jueves, 7 de marzo de 2013
Chávez: el ismo de un pueblo
El tono de la derecha comienza a subir, subrepticiamente aún, a dos días del sismo causado por la muerte de Chávez. Han iniciado dando muestras de condolencias con la vista baja de la hipocresía y, ya casi en cadena, han continuado "rogando que no hayan actos de violencia en la Venezuela pos-Chávez". Las armas de la contra-ofensiva se aceitan en los noticiarios, las coberturas maximizan la declaración de "exiliados" que afirman el regreso de la democracia a Venezuela por la simple inercia de que "ha muerto el dictador".
Caso patético el de los medios españoles, franquistas hasta más no poder, que le apuestan a una división de intereses entre Maduro y Cabello cuyo fiel de la balanza son unas Fuerzas Armadas Bolivarianas al acecho, unas afirmaciones que el Almirante Diego Molero, Ministro de Defensa de las FAB, hecha por tierra: "El hecho de que haya dolor no significa que estemos débiles, aquí están las Fuerzas Armadas, un pueblo armado, un ejército que jamás volverá a volcar las armas contra el pueblo venezolano".
Una de las fórmulas más usadas de la derecha es la del reduccionismo. Resulta bastante fácil comunicar que el proceso revolucionario en Venezuela era "chavismo", "caudillista", "populismo", y no lo que es en definitiva: un proceso de 14 años en cuyo tiempo se ha permeado hasta los estratos más inimaginables de la dignidad del pueblo excluido. Se intenta, también, reducir los grandes avances socio-políticos a una simplona acusación de "todo lo ha logrado porque tiene petro-dólares", intentando con este mensaje tocar uno de los tabú impuestos por la oligarquía latinoamericana a las pobrerías explotadas: sólo los ricos tienen poder desarrollista, la izquierda es pobre y no puede, por lo tanto -en el maquiavélico retruécano oportunista- usar dinero "capitalista" para la revolución... de esta forma, Chávez, no era de izquierda, y el uso de las riquezas petroleras corresponde a la misma corrupción de siempre. La derecha es capaz de auto-inmolar sus torcidos valores, toda una demostración de su poder de confusión y de su criminal saña con las masas que ella misma ha sumido en la desesperación y la ignorancia.
En los días en que el gobierno cubano anunció el retiro del Comandante Fidel Castro, la prensa mundial jugó de la misma forma que lo hace ahora, ignorando las estructuras que un proceso revolucionario como el cubano ha profundizado. De igual forma, quienes en base a una emotividad exacerbada aseguran que el pensamiento burgués ha sido vencido en Cuba, se olvidan que el sistema capitalista lleva muchos más siglos interiorizado, con todo y sus taras, en la civilización occidental. La creación de un mundo socialista es una causalidad tan pura en su fuerza emergente y tan excepcional en su sostenibilidad en el tiempo, como la atmósfera que rodea a nuestro planeta en un sistema solar lleno de vacíos.
En la Venezuela de Chávez la excepcionalidad ha venido dándose en medio de las correcciones y enmiendas que el proceso permite. Han sido 14 años y las valoraciones internas de la revolución bolivariana han ido desde el marxismo clásico hasta el neo-marxismo explorado desde el mundo sensorial de un pueblo tropical. Quienes hubieran deseado desde el principio la implementación de un sistema comunista en toda regla se hubieran topado con un pueblo que exigía lo que ha construído Chávez: el poder del pueblo en participación masiva. Y así fue que Chávez se hizo Chávez, siendo uno más, como cualquier hombre o mujer de Maracaibo o de Caracas que le hubieran dado una oportunidad de expresar su hartazgo en una plataforma mundial, una oportunidad que de única se fue convirtiendo, gracias a su liderazgo, en múltiples y secuenciales descubrimientos de otro poder, muy distinto al de las teorías, un poder vivo que desbordó las estrategias de la derecha criolla e internacional, un poder que fue haciendo teoría y praxis a partir de su propia dinámica, un sistema ideológico que trae de cabeza a los marxistas de corsette y a los estrategas de la mass media.
El pueblo venezolano se encarnó en Chávez y el hombre fue el comandante de una revolución que ha ido destruyendo las formas para llegar hasta el fondo del espíritu de independencia latinoamericano. Esa rebeldía histórica, esa resistencia que es la tortilla y sal de millones de pobres en el mundo, tan íntima e impredescible, es la que Chávez logró hacer magma. Que Maduro no de el ancho no está en manos de la derecha: está en las manos del pueblo venezolano al que Chávez logró llenar de criterios, de dignidad y de valentía. La contra-ofensiva de la derecha se topará entonces, con un Maduro que, como buen conductor de gentes, sabrá hacer los cambios para acelerar la revolución, aún y cuando le interpongan una avenida congestionada.
La Revolución Bolivariana prevalecerá. Chávez lo supo, vivió para ello. ¡Y claro que era populismo! ya era hora que un pueblo aplicara el ismo en toda su dimensión contra-académica.
F.E.
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1 comentario:
FABRICIO: MUY PROFUNDO , ARTICULADO Y BIEN ESCRITO ANÁLISIS.LO FELICITO.CÉSAR VERDUGA
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