Foto: Fabricio Estrada
La
guadaña alza la voz, grita
eufórica mientras trabaja.
Vuelan por los aires miles de hormigas
invisibles gusanos, insectos.
El pasto se estremece y
uno a otro se alertan sobre la matanza.
Es un holocausto
el que causan las manos del hombre
cuando quiere hacer de la tierra
un jardín.
Inspiración
La poesía no irá
ni más lejos ni más hondo
que yo misma.
Atrapada
dentro de esta jaula
al diario mirar que son mis ojos
al diario pensar que ocupa
todas las horas de mis días
atrapada
a estos dedos solo superficie
sin vislumbrar el fondo
ni al pez ciego
luminoso entre lo oscuro.
Pobre poesía mía
pobre
sobreviviente parásita
asida a mis costillas
sin poder plantarse
tierra adentro
colgarse del sol
o del ala de un pájaro.
Amarrada en esta piel
a esta carne
a estos huesos.
¿A
dónde van los pájaros muertos?
¿A dónde, los que no mueren por el
atropello de un coche
o en el campo por la bala de un niño o
de un hombre?
¿A dónde van cuando fallecen de enfermos
o de viejos?
¿Por qué no caen como frutos de los
árboles?
¿Como piedras?
¿Por qué no se ven sus cadáveres por los
suelos de los bosques,
las calles, las aceras, el césped de
todos los jardines?
Quién los entierra, antes que puedan los
niños
y los poetas verlos deshacerse a la
intemperie,
callados, quietos.
Homicidio
¡Viva la
cacería!, grita el tirano.
La sangre de una joven dibuja
un corazón sobre las piedras
rota la cabeza como un cuenco de barro.
A pesar de la quietud
la falda arrastra todavía la reciente
carrera
el caudal entre las venas
la libertad blanca de los muslos
contra el viento.
En su mano izquierda guarda
una manzana invisible.
¡Han de caer para siempre los incómodos!, ordena.
¡Tanto sueño
estúpido!
¡Que se atrevan
a sentirse protegidos creyendo que,
por ser
muchos, no nos temblará la mano!.
La sangre de una joven dibuja
un corazón sobre las piedras…
La dulzura, inerte, se pudre como una
flor.
¿Cuál habrá sido su pecado?
Horrorizados los vientos se arrodillan,
los pájaros, las ventanas, las puertas,
los ratones.
Las moscas por su propia voluntad
se hacen unas solas con los vidrios
las sopas, las aguas estancadas.
Nadie puede ni quiere el movimiento.
Moverse es pecar tres veces,
cometer un sacrilegio.
Hombres, mujeres y niños se tapan la
boca
con las manos, permanecen a oscuras
guarecidos en sus casas.
Las nubes atónitas atraviesan con sus
ojos
la debacle
sin llorar.
¡Réquiem! ¡Réquiem!
La sangre de una joven dibuja
un corazón sobre las piedras…
Por milésimas de segundo
el mundo abandonado de sí mismo
es un cuadro al óleo, una pintura:
la sangre seca por el suelo
junto al rostro
dibuja un corazón.
Reinicia su indiferencia
el segundero del tiempo.
Comienza otra vez el olvido.
Al filo del bisturí
Siempre
cada tantos días
luego de tu espalda o de la mía
a la velocidad del rayo
por el aire se desliza
dibujándose una herida.
Delgadísimo corte inflige el bisturí
en el último segundo:
Es una mano torpe
—no la tuya—
la que raya la piel de agua
hasta que llora
desviada del camino de los ojos
y se desliza
hacia la punta de los dedos
y es poema
y agua derramada.
El amanecer
atravesó las
sombras
silencioso
se coló por las
ventanas
derramó amarillo en
las alcobas
despertó a los niños
durmió a los insomnes
y alivió a los
enfermos
matándoles la
noche.
