Aquí he estado haciendo fila junto a mendigos en los Wal Mart, he visto cómo entran a las comidas rápidas para comprarse combos económicos, me he quedado de una pieza al saberlos libres de circular en los mall mientras miran las vitrinas. Por supuesto que las enormes contradicciones que veo de fondo son más que suficientes para hacer un ensayo sobre el consumismo vs. marginación social, pero el detalle que resalto es esa convención social boricua que permite la presencia de la desventura sin proceder a negarla o cerrarle el paso con la brutalidad a la que estamos acostumbrados en Honduras. Eso me da una idea del carácter que ostenta esta sociedad tan tensionada por el colonialismo y que sin embargo mantiene una enorme reserva de solidaridad para lo cotidiano.
Las dos fotos corresponden a la tarde de hoy, en una sala de cine de San Juan. La señora entró porque tenía el dinero y quería comprar palomitas. Se las vendieron y sin más buscó donde sentarse. Para mi sorpresa, vació la bolsa de palomitas sobre la mesa y comenzó a comerlas una por una, despaciosamente, mientras murmuraba algo para sí misma. Nadie la molestó mientras lo hacía.
Fotos: Fabricio Estrada
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