Las ilustraciones son de Allan McDonald, incluidas en el poemario de Juan Carlos
ENCUENTROS EN TEGUCIGALPA
Toda la vida nos han mentido. Nos han
dicho que ya no hay lugar para la nostalgia, para la poesía, para el amor, para
la amistad, que esto a lo que algunos llaman todavía mundo es una selva, pero
los acontecimientos que hoy evoco dejan desfasados esos criterios, recién
anduve en Tegucigalpa la del poeta Molina, la ciudad adoptiva de Rigoberto
Paredes, la ciudad incrustada en Paradiso y en Cinefilia, la ciudad donde –con
asombro-descubrí que hay mas carros que gente, la ciudad donde ya no hay
espacio aparente para el sosiego, ahí donde asisten todos los laberintos
posibles, tuve encuentros con seres especiales y los enunciaré por el orden de
aparición (como cuando existían aún los cines) a Rigoberto Paredes, con su
estampa barbada, el de la palabra apacible pero dura como debe de ser-según mi criterio-(tan
de moda ahora con los jueces en apuros) la palabra de los poetas en estos
momentos post golpe.
El Maestro Paredes me ofreció su estancia como si ese
preciso momento en que lo volví a conocer, hubiese permanecido intacto toda la
vida, (o tal ves la muerte) a la cual me confesó de viva voz que no le
preocupaba y lo cuento aquí porque no fue secreto de confesión y aunque soy de
Comayagua donde abundan los curas y las enfermedades no aspiro al sacerdocio,
luego conocí a Novoa en el lugar menos esperado; en el trajín de un periódico
con un nombre digno “El Libertador”, quien tuvo la gentileza de recordar mi
nombre, el que a veces hasta yo lo
olvido, quien me atendió muy gentilmente pero con el cual quedó el compromiso
de una plática pendiente.
Ya para finalizar el día y después de varios intentos
conocí a Fabricio Estrada, el poeta que no tuvo otra opción histórica de
escribir “Poemas contra el miedo” y descubrió con valentía que aquí: “Imposible
un ángel”, pero poco hablamos de literatura sino de todo lo que significa la
atrocidad retrógrada del golpe bajo del 28 de Junio del 2009, la persecución
verdeoliva de aquí y de las tierras “uribes y santas” que nos intentan someter
y no han podido; los verdugos que tienen la ley pero no la razón y que el
pueblo hondureño después de tanto letargo se levanta y no cree ya en ningún
pichinguito púrpura, ni en comisionados de aquí o de allá, bueno de tantas
cosas hablamos que a él y solo a él le confesé que la poesía “Este volver a
Honduras” de Jaime Fontana no me dejaba salir de estas “tierras de pan llevar” y
doy fe de su gentileza y desprendimiento de ponerme al día de la novísima
poesía nacional, me brindó de forma transparente su amistad algo que para mi
fue los mas valioso que me sucedió en esos días de ajetreo y cansancio para
gente como yo de provincia, acostumbrada a una ciudad triste; que por la poesía a tiempo y la compañía
invaluable hicieron renacer la esperanza y la solidaridad.
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