De Cuadernos de Indiana (México DF,
Literal, 2014)
ajedrez
64 escaques, un tablero. Tú de
ébano ciego, yo de hueso-color. Te mueves en todas direcciones, pero tu
abalorio recibe mi agujazo de hormigas. Los cuadros han medido tu silencio con
un toque de incienso entre tus rodillas; y el peón adivina su salto diminuto
sobre el tablero [PxT]. Tus torres se desladrillan en la diagonal
de su cruz cuando entro en tu mezquita de rodillas [PxA]: aves de
plumaje sin colores vuelan sobre el alfil mientras el caballo en celo revienta
su casco de marfil en el coito de las laderas en ele, en forma de ele [PxC].
Poco falta para el sangrado del cielo aunque lucho y venzo en el enroque [0-0-0].
Son míos el susurro de los espacios, ese jardín incauto, el surco obediente de
la espalda. El empeine de tu pie, a solo un casillero de mi lengua ofidia[PxP4R].
Culpas a la almohada de tus dolores –te ensañas con ella a mordiscos y
lametones–. Pero no has caído en cuenta: somos ya un monstruo de doble espalda
con fuegos de sal en el núcleo [P5D+].Cojea nuestro aliento en este juego de reyes. Mi ariete embiste/ barrena las carnes/ incursiona en la memoria/ se duele en ti/ nos inunda pues tu saliva lo festeja y lo corona –peón por reina–. El surco está abierto para las tablas: nadie sabe de quién es la victoria [PxR++]. Nadie sabe de quién, el jaque mate.
negación de cargos
[con ezra incluido]
Si pequeño y sereno
–inevitablemente yendo detrás del instinto– llegara como un gusano hambriento
a las profundidades del libro. Si en su interior cavara galerías que fuesen
abriendo laberintos de páginas truncas y palabras. Si no viviera en este
tiempo / Si lo hiciera cuando –en silencio– pendía el badajo de mi sexo sobre
una virgen. Si solamente hubiera logrado –como Dios– que llovieran estiércol y
muerte sobre mis enemigos.
Pero mis ojos llevan incrustado
un espejo intransigente. Y el rumor exacto de la danza de aquella virgen se
aleja de la sombra de mi badajo. Puesto que dios se adora a sí mismo y permite
que quien quiera pueda imitarlo. En verdad que el tiempo ha inventado un
cansancio tan habitable como una cicatriz hermosa. Aunque solo puebla sus
páginas un sinnúmero de huellas flotantes.
Jamás he
escrito esto. O creo nunca haberlo borroneado –empieza la fiesta del alcohol–.
Concluyen las muertes ridículas: no veo correr el Jordán por las arterias de
Pound –lo hace con más fuerza por las mías–. Y vuelvo nada pequeño [nada
sereno] a buscar un texto obstinado en su superficie. A colgarme de mi instinto
sin haber cobrado un solo talento.
carpe corpus
Ahora que tus gavetas se vacían de aquellas noches ruidosas /
ahora que el desierto es una página de pústulas que se atoran en esta mi
garganta, las pieles se doblan y se recuerdan como un separador de páginas en
el poemario inagotable de la desolación / porque ingresar a la sangre ajena es
retirarle el seguro a una granada de mano de la segunda guerra que hallas en la
playa de guijarros tatuada en mi brazo en los momentos del amor / porque
ingresar a la sangre ajena es sumergirse en la agudísima helada que sobrevuela
tu huerto y que dura tanto como un buldózer que avanza sobre nuestro lago
congelado.
indiana jones en la calle julián coronel
[cementerio general de guayaquil]
Escuchas los chirridos en el metal de cruces mohosas mientras se
oxida. Y en los socavones, sarcófagos / sarcofagia / fagia de sarcos. El
miedo se te pega a la barba como sudor [las serpientes se encaraman en tus
rodillas]. Nada como la piedra para grabar la imagen / Nada como el musgo para
ahogar la piedra. Pasas inadvertido entre la caliza y el granito. Levantas la
mirada y percibes una buena toma del campamento. Hay algo de la realidad en la
habitación del sueño: el mandil de sangre con que me recibes en cada temporada
de fuegos. Ya que la putrefacción ha llegado a tus miembros, el amor es una
leyenda que crees haber sufrido en el sexo. Si todo poema vocifera un epitafio,
éste también. Porque a la hora de los gerundios prefieres los que habitas...
