Bulevar Suyapa.
El primer monumento aparece San Miguel Arcángel matando al diablo, que para las elites burguesas (periféricas en este caso) se encarna en la rebeldía de los hambrientos que delinquen, que piden en las calles y, por qué no decir, los “comunistas”. El otro monumento fue construido frente a la Universidad Nacional, principal centro de estudios y de producción de ideas críticas, donde muestra a la virgen de Suyapa, como la “unificadora”, portadora de la paz, la democracia, las “buenas costumbres” (que a fuerza tienen que mantener los excluidos en el ideal de las elites) y, además, es la patrona de las FFAA, quienes garantizan el sometimiento violento del autoritarismo actual.
La miopía de la derecha burguesa de Tegucigalpa es palpable en este tipo de proyectos, como fue hace unos años atrás el cristo del Picacho, donde se ponen de manifiesto las imposiciones de la alianza gobierno-cúpula de la iglesia, que en vez de planificar el crecimiento urbano y construir bases de participación ciudadana disimiles a la religiosidad tradicional que permitan desrruralizar a Tegucigalpa y Comayagüela lo que hacen es incentivar el caos en todas sus dimensiones. En conclusión el poder político y la iglesia siguen manteniendo en la praxis un accionar que intenta únicamente seguir manipulando vorazmente la mentalidad colectiva para garantizar que las elites sigan saqueando y entregando los recursos naturales al mejor postor al capital internacional. En otras palabras, administrar violentamente el caos para beneficiarse, mientras las mayorías poblacionales se vuelven presa del miedo y el engaño ante la hambruna y violencia generalizada…
E.S.
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