Foto: Fabricio Estrada
Poema para Oskar.
Yo también quise un tambor de hojalata
callar al pájaro negro de un redoble
detener el tiempo y sus balas
atizar la voz contra el vidrio.
Yo también nací bajo el jazz de una mariposa
con una luna de campos de algodón
entre el tap de los tacones de mi madre
Soñé polvo
efervescente
sobre la mano de mi vecina,
coleccioné estampitas;
y me robaron los ojos más abiertos del
universo
en mi primer visita al circo.
Me enamoré de mis enfermeras
y la profesora de geografía
fui lapidario de cada ladrillo que cayó en
Berlín
quise hacer cine, jazz y esperanzas…
Yo también mi querido Oskar
toco el tambor de hojalata
¡Me niego rotundamente a crecer!
Palabra,
has venido acá a ser liberada,
a ser
la rueda que hace andar
el mundo de los sueños,
a ser
el agua que lubrica el universo del hombre.
Vienes
del llano de un solo rostro
porque
otro es acá tu cuerpo, otro es tu espíritu.
Eres la
más grande estampida de los olvidados,
pájaro
que surca rompiendo el viento.
Palabra,
has venido a ser la catarsis
del
volcán que festeja el otro instante que esconde
la
aurora de los ángeles.
Palabra,
eres el músculo del rostro
de esa
niña que llaman deseo.
Vienes
de la soledad de los escogidos,
vienes
del árbol de la dignidad,
vienes
a la metamorfosis
del pan
que da de comer solo a los hambrientos,
a ser
el círculo de la celebración.
Otra
eres en este ritual. Palabra,
has
venido a ser liberada,
a ser
la mano que roba el fuego y la devuelve al hombre.
81
Aquí
estuviste
siglos
atrás
desde
la leyenda del barro que pintaba rojo y negro
la
montaña en el rostro de los indios.
Esta es
la vida, dijiste,
la
punta de la lanza con que la muerte da la vida
la
selva de septentrión que la lluvia atesora
porque
es el agua
donde
la selva cuenta la verdad de su credo
por qué
doña Anita te esperó siempre en sus rezos
en sus
rosarios estabas
entre
sus dedos y los misterios
y vos
en la selva, en su cuerpo de agua
soñando
lanzas y molinos
amando
el azul de los ojos que vieron el futuro
vos
también viste el azul de la poesía
la
catedral en llamas de Managua
la
ceniza, las banderas.
Luego
llegaste vos, don Tomás, doña Anita,
y todos
los demás
intemporal
tu cuna
como el
testamento de la luna blanca.
He aquí
vos, otra vez siendo noche
en el
testimonio de las muchachas
las que
salen de los ríos
con sus
pechos desnudos
como si
en mis manos moldearan el redondo deseo
del que
tus manos -ahora mías- dibujaron.
Con tu
mirada dejas
el
pilar cuando en la cárcel esculpías mi espina dorsal
el
canto
que
desde tus dioses de la furia y tus demonios de ternura
huían
de todas las prisiones;
vos lo
sabes
todos
los presos eran los dueños de tu canto
los
dueños de tus torturas
las
paredes fueron pájaros
que
dejaron sobre el cielo la amenaza: si Tomás muere…
y los push and pull con sus bombas
no
derribaron ni un dedo del eco
ni el
tatuaje del grafito que se adentraba en las barricadas
ni los
demonios ni los dioses
esos
jamás se derriban con bombas de fósforo blanco
ni los
meteoritos borran el agua
que
desde la selva traía el dibujo de tu celda.
Estas
acá
tu
canto
y en
mis dedos el peso que cae como gotas de lluvia
cada
letra de tu máquina de escribir.
Tus
lentes que todo lo leyeron:
los
besos fugitivos de todas las mujeres
los
abrazos de despedida de los amigos en los aeropuertos
acá
esta, el Dios ausente del amor de los prostíbulos.
Todas
tus cartas las he leído siglos atrás
cada
paso que se tiñó en rojo
la casa
de tus vecinos
la casa
de tus abuelos
el
recio roble neurálgico que en Matagalpa dejaste
todos
los secretos de las casas clandestinas
todo me
lo has dejado
cada
día en cada cárcel por cada país de este istmo
cada
río con el laberinto de su arena
el río
de la Segovia con su arrechura a las canoas
el
sabor a hogar que solo un guerrillero puede degustar de la carne de un mono.
Las
estrellas:
las que
se fugan los sábados en la soledad de los cerros
las
otras estrellas que nunca regresaron
se
fueron al mar a la claridad de las rocas.
Todo me
lo has dejado
el
dolor de la tortura
los
clavos que ruedan en el suelo del Gólgota
los
tuyos, los de todos
los
ángeles de la loma de Tiscapa
quienes
decidieron ser el agua
porque
Managua es el agua que la tierra esconde
eso
desde aquel día
en el
monte La Calavera del campo Larreynaga
en que
dejaste en mi mano los casquillos
con la
sentencia
que
solo deja la memoria.