–el mundo negándonos, y tú desnudándome–
re[s]co[l]dos de vidrio
Sin saberlo Indiana está cerca / muy cerca / más cerca de lo que
pensaba. La imaginé perdida para siempre ––como al arca de la alianza– y llena de inscripciones
sobre su nombre de yesca / y esta columna de humo corintio –esculpida con
mecheros– quema pastizales en mi memoria:
EMPRESA
LISIADA Y POLVO
RESARCIDO [VIRTUAL]
A
MÁS
DE CARROÑA PARA LOS
CUERVOS
Y TRIBU PERDIDA
QUE
AGUAITA MIS NOMBRES
ARRASTRADOS POR
EL
VIENTO IMPÚDICO
IMPREGNADO
EN CUARZO Y
EN UN
AJENO FUEGO
ANTIAÉREO
[AÚN VIRTUAL]
Las zarzas albergan el grito de los pájaros / Y cada árbol es antorcha
verde llena de sonidos en su destierro redoblado / Qué fue del nombre que
sangra restándole volumen al gozo / sino consagración agusanada de mapas sobre
los que sobrevuela –como gallinazo– esa
tu voz hendida y rajada y leporina.
telegrama
de indiana. a tantos de tantos.– En este naufragio sin olas, punto. Quise asentadas las huellas, punto.
Pero no están las lumbres en la pupila ni en el húmedo azogue, punto. Y tanto
ya no están, que en su lugar creció la demencia como idioma cuyas ramas
fabrican una pizarra desbarrancada, punto. Y hallo un zodiaco que se remienda
con exterminios negados a la derrota abierta, punto. Maestría y desamparo en
este calidoscopio de pesadillas acuclilladas, punto. Aunque la amenaza del
bufón sea el crimen más ligado a tu aliento –a la escasez de estas alforjas–,
punto. Extenuados, un par de ángeles oscuros cierran mis ojos, punto. Les ha
dado por medrar conmigo, punto.
onomástica
A HORCAJADAS SOBRE MI NOMBRE, el héroe deshoja planicies pulidas durante siglos por los
gallinazos. Me busca entre plantaciones de tabaco y de pimienta. Y el humo de
su 78 79
cigarro eslabona –como con bloques de lego– diversas figuras: DRAGONES
/ NIÑOS INOCENTES / MUJERES FIELES / YO MISMO / MI NOMBRE [O SEA, SU
CABALGADURA]. Y los bloques de lego –como entre humo– se desploman en
jirones: SERES SIN VÉRTEBRAS. SERES DE HUMO. SERES DE NADA.
aperos de bestia
[evangelios varios]
En el apócrifo canto también pierdes la noticia –no puedes
retenerla–. Ante ti tres cantos pero los extravíos no son una cifra: son los
escalones que transitan nuestros muertos.
I josé cemí, en trocadero/ 162 [capítulos 1 – 5]
1
Omitir la danza en alquiler y dejar de par en par la danza de la
hiedra: parte de la labor de vivir en el equívoco / parte del trabajo de hablar
desde el equívoco. Pensaba así, dudaba si ensillar la bestia pillada al azar
entre la fauna de Maldoror. O si mejor sería degollarme después de haber sido
ensillado con la precaución de un collar de zumaque. No sea que mi sangre
traspase los umbrales con cierta miopía de tiempo. Sobre la explanada, el
arsénico derramado extiende la fama del santuario. Porque del samán es el
mensaje divisado desde las terrazas / Pero la tortura de divulgarlo es de los
ebrios de la ciudadela.
