Esto de arrancarse los botones del esternón y mostrar el forro de los pulmones. Esto de romper el cinto de la pelvis y deshilar la costura de los muslos e ir siguiendo la rotura y amarrar, y crear el puente muscular a pura fibra, hilada tras hilada tejiendo la manta cruda del invierno artificial.
Esto de imaginar al pescador del Ulúa que no imagina, que sólo percibe la blandura de un cadáver que platica con los peces, burbuja a burbuja en su morse triste, el pescador del Ulúa o de la miasma del Choluteca, que se imagina regresando a casa con un cadáver para el sembradío, espantajo descosturado, prócer de los pájaros, amuleto para cuervos.
Esto de sacar la cabeza del bolsillo y fumársela con cautela. Esto que amarga el almuerzo y es un grano de arroz donde está escrito mi nombre, mi nombre en la feria antigua bajo la rueda, la rueca, la perilla que abre todos los misterios.
Esto
es
impracticable.
F.E.
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