viernes, 18 de agosto de 2017

Óscar Borge - Nicaragua-Honduras

Foto: Fabricio Estrada


Poema para Oskar.

Yo también quise un tambor de hojalata
callar al pájaro negro de un redoble
detener el tiempo y sus balas
atizar la voz contra el vidrio.

Yo también nací bajo el jazz de una mariposa
con una luna de campos de algodón
entre el tap de los tacones de mi madre

Soñé polvo efervescente
sobre la mano de mi vecina,
coleccioné estampitas;
y me robaron los ojos más abiertos del universo
en mi primer visita al circo.

Me enamoré de mis enfermeras
y la profesora de geografía
fui lapidario de cada ladrillo que cayó en Berlín
quise hacer cine, jazz y esperanzas…

Yo también mi querido Oskar
toco el tambor de hojalata
¡Me niego rotundamente a crecer!



Palabra, has venido acá a ser liberada,
a ser la rueda que hace andar
 el mundo de los sueños,
a ser el agua que lubrica el universo del hombre.

Vienes del llano de un solo rostro
porque otro es acá tu cuerpo, otro es tu espíritu.
Eres la más grande estampida de los olvidados,
pájaro que surca rompiendo el viento.

Palabra, has venido a ser la catarsis
del volcán que festeja el otro instante que esconde
la aurora de los ángeles.

Palabra, eres el músculo del rostro
de esa niña que llaman deseo.

Vienes de la soledad de los escogidos,
vienes del árbol de la dignidad,
vienes a la metamorfosis
del pan que da de comer solo a los hambrientos,
a ser el círculo de la celebración.

Otra eres en este ritual. Palabra,
has venido a ser liberada,
a ser la mano que roba el fuego y la devuelve al hombre.



81

Aquí estuviste
siglos atrás
desde la leyenda del barro que pintaba rojo y negro
la montaña en el rostro de los indios.

Esta es la vida, dijiste,
la punta de la lanza con que la muerte da la vida
la selva de septentrión que la lluvia atesora
porque es el agua
donde la selva cuenta la verdad de su credo
por qué doña Anita te esperó siempre en sus rezos
en sus rosarios estabas
entre sus dedos y los misterios
y vos en la selva, en su cuerpo de agua
soñando lanzas y molinos
amando el azul de los ojos que vieron el futuro
vos también viste el azul de la poesía
la catedral en llamas de Managua
la ceniza, las banderas.

Luego llegaste vos, don Tomás, doña Anita,
y todos los demás
intemporal tu cuna
como el testamento de la luna blanca.

He aquí vos, otra vez siendo noche
en el testimonio de las muchachas
las que salen de los ríos
con sus pechos desnudos
como si en mis manos moldearan el redondo deseo
del que tus manos -ahora mías- dibujaron.

Con tu mirada dejas
el pilar cuando en la cárcel esculpías mi espina dorsal
el canto
que desde tus dioses de la furia y tus demonios de ternura
huían de todas las prisiones;
vos lo sabes
todos los presos eran los dueños de tu canto
los dueños de tus torturas
las paredes fueron pájaros
que dejaron sobre el cielo la amenaza: si Tomás muere…
y los push and pull con sus bombas
no derribaron ni un dedo del eco
ni el tatuaje del grafito que se adentraba en las barricadas
ni los demonios ni los dioses
esos jamás se derriban con bombas de fósforo blanco
ni los meteoritos borran el agua
que desde la selva traía el dibujo de tu celda.

Estas acá
tu canto 
y en mis dedos el peso que cae como gotas de lluvia
cada letra de tu máquina de escribir.
Tus lentes que todo lo leyeron:
los besos fugitivos de todas las mujeres
los abrazos de despedida de los amigos en los aeropuertos
acá esta, el Dios ausente del amor de los prostíbulos.

Todas tus cartas las he leído siglos atrás
cada paso que se tiñó en rojo
la casa de tus vecinos
la casa de tus abuelos
el recio roble neurálgico que en Matagalpa dejaste
todos los secretos de las casas clandestinas
todo me lo has dejado
cada día en cada cárcel por cada país de este istmo
cada río con el laberinto de su arena
el río de la Segovia con su arrechura a las canoas
el sabor a hogar que solo un guerrillero puede degustar de la carne de un mono.

Las estrellas:
las que se fugan los sábados en la soledad de los cerros
las otras estrellas que nunca regresaron
se fueron al mar a la claridad de las rocas.

Todo me lo has dejado
el dolor de la tortura
los clavos que ruedan en el suelo del Gólgota
los tuyos, los de todos
los ángeles de la loma de Tiscapa
quienes decidieron ser el agua
porque Managua es el agua que la tierra esconde
eso desde aquel día
en el monte La Calavera del campo Larreynaga
en que dejaste en mi mano los casquillos
con la sentencia
que solo deja la memoria.



