viernes, 2 de mayo de 2014

Movilizarse es negarse

No se trata de hacer del desencanto la bandera que se iza cada mañana en la plaza de tu trabajo.  Me he acostumbrado a llegar al pie de las torres y detenerme un instante para contemplar la bandera de Corea del Sur que ondea en su asta. Quisiera saberme el himno de Corea del Sur, pienso. Cantarlo con ceremonia y luego entrar al ascensor pensando que en mi oficina los compañeros me saludarán con la lengua en reversa. Veo desde el ventanal, quince pisos más arriba de la ruta que ayer recorrí con mi hijo para celebrar el Primero de Mayo. Había muchísimas banderas ayer. Quise que mi hijo flameara con ellas. Nos íbamos encontrando con los compas y nos íbamos enredando en el análisis de coyuntura debido, el mismo análisis que siempre termina con un plato de arroz chino y la pregunta del sazón perfecto ¿y ahora qué le espera al movimiento?

¡MOVIMIENTO! les digo, que el movimiento produzca los nuevos liderazgos, que los sindicatos desaparezcan su vieja noción de membresía y comodidad, que lxs diputadxs de LIBRE recuerden que fueron elegidos para llevar su participación dentro del congreso a un nivel que no se conocía, y que ese nivel, precisamente, no sea el de querer conmover a la derecha con las formas más creativas de un club de adolescentes caprichosos. QUE REGRESEN A SUS BASES.


Compramos baleadas, tajaditas y horchata. Escuchamos a Mel llamando dictadorzuelo a JOH y recordé que hasta en esto vamos desfasados. El asunto de la dictadura mencionada queda pequeñita con lo que realmente se va asentando en este asentamiento humano: la más lironda HIPERDICTADURA. Muy caribeña, muy cuarentera, muy smart, muy chafarota, pues. Todas las reglas y obligaciones que el miedo comunica a través de sus medios. Sí. La asfixia económica que se diseñó utilizando los servicios básicos como punta de lanza para que el pueblo regresara de su alzamiento en las calles, de nuevo a las preocupaciones urgentes de casa, a pegar el cable de electricidad cortado, a pagar la coima al del SANAA para que no corten el agua, a rebuscarse para los huevos los tres tiempos de comida... huevo, huevo y más huevo en la dieta ¡una supervivencia hecha a puros huevos!




Estamos desarticulados, compitas -les digo a quienes van a mi lado- pero vale la pena hacer que nos miren, como se notaba a leguas August Landmesser cuando le negó el saludo a Hitler en Hamburgo. Un símbolo el de August, un símbolo al que la aplanadora nazi le pasó por encima, pero que en la foto se quedó para siempre como lo que ahora me parece ver en quienes bajamos ayer desde la Kennedy hacia el Clarion.

Entonces la cosa es negarse -me digo-, negarme a cantar el himno de Corea del Sur, negarme a quedarme viendo películas en casa o al degenerado de Eduardo Maldonado que descalifica hasta a la mula que le dio su primer amor. Negarme a creer que Honduras se fue a pique y que la nostalgia suena a Edith Piaf entre las ruinas de una guerra jamás luchada, negarme a la asepsia de los horarios donde es difícil leer poesía, negarme a la pauta publicitaria de un gobierno que celebra 100 días de estupideces impuestas, de saqueos, de entregas... negarme, August, negarme.

Danke por ese recordatorio!


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