Un primero de junio del año 193 d.C, Septimio Severo entraba en Roma para proclamarse emperador.
De tez trigueña, baja estatura y complexión delgada, Septimio Severo provenía de Leptis Magna (actual Libia), ciudad romana del norte de África; de sangre púnica e italiana por su madre y bereber por lado de su padre, fue el primer emperador de “provincia” en toda la historia del imperio.
Septimio toma el poder apoyado por las legiones que comandaba en Panonia (actuales Hungría, Austria, Rep. Checa y Rep. de Eslovaquia), luego de la gran quiebra financiera de las arcas imperiales, provocadas por los continuos excesos de Cómodo y de los “emperadores soldados”, justo en la desastrosa época en que los pretorianos subastaron (sí, literalmente) el trono imperial al mejor postor, que en este caso fue comprado por el multimillonario senador Didio Juliano.
Didio Juliano no duró mucho, pero pasó a la historia como la primera persona “privada” en hacer compra directa de semejante poder, es decir, el pre-figuramiento de todas las posibilidades bursátiles en la conformación de un imperio.
Septimio se reveló Severo en toda su expresión y comenzó una “re-ingeniería financiera”, privilegiando el salario de los soldados, aumentando los subsidios a los pobres, fortaleciendo el sistema jurídico y reorganizando Egipto “como una provincia autónoma con derecho a fundar sus propias instituciones”. Volvió la vista a la Mesopotamia (que estaba un tanto descuidada), venció a los sólidos partos y destruyó Ctesifonte, en cuyo asedio murieron alrededor de 100 mil personas.
Murió en York, Britania el 9 de febrero del 211, no sin antes pronunciar en su agonía la famosa frase con que se le recordaría: “Mantened la paz, enriqueced a los soldados, burlaos del resto”.
Barak Obama nació en Honolulú, de sangre keniana por su padre, norteamericana por su madre, vivió en Yakarta… amó a los soldados, le dio otra cara al imperio, se rodeó de un equipo multi racial, emergió de la peor quiebra virtual financiera tras los años de los “presidentes soldados Bush, Clinton y Reagan”, restructuró el sistema judicial, volvió sus ojos a Afganistán, la hizo su provincia, arrasó Kandahar y está organizando la transición pacífica de Egipto, permitiendo la salida de Bubarak para que se creen “las condiciones naturales en los deseos del pueblo egipcio…”
¿Y la venta del Imperio al mejor postor? ¡Ahh! Pues los chinos ya están ofreciendo una suma.
Carpe diem, fortunae!
F.E.
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