Vale la pena prestarle un poco de atención a la teoría del
caos –paradójicamente- a la hora de intentar la recuperación del “orden y la
orientación de la lucha”.
Tomemos en cuenta que más que en un cuerpo doctrinal, la
Resistencia ha estado abrevando en la mentalidad y en la conducta que hemos
heredado desde la alienación cultural represiva, haciendo la salvedad –nada más-
en las asombrosas muestras de hartazgo que nos hicieron salir de manera masiva
a las calles. Pero las calles rápidamente se nos convirtieron en un placer en
sí mismo; las calles y las paredes. Las
calles no fueron tomadas. Los golpistas advirtieron nuestra fascinación de
vernos en multitudes y se apresuraron a regular la hora y la dirección de la
movilización y tuvimos que asumirlo hasta caer en un espacio de estupor e
inmovilidad.
Al darnos cuenta de que la movilización unificada no nos
conducía a la salida y a la ruptura del marco laberíntico, comenzó la
desbandada hacia lo que mejor instrumenta nuestra mentalidad tradicional: nos
separamos y comenzamos a buscar la salida por todos los rincones del laberinto,
desde nuestra propia intuición y desde lo que nuestra mentalidad asume con
mayor precisión, ya que vivimos en él: el caos (el movimiento no regulado).
La Resistencia como movimiento siempre fue un sistema complejo,
debatiéndose entre la necesidad del orden y el imperativo de cambiar
constantemente como respuesta a la represión, es decir, siempre hemos estado al
borde del caos, ese lugar donde ha sido necesario mantenernos en movimiento
para mantener el interés como también ha sido necesario el intento de crear
estructuras estables para mantenernos en pie antes del colapso y la anarquía
total (lo que Gramsci maquilló como espontaneidad).
Esta zona límite es una zona de permanente conflicto y
guerra. Encontrar el punto de equilibrio para la orientación de la lucha es el
asunto más delicado e importante de toda la generación de pensamiento que ha
dado nuestra Resistencia, antes de caer de manera definitiva en la incoherencia
y en la implacable disolución.
Es así que, como respuesta al inminente peligro de disolución, como en todo sistema
complejo amenazado, tendemos a encontrar
la solución más inmediata para sobrevivir entregándonos a la fe absoluta en las directrices rígidas y
totalitarias, ese terreno al que la oligarquía ha estado conduciendo
inexorablemente a la Resistencia, para asimilarnos e imponernos su ritmo. Para
imponernos la disolución o la adaptación.
Vale hacer notar que la derecha criolla también se encuentra
al borde del caos. Lo que llamamos oligarquía imperial, no comparte el mismo
destino o visiones de la tímida derecha costumbrista que no ha podido
insertarse en las autopistas comerciales de lo transnacional (por lo tanto no podemos
seguir definiéndola como oligarquía), así que, en la Resistencia tanto como en
la Derecha Criolla Golpista, compartimos el mismo laberinto, con la única
excepción de que la Derecha entiende que si se mueve demasiado aprisa en busca
de la salida terminará extinguiéndose, por
lo cual asume la inmovilidad y se adapta, aceptando nada más mínimos
cambios a su entorno y unas cuantas pero seguras gotas de agua y alimento
rutinario.
Forzar el cambio de un sistema complejo a uno simple y
sencillo (autoritarismo e imposición de líneas conductuales) podría costarnos
la historia del movimiento. Nuestra conducta histórica –desde esta perspectiva
de la teoría del caos- puede estar siendo
forzado hacia una dirección que el pueblo “no siente” en su caótica “auto-organización”
(espacio refundacional argumentado desde la conciencia movilizadora que exige
una sistemática y paciente formación a
largo plazo ) como también “la auto-organización” puede estar siendo
identificada por la inercia electoral inmediatista y urgente.
Y creo que vale la pena, hacerlo notar, e intentar la
búsqueda –ya sea teórica o práctica- de
un equilibrio que se adapte mejor a nuestra realidad política que, sin faltar a
la verdad, se ha desarrollado más en la práctica del caos que en la teoría de
caos.
Sólo debemos asumirlo y tendríamos ante nosotras y nosotros
una fuerza incontenible.
F.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario