No hay dos metros de recorrido que no presente un cuadro para Fellini. Bastaría poner la cámara en la ventanilla y dejarla correr. En ella registrarías a la banda de perros que retozan después del frío, a su amo, sentado en una piedra, con la boca abierta y el hilo de la saliva formando un espejo en su pecho. Luego la cámara te enfoca, mirás por el retrovisor y te ves pasmado, con una frase de Bukowski que de pronto ha hecho del libro un bloque de mármol. Querés volver a leer la frase y no podés levanter tanto peso; las marmóreas páginas ya se metieron en tus venas, y la frase, ¡por la gran puta! ¡la frase: “Sus mentes están llenas de algodón . Se tragan a Dios sin pensar, se tragan la patria sin pensar. Muy pronto se olvidan de cómo pensar, dejan que otros piensen por ellos. Sus cerebros están rellenos de algodón. Son feos, hablan feo, caminan feos. Ponles la gran música de los siglos y no la oyen. La muerte de la mayoría de la gente es una farsa. No queda nada que pueda morir.”
Sigue la Mirada, globular cinta que aprieta hasta llegar al zumo lacrimal. Barberías, estancos, polleras, tortilleras, colegios de secundaría, tiendas de ropa usada, todo apretado en una sóla cuadra, 100 metros planos en el record de los mil negocios en una misma calle. Queserías, puntos de taxi colectivo, hotelitos, parejas clandestinas, asados de carne, secretarías high life, pateritos, gerentes encumbrados, enumerados, parodiados.
Y nada des eso quiere aceptarse, nadie quiere hablar que forma parte del casting, modelo en los grafittis, en la pátina del olvido restregada donde se mean los perros y los deslumbrados por el amanecer.
F.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario