Queridísimo
Fabricio, pasan los dias y siempre con lo pendiente pasando a convertirse ya en
impagable deuda, en resplandor que ciega. Buen amigo, no ha sido este un año
fácil en mi vida, sin embargo redentoras compañías han estado cerca de mi,
parece que a veces, cansado corazón. Una de ellas, más que salvífica, más que
rotunda , ha sido la compañía de tu libro, de tu impresionante manifiesto de
rebeldía y conciencia, un libro esperado de ti por todos los que de ti
conocemos el don y el rigor de tu talento y tu trabajo, sencillamente
perturbador en la índole de la inteligencia y sin duda una de las más
conmovedoras visiones de lo que al otro lado del mar es hoy la lengua viva de
Góngora y Hernández, las alas de tus palabras creando la posibilidad verdadera
de la justicia, que es la verdad de la belleza. Tu libro es espléndido,
conmovedor, renovador, nuevo, exacto, pleno, sin fisuras, como este conmovido
abrazo que ahora te mando y que has de repartir con Mayra y el niño. Más abrazos.
Juan Carlos Mestre
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