Me intriga la cuaresma. Sonora y suave la palabra, sí, suena a ceniza a marasmo a osezna a una bola de polvo reventando a plasma a carisma a salazma a talesma a muerasma a cuálesmás a cualquier caricia en la espaldesma a cualquier pestañeo de la platesba...cuaresma y la cruz en la frente puede sonar a lo que sea, pero no la entiendo.
Me intriga ese beso mártir, esa señalesma, esa resma de papel foliado con nombres de bautizados con derecho al cielo. Me encuentro filas de personas en los puntos de taxis con un balazo de ceniza en la frente. ¿Qué cosa? ¿Pero qué cosa? Cuarenta días con el diablo ofreciendo ciudades y reinos: Dubai, Sao Paulo, Yokohama y las futuras charter de los ocelotes de América Central. Cuarenta días a puro polvo y lágrimas. Cuarenta días en cuarenta miércoles de cenizas, sin pájaros fénix ni nada parecido.
La gente, entonces, ha restregado su frente sobre las cenizas de la ciudad.
Sólo así me lo explico.
¿Pero qué cosa?
F.E.
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