Dos hombres con camisetas naranja se cruzan en la esquina. Ninguno de los dos tenía que ver con el otro. Se apestan, como antiguos fantasmas egipcios.
Uno lleva un diario enrollado bajo el brazo y el otro unos papeles de tramitador que le sirven de parapeto contra el sol.
Sus camisetas naranjas son de segunda y las prefieren para los días de sol. El periódico enrrollado trae malas noticias y algunas veces se empuña, como arma. Otras veces es una estafeta para llegar en equipo a la muerte. Dos esquinas no pueden reunir tanto albedrío a la misma hora. Cuatro esquinas no pueden convertirse en cuatro espejos. Sólo el hombre se repite. Sólo dos tipos desconocidos podrían vestirse igual y encontrarse y no suceder nada.
F.E.
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