El síntoma es
signo de fenómenos nocivos o constructivos. Brujos o chamanes –semiólogos con
talento– detectan lo que rompe la norma (cambios de temperatura, de color de
piel, erupciones en la dermis) y diagnostican lo que la continuidad enseña a
reconocer como atípico. Luego viene la estadística y registra los casos en el
tiempo hasta construir la tesis, y luego una teoría, descriptivas del evento y
precisa al síndrome, es decir un conjunto de señales que apuntan a conclusiones
probadas. La literatura médica exhibe diversos síndromes: de Down (triplicación
del cromosoma 21), de Estocolmo (el secuestrado comprende a su captor), de
inmunodeficiencia adquirida (defensas fallidas), de pánico (miedo compulsivo,
depresión), otros.
Pero no se ocupa
ser politólogo para sentenciar que los dirigentes políticos hondureños sufren
Síndrome de Malinche, nombrado así en memoria de la intérprete y concubina de
Cortés en México, igual titulada doña Marina en español, la puta, la infiel y
la chingada por supuestamente haber contribuido con traición a la derrota de
Moctezuma, lo cual no es verdad. Malinche era de clase alta, hija del jefe
indio de Paynala y por ende enemiga de los aztecas, y al aliarse con los
castellanos lo único que hizo fue defender su pueblo. Con todo, nadie le quita
la fama.
Por semejanza,
¿cómo se puede calificar a la élite gobernante de Honduras, constituida
mayormente por nacionalistas y liberales, sino malinchista? Durante cien años
de mando una tras otra vez han recurrido a agentes externos para que les
compensen su ineficiencia (y su complejo de inferioridad) y para ello han
suscrito infames acuerdos de entrega de soberanía y de bienes naturales en
espera de una supuesta riqueza patria que ellos mismos no pudieron fabricar.
Comenzaron, en el albor de la república (1838), por ceder el manejo espiritual
de la nación a sacerdotes extranjeros, y con ello la educación, la cultura y el
arbitrio moral.
De entonces
para acá la ética se concibe solo adherida a la religión, cuando es estrictamente
un canon de manejo personal íntimo independiente de la idea de dios.
Prosiguieron
hipotecando bosques y fuentes minerales, permitiendo que barcos ingleses
arrasaran los cedrales y caobales de la costa a cambio de impuestos miserables.
Luego esas mismas claques políticas –algunos de cuyos apellidos sobreviven
recubiertos con falsa prosapia, cuando en verdad descienden de probados
ladrones gubernamentales– se repartieron la tierra y generaron latifundios que
continúan entorpeciendo a la justicia agraria hoy. Incapaces de convertirse en
propios amos, lo hallaron fuera, y fue así como vencidos los ingleses amaron al
yanqui más allá de la decencia y el pudor: lo hicieron juez de diplomacia y
guerras, árbitro en disputas, consejero, director ideológico y cómplice
financiero y militar.
¿Cuál fue más
deshonesto malinchismo, es decir venta de la patria: la larga anécdota
vergonzosa del enclave bananero, con sus fraudes ferrocarrileros en el decurso
del siglo XX, o la prostibularia participación de esas mismas élites liberales
y nacionalistas en 1980, alcahueteando en el territorio a la Contra
nicaragüense?... ¿Acaso no entregan ciudadanos nacionales a justicias ajenas,
violando la norma constitucional que pena tal transgresión? ¿No eliminaron la
limitación de propiedad extranjera a 40 kilómetros de las fronteras para
favorecer capitales extraños? ¿No sometieron absolutamente la política de
relación exterior a regímenes foráneos? ¿No aprobaron a sotonoche un TLC
inconveniente a la economía, o desaforaron a la Corte Penal Internacional
contra crímenes de estadounidenses cometidos en el país? ¿No autorizan bases
castrenses externas, no hipotecan ahora ríos, valles, mares, incluso cielos en
desesperado esfuerzo neoliberal por agradar al amo? Las ciudades charter o modelo
no son, por ende, nada raro sino consecuencia de enfermizas personalidades que
nos gobiernan, esto es ausentes de conciencia cívica y adictos, como Malinche,
a la sujeción y la violación.
Obligadamente
tenemos que comenzar a estudiar la historia de Honduras desde otras
perspectivas, las psicopatológicas.
1 comentario:
Atinada examinación de la idiosincracia del político hondureño. Esto es lo que caracteriza a toda persona de mentalidad colonizada, sumisa al "amo" extranjero. Lo grave es que el síndrome del colonizado sea colectivo por contaminación o institucionalizado por concesión. Siempre he pensado que Honduras es más colonia que, digamos, Puerto Rico. Sólo un pueblo diezmado (colonizado)permitiria que edifiquen un templo sagrado al que no tendrán acceso.
Un cálido saludo a Julio Escoto.
León Leiva Gallardo
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