Y si no llegase la luz
y el pescado
y el pescado
sobre el mesón se
pudriera
sin cocerse
y la calamidad se viniera
montaña abajo
hasta asentarse en nuestra
esquina protegida del alma
si se hiciera de noche
aún siendo día
jamás nunca amaneciera
y el mundo
las plantas
tu rostro
se volvieran gris
y gris
y humo
y yo despareciera
entre la niebla…
sin cocerse
y la calamidad se viniera
montaña abajo
hasta asentarse en nuestra
esquina protegida del alma
si se hiciera de noche
aún siendo día
jamás nunca amaneciera
y el mundo
las plantas
tu rostro
se volvieran gris
y gris
y humo
y yo despareciera
entre la niebla…
La
luz y la sombra constituyen la casa.
Sin
ellas no sería lo que es:
boca abierta
de un lobo,
cuenca
de un ojo con mirada impasible.
La luz
hace combustión,
cuece la
risa, los alimentos
y la
sombra esconde en los
armarios
vestidos
que como pañuelos llevan siglos
secando
lágrimas, miedos.
Ambas,
luz y sombra, combaten por la vida.
En mitad
de la lucha caen en sus brazos
los
niños que dan su primer grito
y
devorados, padres, tíos, abuelos,
perros,
gatos, pájaros diversos.
La casa,
jamás quieta, cruje, se estremece,
con sus
paredes como velas
atraviesa el
tiempo.
Nosotros
dentro de ella somos simple polvo
que algún
viento sopla cada tanto
y
desaparece.
Porción de realidad
En el lienzo de la
noche
el canto del gallo
hace una grieta
por donde atraviesa
la mañana.
El perro negro sale
de su ensueño
orina contra el
árbol y ladra
haciendo coro en la
distancia.
Un pájaro, inmóvil,
regresa volando de
su luna
abre el pico y se
transforma en piano.
El cielo despliega
sobre la tierra su cuerpo de mujer ilímite
donde navegan los
aviones las aguas
los gigantes
movilean sus espejos verdes contra el viento
en sus brazos y los
frutos,
se arraciman como
ciudades atestadas de soles.
A mis pies, fulminado
contra el suelo,
un pequeño cuerpo
tejido en plumas yace inerte
sin poder respirar
más la tierra.
Nadie se inmuta.
Sólo el poeta.
Cada día que
amanece es el primero,
nada recuerda que
hubo ayer, piensa.
Hacia
adentro
adentro
en vertical descenso
he pretendido sobrevolar el abismo
ver desde su subterráneo cielo
la tierra y a mí misma.
Lluvia roja he visto caer de mis
heridas.
Y sin embargo, todo lo emprendido
absolutamente todo
ha sido vuelo.
María Tabares
(Bogotá, Colombia).
Poeta y narradora egresada de la Escuela de Escritores de México,
SOGEM. Ha formado parte de talleres de poesía, narrativa, dramaturgia y guión
en España y México, y ha sido publicada en revistas y antologías en Colombia,
Ecuador, México y Francia. Actualmente vive en Bogotá.
Reconocimientos:
-Libro de poemas Y cae y suena y nos invade. Segundo lugar. Museo Rayo y Ediciones
Embalaje, Colombia, 2010.
-Libro de poemas, La luz, poemas de sombra. Premio Nacional de Poesía. Museo Rayo y
Ediciones Embalaje, Colombia, 2011.
-Cuento Cinco
minutos. Tercer lugar. Concurso
Nacional de Cuento, Fundación La Cueva, Barranquilla, Colombia, 2012.
-Libro de poemas Los Sombra. Mención de Honor. Premio Nacional de Poesía Ciudad de
Bogotá, Colombia, 2013.
Otras
libros publicados:
-Las Poetas del Megáfono, México, 2008.
-La tortuga feliz (libro de artista), La
Diéresis Editorial Artesanal, México, 2012.
-Álulas, El Ángel Editor, Ecuador, 2014.
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