Surinam tenía el espacio justo para que la gente
se abrazara siempre.
Tan pequeño y hermoso era
que los ríos eran uno solo
aunque en los mapas lo mostraran surcado
de azules venas como los brazos de Shiva.
Los pájaros de la selva
le pusieron nombre a su capital
y por eso, cada vez que alguien decía Paramaribo
los árboles desataban el vuelo
y se llevaban la semilla de un niño
hacia todos los rincones del mundo.
Mucho le costó a los ingleses vencer la resistencia aborigen
pero poco le costó a los holandeses hacer a un lado a los
ingleses.
En 1980 hubo un golpe de Estado
y las vacas enflaquecieron durante 8 años
y así no había cómo quedarse
con el tal Bouterse ordenando la muerte de todos
en un diciembre tan verde que dolía.
Nunca pensé vivir otro golpe de Estado
y mucho menos morir por él,
sin embargo
la memoria todo lo junta y vuelve un nudo los pulmones
y ya no se puede respirar cuando uno ha creído encontrar una
patria
y vienen los mismos desde el fin del mundo
y comienzan a recordarte la muerte
balazo a balazo
y en medio del estruendo uno escucha las mil lenguas
con que los pájaros formaron la voz Paramaribo
y uno escucha el llanto y los gritos
Y de pronto se ve cómo los brazos de Shiva comienzan la
danza
y un ave espléndida nos toma el alma
para regarla por todo el mundo, de nuevo,
como la semilla múltiple de un niño que nace
sin recordar absolutamente nada.
1 comentario:
Que triste la muerte de Emo, que hermosas apalabras Fabricio. Alguna vez vendrá la oportunidad para que nuestros muertes dejen de ser motivo para escribir poesía o ensayos. La muerte duele a los vivos, tal vez esa muerte violenta, salvaje, dirigida contra todos los que resisten sea sólo recuerdo pero que sirva tambien para fortalecer nuestra esperanza por un país mejor.
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