miércoles, 25 de junio de 2025

Crónica intraducible de mi viaje a Zhungguó - Parte 1

 


Atisbo

Al cruzar el Mar de Aral y avanzar sobre el desierto del Gobi, alcancé a ver que la silueta del avión se convertía en un caracter chino. Las alas se fueron curvando en forma de dos piernas abiertas. Era lógico reconocerme en un sueño así que supuse que, de alguna forma, mi ansiedad por llegar a Beijing, luego de 8 de las 12 horas totales de vuelo desde París, me estaban adelantado lo que buscaba aprender. Cerré los ojos entonces y comencé a despertar del otro lado de la luna Chang-É (diosa de la luna en la mitología china), hermana gemela de Coyolxauhqui (diosa de la luna en la mitología mexica) que nunca fue despedazada ni sorteada al pie de ningún templo de sacrificio. Un inmenso lienzo me estaba esperando.

Los huesos oraculares

Hace 1,300 años antes de la era Común, durante la Dinastía Zhang, se empezó a escribir las primeras muestras de escritura en Zhungguó (China). Se escribía sobre huesos planos y sobre caparazones de tortugas signos que presagiaban guerras, bonanzas, sequías, conquistas, paz. Era la llamada etapa jiaguwén de donde se derivó la evolución de lo que hoy conocemos como chino tradicional. En el año 2004 de nuestra era Común, se inició a construir el nuevo aeropuerto internacional Daxing, de Beijing. La enorme y ondulada construcción tiene forma de una estrella de mar, o de un fénix, o de un dragón que inicia a volar, pero yo alcancé a ver un enorme caparazón de tortuga en la terminal 3, y ahí aterrizamos. Cuando salimos al exterior, ya en las manos de nuestras cuatro inolvidables intérpretes Han Dong, Fang Bingbing, Jin Xingxi y Li Qianye del Beijing International Chinese College (BICC, institución al que el Ministerio del Comercio encargó nuestra formación), puede ver cómo decenas de caracteres aterrizaban en el caparazón de la tortuga de Daxing. Ahora, con la mínima -casi insignificante- comprensión del mandarín, puedo asegurar que la frase asombro infinito y gratitud estaba entre los arribos. ¨Todo presagio sucede en el inicio¨, dijo Ovidio, y así fue. Tuvieron que apresurarme para subir al autobús. China Popular empezaba ya a mostrarse en el cadencioso paso de sus cadetes de la Policía Armada del Pueblo (PAP) dentro de las instalaciones, dando pasos solemnes y ceremoniosos en un simple cambio de guardia, como si todo sucediera en medio de un desfile en la misma Plaza Tianamen. Y no, solo cambiaban de piso, tan rectos y delgados como pinos y proyectando un aura de respeto incontestable. La representación del respeto es en todo momento, pensé, la armonía del poder popular alcanza cada rincón y acto de la unidad humana más pequeña, y lo hace así, armoniosamente anónimo.

 

Traduciendo el orden cósmico

Los smartphone han roto la barrera del desconcierto. Los traductores simultáneos y el antiquísimo y universal lenguaje de señas suplen la incapacidad con el idioma. Eso más allá de nuestras cuatro intérpretes del BICC , que ya casi dominan del todo el xibanyá yu (el idioma español), que no es tan extendido aún en su enseñanza, pero que con seguridad irá en ascenso dado el interés de China en sus relaciones con Iberoamérica. Aún así, vamos aprendiendo con urgencia las palabras más necesarias, incluso para saludar a los dos robots de servicio que se deslizan por los pasillos del hotel, llevando y trayendo pedidos sin quitarle el puesto de trabajo a las incansables mucamas que, durante las semanas de estadía, van superando su lógica prudencia ante el extranjero hasta el momento ese en que nos saludamos en trunco chino y me ayudan a corregir el tono y la pronunciación con una sonrisa divertida. Lo mismo en el restaurante, en la tienda, todo cambia muy pronto hacia una amable normalidad llena de mucha curiosidad por nuestra procedencia. 


En ese punto los smartphones y los relojes traductores conocen su plenitud de existencia, como así me pasó con un niño de unos doce años en el sublime Templo del Cielo (Tiantán): al verme como una estatua pasando un aguacero de milenios, se me acercó y saludó en inglés de principiante. Lo saludé con cierta duda de si no era para un programa de videos incógnitos porque es más que raro que un niño se presente solo en el primer mundo. Pero la sonrisa y transparencia estaba en él que, de inmediato, activó su reloj traductor y empezó a platicar. Le deseé la mejor felicidad para su vida y la posibilidad de que conociera Centroamérica alguna vez. Creí que se había ido, pero regresó con una pregunta: ¿te gusta Zhungguó? Lo miré, recordé que ya habían pasado tres semanas hasta ese momento y le dije ¡me encanta! Se rio y volvió feliz a reunirse con su familia que me decía adiós de lejos en medio de esa preciosa plaza, espejo circular del cielo, lugar donde los turistas nos empinábamos para ver hacia adentro, hacia el fantasma de los emperadores Ming ofreciendo sacrificio mientras pedían por el correcto orden entre el cielo y la tierra, un orden, por supuesto, que mantuviera el esplendor y majestuosidad de un  cielo sostenido en los hombros de millones de campesinos chinos estragados por el hambre y el semi esclavismo aquí en la tierra. China no es solo del primer mundo, es de los primeros mundos, y en ese origen civilizatorio, la palabra y sus sonidos se equiparan a las emociones más sutiles de lo humano.

Significado y tono

No hay significado sin tono correcto, y como los cuatro puntos cardinales del universo, el ser humano (el ¨ren¨) se distingue de los bárbaros por la variación de cuatro posibles tonos en una sola sílaba. Y de ahí que ren sepa significar por igual lo sofisticado, el constructo, las sutilezas. ¨La postura es que el pensamiento verbal silencioso y el habla son un solo proceso, en el cual lo verbalizado no deriva su significado o valor de lo no verbalizado¨ sugiere Angus Charles Graham, el muy prestigioso sinólogo que me sirvió como guía de lectura en cada jornada, algo que la profesora Qin Shanshan confirmaba con paciencia en las clases de chino básico, el cual, sin temor a equivocarme, guarda una estrecha relación conceptual con la escritura ideográfica maya. En ese primer día de clases a finales de mayo, hubiera querido que el amigo David Franco (Balám) estuviera ahí, perplejo, así como mantenía a sus alumnos -incluyéndome- en los talleres de desciframiento del maya. ¨El chino es como un lego -nos decía la profesora Qin-, es de ir agregando sonidos a un concepto central y cambia el significado¨. Y yo pensaba en las emociones humanas que son como el viento o el agua que cambia de dirección y sigue siendo viento o agua, erosionando el paisaje, esculpiéndolo en diversas altitudes, valles, pozos profundos. Intenté escribir, entonces, mi primer caracter, ¨Shui¨, agua.

 

Toca una piedra

y aprenderás chino

Que el agua corra dos veces entre tus dedos

una vez pez

una vez agua

Toca una hoja y llegarás a la rama

agrégale nube y llegarás al cielo

 

Siente tu rostro en el espejo

Cielo rostro plaza

siente tu rostro allá en el cielo

 

Nombra a China desde el silencio

y desde el silencio serás un río numeroso

la muralla líquida donde se estrellan las palabras

en igualdad

indistinguibles.

(F.E.)

 

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