Ayer por la noche vi un escualo blanco, nítidamente merodeándome. Algo sangraba en mí que lo atraía, inexorablemente.
Lo vi acercarse, detenerse. Dentro de él, dos rémoras se aprestaron a bajar de su lomo pero la corriente del golfo se hizo poderosa y tortugas, mantarrayas y cangrejos pugnaron hacia adelante y obligaron al escualo con su inercia.
Mi herida coaguló. Fui como un esqueleto de pez abandonado en la arena. Lo seguí con mis cuencas vacías y supe de pronto que regresaría y así lo hizo, girando sobre sí mismo, enfiló de nuevo hacia mi torpe rincón de mar. Bajó la velocidad, mantuvo la sonrisa en su cromada dentadura y se marchó.
Fui un patético esqueleto de pez husmeado por el espanto.
Traducción:
Ayer, a las 8 de la noche, mientras esperaba taxi a la salida de mi trabajo, un Hilux blanco, doble cabina y sin placas se detuvo frente a mí con vagas intenciones. Dos tipos iban en él, estilo militar su corte de pelo y sus ropas civiles.
El tráfico los presionó y tuvieron que seguir. Si giraban en u al final del bulevar (tres cuadras abajo) confirmarían mis sospechas, y así lo hicieron. Cuando estuvieron al otro lado de la calle, a la altura donde todavía estaba yo, desaceleraron y luego continuaron hacia arriba, acelerando.
Me queda escribir, describirlo. Todos en Honduras hemos caído dentro de un acuario lleno de tiburones.
F.E.
3 comentarios:
Fabricio, soy Jorge. Te hago el reparo de dos palabras:
"coaguló" y "adelante"
Hasta pronto...
Hecho, y gracias Yorch.
Muy bueno ....
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