Pueden pasar largas semanas sin horas y nadie habla. Los cimientos binarioss del imperio comienzan a desmoronarse y nadie habla. La silicona se ha pegado tanto a los labios que la sonrisa es como una fruta en el museo de la cera.
Sólo basta una falda corta y los machos comienzan a revolotear y a armar escándalo. Los que nunca hablaron recuperan hasta las lenguas muertas, sumen la barriga y lanzan su mejor sonrisa ochentera, algo que va entre un Rambo enamorado o un Maradona extasiado en un gol.
Avanzan, bailotean, todos sabemos que en el corral high tech se encendieron de pronto las alarmas de apareamiento. Los ojos ruedan por las orillas de los escritorios. La agasajeada cambia el color de su plumaje y esconde las piernas avergonzada. Los machos no tienen kilometraje y pronto se apagan.
Todo vuelve a su curso. Todo era infractuoso. Por unos segundos, el recreo nos recuerda a todos que vivimos.
Comando Undo.
F.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario