El poeta me ha dado un lujo: "publicá la segunda parte si te parece" ¿Si me parece? ¡pero poeta, qué cosas dice! ¡Me encanta esa frescura que ha puesto a rodar en esos Cadillacs! Puedo ver incluso el paisaje de la Ruta 66 (la U.S. Route 66, The main street of America, The mother road, la Will Rogers Highway...) con su memoria descapotable y sus valvulas bombeándole al corazón todas las velocidades que uno es capaz de aguantar con la cara al viento.
En 1985 la Ruta 66 fue sacada de la red de carreteras federales, así como el cd fue elevando su auge y quitándole el ruido al long play del rock clásico, pero entonces, comenzó el mito, y los Cadilacs por siempre fueron aquella presencia alargada que atravesaba la libertad con sus fantasmas rebeldes.
Poeta Gonzáles, gracias, usted dirá cuándo subo el resto.
SEGUNDA PARTE
I
A mí me hubiera gustado
haber manejado uno de esos Cadillac.
El blanco, por ejemplo.
Gregory Corso tenía uno.
“Fantasma” se llamaba.
En él escribía versos y
hacía cabalgatas
al sur de las praderas.
Qué lástima que tuvo que
venderlo
unos meses después
por culpa de una
borrachera en la frontera.
II
DRIVING MISS DAISY
La señora Daisy tuvo uno
del 55.
En él viajaba
tarde y noche
y cuentan sus viejas
amistades
que hasta dormía en él.
Le gustaba subir y bajar
las empinadas
y bien podadas colinas de
su pueblo
y visitar las tristed
iglesias luteranas.
Lo vendió en el 62 en una
subasta
a favor de los negros de
Alabama.
III
El Pink
Cadillac de Clint Eastwood
corrió millas y millas
hasta que quedó
derrumbado
en una acera de Hollywood,
con el motor sangrante
y unas bielas retorcidas
en la memoria.
IV
No se puede confundir un
Cadillac
con un T. Rex,
pero ambos en su tiempo,
fueron dueños y señores
de sus mundos.
V
El sueño de mi padre fue tener uno.
Pero tuvo que conformarse
con un Chevrolet del 56
en el que daba, siempre
que podía,
la vuelta al mundo en
soledad.
VI
Elvis Presley nunca tuvo
un Cadillac.
Qué raro.
Pero tuvo un Mustang, un Oldsmobile,
un Ford celeste, un
Serrano gris,
un Pontiac del 50, un La Salle
Benjamín,
un Terranova y una
guitarra cromada
en el asiento de atrás,
pero nunca tuvo un
Cadillac.
Algo verdaderamente malo
tuvo que haberle pasado a su memoria.
VII
James Dean no murió en un
Cadillac,
pero ese día,
en todas las carreteras y
autopistas del mundo,
apagaron sus motores
y se negaron a rodar por un instante.
VIII
Las funerarias de
Alabama,
tenían unos Cadillac
largos y brillantes
donde conducían a los
negros
que se morían de viejos o
de tifus.
Después
eran lavados, aceitados,
y el perfume de los muertos
desaparecía para siempre de sus
loderas.
IX
En la Gran Ruta Blanca,
había un aparcadero,
tan grande como el
Kremlin.
Cuando por fin cerró,
los Cadillac que quedaron
fueron devorados por el
frío
y las ratas del desierto
encontraron bellas madrigueras.
X
En mi cama,
a unos centímetros de mi
soñadora cabeza,
se levanta la gran puerta
blanca
de un Cadillac 56 en picada.
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