La travesía del peón
Un peón cruza el campo de batalla
va indemne viendo pasar a su lado
el festival de los caídos
ve envejecer los caminos
paciente hasta llegar a su meta
hasta que en su último movimiento
atraviesa una crisálida
y en un acto de metamorfosis
se vuelve otro u otra
en su renacimiento.
¡Oh,
sí se suavizara de pronto en nuestro tacto La piel de este silencio que ahora
nos ahoga Y nos fuera posible olvidar, dioses...
Yorgos Seferis
Han entrado a mi casa
con avionetas y barriles explosivos; han pintado sus paredes con la baba de la
muerte y la llamaron verdad, tomaron pieza a pieza, con sus ojos vigilantes,
sin permitir que ningún murmullo del viento asome sobre el prado de la tierra.
Día a día han dado mil nombres llamativos a la humedad y la luz, día a día han
entrado a la luz para llamarla sombra, para estrujar fuegos artificiales de su
miel, y dárnosla de beber en brebajes prefabricados; día a día se han adueñado
de la oscuridad han hecho de ella fantasma y polvo. El refinamiento de sus
métodos es su oficio de bisturí, siglos a siglos han tomado con hordas y
pretorianos mi casa, derrumbado cada cimiento, hecho retazos y ceniza.
En un día el fuego
ajeno, la espada ajena ha evaporado la infinitud de las mariposas que vivían en
el ático, espantado el mar quien desde mi ventana huyo dejando menos que el
suspiro de un desierto. A la noche la adornaron de bagatela, cortaron toda vena
que alimentaba las estrellas y socavaron la tierra nocturna, a las fieras con
la luz de sus ojos los disecaron hasta dejar de ellos salones interminables en
grandes museos y zoológicos.
Han tomado mi casa con
un ejército de dioses, quienes marchan con sus truenos a un compás.
Edifico mi casa como
un mortal cualquiera, para que a cada instante estos dioses arremetan contra
ella, aún dentro de mi han poseído parte de mi alma, han sembrado un árbol seco
dentro de mi coraza. Que puede un simple mortal contra dioses.
En mi bicicleta el
aire que se celebra en mi rostro es la libertad encontrada, esté aire no es
sino el palacio de Circe y el asfalto es el camino para la soledad de mis dos
ruedas; yo te bautizo como mi compañera ¡oh bicicleta!, como la plegaria al
viento de la patria que no tuve, como el verso limpio de tu manubrio; como el
canto de sirena que deja la brisa de un océano.
Todos, siempre
estamos viajando
con equipaje o con los bolsillos
vacíos
con la mirada en el reloj
como si el aire se detuviera a
contar la arena de la playa cada vez que la arrastra
todos llevamos un Ulises en
nuestros huesos
vamos buscando el hogar, la patria,
el amor, y hasta el pasado
vamos buscando el reconocer nuestro
nombre frente al espejo
para que un día caprichoso no
volverte un completo extraño
es como abrasarte con desesperación
al mástil de tu propio barco, para no caer ante cada tormenta que cae
es andar entre el vaivén del hilo
en las manos de las Moiras
y los
hilos que teje quien te arrastra a la vida
el tiempo es el mar que siempre ve
un destino, pero no conoce el retorno
el tiempo es también el puerto en
una tarde nublada.
Dedicatoria. (Versión
eléctrica)
Pregunta de un niño a su madre
Hush now baby, baby, don`t you cry
Mother, Pink Floyd
Cuánto dolor
mora en el alcázar de tus pestañas
en qué momento arcillaste en tu espalda la
nitidez de los astros
qué sinfonía ejecuta tu cuerpo
acaso habita en tu mirada el vórtice del
barro.
Por qué la insurrección de tus alas
derrumbar el protocolo de lo posible
tu amor atalaya
qué rincón espectro acústico detonan tus
fusiles.
Qué semiótica de ángeles te estudia
por qué tu amor cariátide.
Óscar Borge Mejía, nicaragüense, abogado,
máster en derecho de las telecomunicaciones y tecnologías de la información por
la universidad Carlos III de Madrid, Master en Democracia y Gobierno por la
Universidad Autónoma de Madrid; especialista en Diseño y planificación de
campañas políticas. 8 años como diplomático en el servicio exterior de
Nicaragua en las embajadas de Honduras y España. El 2012 público su primer
poemario de nombre: “Is There anybody out there?”, el 2016 público su segundo
poemario en Costa Rica “Ulises 2016”. Ha sido incluido en la antología de
poesía iberoamericana en poetas sin sofá, Castellón, España e invitado al
festival de poesía de San José, Costa Rica el 2016.
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