La travesía del peón

Un peón cruza el campo de batalla
va indemne viendo pasar a su lado
el festival de los caídos
ve envejecer los caminos
paciente hasta llegar a su meta
hasta que en su último movimiento
atraviesa una crisálida
y en un acto de metamorfosis
se vuelve otro u otra
en su renacimiento.




¡Oh, sí se suavizara de pronto en nuestro tacto La piel de este silencio que ahora nos ahoga Y nos fuera posible olvidar, dioses...
 Yorgos Seferis
Han entrado a mi casa con avionetas y barriles explosivos; han pintado sus paredes con la baba de la muerte y la llamaron verdad, tomaron pieza a pieza, con sus ojos vigilantes, sin permitir que ningún murmullo del viento asome sobre el prado de la tierra. Día a día han dado mil nombres llamativos a la humedad y la luz, día a día han entrado a la luz para llamarla sombra, para estrujar fuegos artificiales de su miel, y dárnosla de beber en brebajes prefabricados; día a día se han adueñado de la oscuridad han hecho de ella fantasma y polvo. El refinamiento de sus métodos es su oficio de bisturí, siglos a siglos han tomado con hordas y pretorianos mi casa, derrumbado cada cimiento, hecho retazos y ceniza.
En un día el fuego ajeno, la espada ajena ha evaporado la infinitud de las mariposas que vivían en el ático, espantado el mar quien desde mi ventana huyo dejando menos que el suspiro de un desierto. A la noche la adornaron de bagatela, cortaron toda vena que alimentaba las estrellas y socavaron la tierra nocturna, a las fieras con la luz de sus ojos los disecaron hasta dejar de ellos salones interminables en grandes museos y zoológicos.
Han tomado mi casa con un ejército de dioses, quienes marchan con sus truenos a un compás.
Edifico mi casa como un mortal cualquiera, para que a cada instante estos dioses arremetan contra ella, aún dentro de mi han poseído parte de mi alma, han sembrado un árbol seco dentro de mi coraza. Que puede un simple mortal contra dioses.



En mi bicicleta el aire que se celebra en mi rostro es la libertad encontrada, esté aire no es sino el palacio de Circe y el asfalto es el camino para la soledad de mis dos ruedas; yo te bautizo como mi compañera ¡oh bicicleta!, como la plegaria al viento de la patria que no tuve, como el verso limpio de tu manubrio; como el canto de sirena que deja la brisa de un océano. 


Todos, siempre
estamos viajando
con equipaje o con los bolsillos vacíos
con la mirada en el reloj
como si el aire se detuviera a contar la arena de la playa cada vez que la arrastra
todos llevamos un Ulises en nuestros huesos
vamos buscando el hogar, la patria, el amor, y hasta el pasado
vamos buscando el reconocer nuestro nombre frente al espejo
para que un día caprichoso no volverte un completo extraño
es como abrasarte con desesperación al mástil de tu propio barco, para no caer ante cada tormenta que cae
es andar entre el vaivén del hilo en las manos de las Moiras y los hilos que teje quien te arrastra a la vida
el tiempo es el mar que siempre ve un destino, pero no conoce el retorno
el tiempo es también el puerto en una tarde nublada.


Dedicatoria. (Versión eléctrica)
Pregunta de un niño a su madre
Hush now baby, baby, don`t you cry
Mother, Pink Floyd

Cuánto dolor  mora en el alcázar de tus pestañas
en qué momento arcillaste en tu espalda la nitidez de los astros
qué sinfonía ejecuta tu cuerpo
acaso habita en tu mirada el vórtice del barro.

Por qué la insurrección de tus alas
derrumbar el protocolo de lo posible
tu amor atalaya
qué rincón espectro acústico detonan tus fusiles.

Qué semiótica de ángeles te estudia
por qué tu amor cariátide.


Óscar Borge Mejía, nicaragüense, abogado, máster en derecho de las telecomunicaciones y tecnologías de la información por la universidad Carlos III de Madrid, Master en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid; especialista en Diseño y planificación de campañas políticas. 8 años como diplomático en el servicio exterior de Nicaragua en las embajadas de Honduras y España. El 2012 público su primer poemario de nombre: “Is There anybody out there?”, el 2016 público su segundo poemario en Costa Rica “Ulises 2016”. Ha sido incluido en la antología de poesía iberoamericana en poetas sin sofá, Castellón, España e invitado al festival de poesía de San José, Costa Rica el 2016.












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