jueves, 20 de septiembre de 2018

Primer aniversario de María en Puerto Rico

Una sofocante y masiva presencia de polvos del Sahara sobre Puerto Rico conmemora el primer aniversario del paso del Huracán María. ¿Hay niveles definidos para estas nubes agobiantes que utilizan la misma autopista de los huracanes para llegar hasta las Antillas? No estoy seguro, pero esta nube tiene que ser categoría 5. Es por turnos: un año viento, el otro arena. No me extrañaría que aún no se me me haya dicho que después de un huracán masivo las calles se inundan de calamares gigantes a los que se debe devolver al mar antes que comiencen a apestar. Así es la radical dinámica climática de la isla, todo aderezado con un septiembre donde el calor se mantiene en 38 grados centígrados o más. La postal se oculta y solo algunos valientes se van a tostar a las playas. No sería extraño, por igual, ver a los paracaidistas playeros prendidos en fuego súbito.

En este aniversario, marcado por la negación de Trump a aceptar los más de 3 mil muertos de María, la sociedad puertorriqueña se mantiene aún bajo la sorpresa del severo golpe. Y no es para menos, María vino a asolar la isla justo cuando la Junta de Control Fiscal inauguraba con saña sus recortes y la huida hacia Estados Unidos alcanzaba alarmantes cifras. María, entonces, vino a aligerar las cosas, a barrer, a poner en condición de maqueta todo un territorio anímico y geográfico. Y sin duda, es como maqueta que se ve Puerto Rico desde los planes de Washington. Le he comentado a algunos cercanos que en la cabeza de los nuevos inversores-invasores coloniales, Puerto Rico debe verse como un fabuloso campo de golf al que estorban un sinnúmero de comunidades. Los resorts deben crecer como hongos sobre el cartón de las salas de conferencia y si aún no se ha dado el paso es porque no encuentran como explicarlo con humanidad. En fin, con una desarticulación catastrófica (categoría 5) a nivel de los movimientos sociales y con un entreguismo (categoría 6) más que absoluto por parte del gobierno del ELA más corrupto de la historia (palabras del mismo Trump), el futuro inmediato de Puerto Rico se presenta bajo una ordenada evacuación del tipo "señores y señoras, nos movemos en este momento hacia la quilla; por favor, sigan a su guía de más confianza (escena alterna de la película Poseidón, o en su defecto, el film del barco dado vuelta)".

De manera visceral, este es un aniversario del que nadie quiere acordarse porque no se sabe si con huracán María o sin él las cosas debieron ir mejor hace un año. El doloroso impacto de los más de 3 mil muertos es tan profundo y al parecer tan evasivo en su manifestación social, que puede compararse con los miles de soldados muertos de Boriken que han muerto en los campos de batalla hacia donde la Metrópoli los mandó a combatir, ya sin nacionalidad, solo encuadrados en las estadísticas de los programas de ayudas para los sobrevivientes.





Paseo José de Diego, Río Piedras-San Juan, en los años 80 y ahora, 2018.

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