lunes, 27 de diciembre de 2010

Estación Limbo 12: noche de paz

Nada he visto. Nada he visto que no sea un monumento inagotable. Parquedad. Inexorabilidad. Un inmenso juego escultórico para erigir la maqueta del diablo, demonio azul e infantil que satisface su ocio con repulsa.
Tres niños pidieron dinero por semanas para atiborrar de petardos su muñeco de Año Viejo, para reventarlo, para meter en él la malicia del militar y el policía, del cardenal y de las monjas ejecutivas, del político golpista y del androide servicial. Milicia ingenua, pidieron dinero por semanas, al pie de las gradas del peatonal, y nadie, nadie dio ni un centavo.
El obeso muñeco de trapos se inflaba por el viento mientras cientos aprovechaban para hacer su viaje al norte, con una catimplora y cientos de dólares marchitos.

Foto # 1: El obeso muñeco de trapos junto a los niños.

Foto # 2: El caudal indiferente y los niños halando la costura de los pantalones.

Foto #3: Los niños se miran. En Segundo plano, el triste trapo antropomórfico sueña con un corazón de mortero, con unos intestinos de metralleta, con un cerebro de cebollas que reviente como punto y estruendoso final.

De Nuevo, en algún lugar de México, la diáspora es conducida a cautiverio. Sueño con el Ezequiel que saldrá de entre ellos para cantar la nostalgia, el pavor. Sueño con Daniel y no sé interpretar lo que veo. Nada he visto en los leones hambrientos que lo rodean. Nada. El secuestro terminará en massacre y puedo ver en los rostros que voy recolectando en la calle, a los mismos que de un momento a otro dedidirán seguir la huella de los cautivos. Una aseadora con su trapeador en el centro comercial, un mensajero con su moto bajo el semáforo, una recepcionista  intensa de mirada, un pálido cajero, todos, todas se irán para el norte, en un momento cualquiera, sin aviso. Sólo se irán y regresarán en avión pagado, deportados, felices de su primer vuelo, de regreso al vacío.

Los niños están en el pasamanos del puente peatonal. A su lado, el raquítico muñeco de trapo tiene vertigo. Ellos lo levantan en vilo. Piensan en la navidad, en la vanidad, en la dádiva huraña. Pero no hay navidad ni vanidad en el acto que ahora realizan. Hay rabia, hay desilución.

Foto # 4: El muñeco suplica por piedad.

Foto # 5: El tráfico de la hora pico.

Foto  6: El muñeco es lanzado y arrollado hasta sacarle sus viejas cobijas, sus almohadas renegridas, las franelas limpia parabrisas.

Foto # 7: Los niños levantando las manos con el anular erecto: fuck maldita navidad!

Titulares en la prensa mediocre: AÑO VIEJO ES ATROPELLADO EN BULEVAR CAPITALINO.
F.E.

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