Hijo. Prendé las pantallas.
Las pantallas que interceptan el tráfico prometiendo la belleza sin amor.
La isla está en guerra con todos los países del mundo y no lo sabe, los huracanes no la tocan porque la isla es su centro, los cazas de combate hicieron migrar sus gaviotas y todo parece tan sereno. Prendé las pantallas de los bulevares, hijo, ya encontré la forma de conectarles Skype para verte, que todos nos vean dentro de la capsula espacial enviando palabras que solo tienen historia en la íntima luna de ambos.
Me preguntás sobre los parques y están vacíos. Hubo un Emilio Zapata que fue a la guerra de Corea.
Era de Guaynabo y regresó este año sesenta y seis años después de haberse negado a morir en los espléndidos arrozales del 51. Me preguntás sobre los abuelos y están en los asilos. Asilados, exiliados, asilados políticos de la gran nación de los jóvenes juegan domino en pequeñas mesas y basta empujar a uno para que todos los demás caigan en una ola de marfil que tiene sonido a huesos,
interminable oleada da tres vueltas a los cabos y siempre falla en la última
pieza que no cae que oscila ante las voraces cajas del wal mart.
Esta isla está en guerra con todos los países del mundo. No está en la retaguardia del huracán, está en su centro y Cristo la proteje.
1 comentario:
Triste, cierto, hermoso. EL lenguaje hermosea una realidad tan dura, tan terrible.
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