Está
claro que toda negociación con el régimen es una especie de harakiri, un
ceremonial suicidio del movimiento social.
Pienso
que mucho de esta idea insensata de negociar irremediablemente viene de un
problema esencial que nadie quiere reconocer para no causar
"malestares" a la conducción de izquierda, y que en sí es una atrofia
en la mentalidad general histórica del liderazgo en Honduras: NO SE LE QUIERE
DAR RELEVO GENERACIONAL AL LIDERAZGO.
La
derecha demostró que sus líderes durante el golpe eran hombres y mujeres
rancias cuya senectud representaba la más profunda anacronía con el empuje
social que dio la cuarta urna, un empuje que, más que otra cosa, fue la llegada
de la ansiada modernidad al Estado (un Estado moderno es aquel que permite la
efervescencia de todos sus contrastes y los aprovecha. Una mentalidad moderna
se da en un ciudadano que vive en un estado de efervescente y vital contraste).
De
igual forma, en el FNRP existe una desmedida sobreprotección a los cuadros
históricos de la izquierda, hombres y mujeres que se han dado cuenta que la
Resistencia es la coyuntura real que tanto promovieron durante años, pero que
en todos esos años de lucha se volvieron viejos y viejas por lo cual ahora
temen no alcanzar "el cielo en vida". Defienden con uñas y dientes su
historicismo y consideran que los primeros en entrar al reino ansiado son
ellos, y no solamente para abrirles las puertas a las nuevas generaciones, sino
que también para guiarlos dentro del cielo.
Esa
es la auténtica causa de la falta de audacia en sus decisiones y del
enajenamiento que han transferido a un grupo de "jóvenes" que están
convencidos que sus padres y madres son los indicados para seguir con la
conducción. Evidentemente estamos hablando de otro patriarcado y caudillismo,
lastimosamente muy interiorizado, lo que ha hecho que durante la asamblea del
26, estos hayan votado por hombres y mujeres llegados a la tercera edad en
menoscabo de un acuerdo previo: "Se le dará privilegio la JUVENTUD
en la votación para delegados". Fue realmente triste ser testigos del cómo
se traicionaban a ellos y ellas mismas, pero de igual forma, fue satisfactorio
el comprobar que esta realidad de la atrofia generacional es auténtica.
Así
que en este fundamental aspecto, los liderazgos en Honduras -tanto de izquierda
como de derecha- se encuentran en un punto muerto que no lleva a ningún lado,
así que los formalismos, las danzas protocalarias previo a la batalla frontal,
se seguirán dando, como se dieron en las antiguas tribus de todo el mundo,
desde los Tlaxcalteca Vrs Mexicas hasta los Zulúes Vrs Boers.
Hay
que darle paso YA a la juventud, con todo y su radicalidad predisposición serán
-por naturaleza- la emulación activa que hizo de Alejandro Magno la solución al
nudo gordiano.
Otro
punto, es el absoluto desconocimiento de las fuerzas que organiza el Imperio
Gringo, desde las morales estructurales hasta las militares geopolíticas. Los
gringos han organizado moralmente a Honduras y conocen el terreno de "lo
hondureño", el "modito" (como dice el maestro Rafael Murillo
Selva). En ese terreno se afianzan las regulaciones jurídicas, más por
mentalidad que por doctrina. Seguir peleando dentro de ese terreno fortalece a
la derecha imperial. Es necesario recrear en Honduras el Código Pashtún afgano
que ha impedido durante siglos el sometimiento de la zona, algo que Alejandro
Magno comprendió e intentó revertir casándose con la bactriana Roxana.
Refundar
el país significa refundar las concepciones morales, dispersar las fuerzas
identitarias que los gringos nos manejan al dedillo, sacar la directriz
citadina y repartirla por el campo, ahí donde el COPINH, MUCA, OFRANEH y otras
organizaciones han demostrado una movilidad única que fue -precisamente- el
éxito del paro cívico anterior. Es decir, el paro cívico demostró que la
movilidad que el imperialismo sufre no está en las reglamentadas marchas de
Tegucigalpa, sino que en aquello que retoma fuerzas originarias y territoriales
con las que ellos no están para nada acostumbrados.
¿Nos
recordamos, entonces, de Ho Chih Minh y de la lucha a niveles de conciencia
natural y profunda basadas en el territorio? Paradógicamente, las lecciones de
extrema juventud nos siguen llegando de momentos cumbres de la humanidad que
fueron tales por su naturaleza anti sistémica.
Fabricio
Estrada
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