lunes, 5 de marzo de 2018
Deja vú desde la otra orilla
Las marejadas en Puerto Rico están alcanzando alturas record: olas de 20 pies (aprox. 7-8 metros) se estrellan con fragor espumoso y erupciones espectaculares contra los arrecifes de toda la costa norte de la isla. Desde mi ventana veo las enormes filas del océano a la carga, desplegadas todas sus banderas en un intento de anegar de una buena vez todo lo que encuentre a su paso. La sensación me lleva a la tarde del 27 de noviembre del año pasado, en Tegucigalpa, cuando decenas de miles nos congregamos ante el Tribunal Supremo Electoral en una mezcla de celebración y afirmación de que no permitiríamos que se nos quitara el triunfo electoral. La Alianza de Oposición contra la Dictadura había hecho lo suyo en las urnas y ahora se aglomeraba incontinente ante las costas de la Honduras liberada del nacionalismo.
Fuimos espuma, fragor, pero la bahía estaba plagada de un fondo ralentizador que nos impidió llegar con toda la fuerza más allá de la acumulación. Porque la historia política de los pueblos va más allá de lo que se mueve y ve en la superficie, siendo la cultura estructurada de dominio una auténtica plataforma submarina que define lo que arriba, a ras de cielo, pareciera imbatible. Gaviotas, veleros, crepúsculos, iridiscencias turquesas, todo eso es bello y más aún si se contempla desde la orilla, pero la verdadera acción acompaña a la belleza cuando los momentos son cruciales. Belleza y acción, entonces, espuma y espolón de proa para partir la quilla del opresor. No en vano se acostumbró en la antigüedad a tallar bellísimos mascarones de proa en son de embestir y triturar al enemigo sin perder la elegancia.
Recuerdo cómo electricidad el rumor que llegaba desde todas las calles ese 27 de noviembre y, en un segundo de pestañeo, el sistema dictatorial hondureño volvió a rearmar el malecón cuando ya nuestra fuerza entraba a las construcciones sólidas de la vanguardia represiva. Olvidamos el arrecife, su coral que no desperdicia momento para ajustar su habitat alrededor de los naufragios. También así actúa el pueblo sometido: logra sobrevivir bajo el agua y se aferra a la plataforma creando intrincados diseños relacionales. No será la simplicidad de la ola la que socave sus estructura de supervivencia enajenada; mucho menos la espuma, aunque parezca erupción.
La marejada en Honduras ha alcanzado cifras record de movilización histórica continua: seis graves momentos hasta la fecha desde el 2009, pero el concepto de lucha sigue asentado sobre la idea republicana de la toma del poder sin ni siquiera habernos independizado de nuestra condición neo-colonial.
El océano erosionará las costas, sí, moverá y hará mayor deriva en los continentes, pero el esfuerzo reclamará años, décadas, si no estamos conscientes de la capacidad plástica y adaptable del coral sistémico.
F.E.
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