Vagabundo
En ninguna
parte
de la tierra
me puedo
arraigar
A cada
nuevo
clima
que encuentro
descubro
desfalleciente
que
una vez
ya le estuve
habituado
Y me separo siempre
extranjero
Naciendo
tornado de épocas demasiado
vividas
Gozar un solo
minuto de vida
inicial
Busco un
país inocente
Vigilia
Una entera velada
tendido al costado
de un compañero
masacrado
con su boca
desencajada
vuelta al plenilunio
con la congestión
de sus manos
penetrada
en mi silencio
he escrito
cartas llenas de amor.
No me he sentido nunca
tan
aferrado a la vida.
No Gritéis Más
Dejad de matar a los muertos,
no gritéis más, no gritéis,
si les queréis todavía oír
si esperáis no perecer .
Tienen un susurro imperceptible,
no hacen más rumor
que el crecer de la hierba,
alegre donde no pasa el hombre.
Quietud
1931
Las uvas maduras, el campo arado,
La colina se recorta en las nubes.
En los espejos polvorientos del verano
la sombra
ha caído,
Entre los dedos inciertos
Su destello es claro,
Y distante,
Con las golondrinas vuela
La última angustia.
La Piedad
1
Soy un hombre herido.
Soy un hombre herido.
Y yo quisiera irme
y llegar finalmente,
piedad, a donde se escucha
al hombre que está sólo consigo.
No tengo más que soberbia y bondad.
Y me siento exilado en medio de los hombres.
Mas por ellos estoy en pena.
¿No sería digno de volver a mí?
He poblado de nombres el silencio.
¿He hecho pedazos corazón y mente
para caer en servidumbre de palabras?
Reino sobre fantasmas.
Hojas secas,
alma llevada aquí y allá…,
No, odio el viento y su voz
de bestia inmemorable.
Dios, ¿aquéllos que te imploran
no te conocen más que de nombre?
Me has arrojado de la vida:
¿me arrojarás de la muerte?
Quizá el hombre también es indigno de esperanza.
¿Hasta la fuente del remordimiento está seca?
El pecado, qué importa
si ya no conduce a la pureza.
La carne apenas recuerda
que tuvo fuerza una vez.
Loca y gastada está el alma.
Dios mira nuestra debilidad.
Queremos una certeza.
¿Ya ni siquiera te ríes de nosotros?
Compadécenos entonces, crueldad.
No puedo seguir amurallado
en el deseo sin amor .
Muéstranos una huella de justicia.
Tu ley, ¿cuál es?
Fulmina mis pobres emociones,
libérame de la inquietud.
Estoy cansado de gritar sin voz.
2
Carne melancólica
donde una vez pululó la alegría,
ojos entreabiertos del despertar cansado,
¿ves tú, alma demasiado madura,
lo que seré caído en la tierra?
Está en los vivos el camino de los difuntos,
nosotros somos una riada de sombras,
y ellas el grano que explota en el sueño,
de ellas es la lejanía que nos queda
y de ellas la sombra que da peso a los nombres.
La esperanza de una gran sombra
¿sólo es esto nuestra suerte?
¿Y no serías tú más que un sueño, Dios?
Temerarios, por lo menos un sueño
queremos que sea semejante a ti.
Es parto de la locura más clara.
No tiembla en nubes de ramas
como pájaros de la madrugada
al borde de los párpados.
En nosotros está y languidece, llaga misteriosa
3
La luz que nos aguija
es un hilo cada vez más sutil.
¿Sólo deslumbras matando?
Dame esta alegría suprema.
4
El hombre, monótono universo,
cree acrecentar sus bienes,
y de sus manos febriles
no salen, sin fin, más que límites.
Pegado al vacío,
a su hilo de araña,
no teme ni seduce
más que a su propio grito.
Evita el desgaste haciendo tumbas,
y para pensarte, Eterno,
no tiene más que blasfemias.
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