2
En la terraza lujosa se vacía la jaba de ron. Y a su vista la
ruina cobra el volumen fiestero de una sucesión de olas. Pestañear es peligroso,
pero esta mutilación no interfiere la retahíla de los barrios. A la diestra la
Misión Española / a la siniestra el Fortín de la Nostalgia. ¿En qué libro están
escritos nuestros nombres, si Levante y Poniente nos vuelven isla / Si nos
aíslan el amo y su mayordomo?
3
¿De dónde la tristeza? ¿Por qué este portal de fósforo empapado?
/ este cordel con piezas de ropa lejana, si la soledad es la sombra
impertinente del vecino / de su mujer / de la aldea? Tras el ventanuco de tela
metálica, los gritos del zancudo expiran su estado gaseoso / Porque infiel
hasta el soneto, el verso se comprueba preludio de un manglar de muslos
húmedos / de una telaraña en que todo gesto queda atrapado hasta que lo
consumes.
4
La Voz extraviada solicita una madeja para abandonar la oscurana.
Y se adensa en mi rostro una máscara que he sabido ganarme después de que un
puñado de palabras ahuyentara a los gallinazos –que alzan vuelo desde que
descubrieron a Roque Dalton en una plaza de Praga abriendo un instante de
magia: “Oh poesía de hoy: contigo es posible decirlo todo”–.
5
Puebla mis edades un mohín sahara en el que resbalan amores
siniestros / Y baratijas cuelgan del cuello de mis muertos descarriados /
baratijas que nadie ve por la neblina que anega estas buhardillas. Es necio el
informe meteorológico: prevé una larguísima oscurana / Nosotros opinamos lo
contrario.
rememoración
[cfr. historia de la eternidad]
Después de aquella noche –la de
luna preñada, por más señas– en que pronunciamos al unísono el dolor y la
herida en nuestros cuerpos, y en la que anegamos una terrible canción en
ciénagas y resuellos –aferrados, ambos, con los dientes–, me negaste siete
veces.
Recordé los hielos escandinavos.
Esperé a que los lobos engulleran al sol y a la luna y pisé fuertemente el
puente de la nave que me llevaría lejos –muy lejos–. Aquella nave construida
con uñas de muertos y con pretensiones de trasatlántico o trirreme. Sentí la
fuerza quebrada en mis rodillas, un humor vacío en el sexo y dos marcas color
marrón –una en la nuez de Adán, otra en el hombro– que me estrangulaban. Pisé
fuertemente sobre el puente de la nave, la que sería un abismo dispuesto a
abrirme su secreto. Y viajé en aquella nave. Aquella nave pesada como tierra
curada con uranio. Aquella nave construida con mis propias uñas.
De Alzheimer (Guayaquil, Ediciones del M.
I. Municipalidad de Guayaquil, 2014)
cero [00:01]
un resuello
que deshoje las ásperas orillas del miedo / que amenace –como la belleza, o
como este cortocircuito que quiebra mi tórax– desde sus ámbitos hostiles,
encharcados en alcohol desnudo sobre un rostro que se aleja / un resuello de
alcurnia adulterada que me haga sobrevivir a los herrumbrosos hiatos del amor /
y que desvencije la memoria en su lenta deriva similar a lechuguines en la ría
/ uno que contenga los saberes herbolarios de los abuelos, que secuestre este
instante y lo retenga en un eterno presente / que enmudezca como el universo
que contienen estas manos estriadas / un resuello, como el silencio
uno [02:05]
mi cerebro y
yo nacimos gemelos: por qué diablos agoniza mi hermano / no solo es cosa de software: no hay pie quebrado ni hipertexto
que se incruste en esta densa lama sobre las aguas en los días después de mi
deceso –cuando pisas, desnuda, las baldosas en los baños de la soledad– / en
este obsoleto disco duro, ¿cómo desenhebro mi ovillo de neuronas?
GRAVES,
LIGEROS, LOS SEPULCROS EN EL MAR, y una lengua desierta, simple y suspensa en
ligeras plantaciones de peyote trenzado con guaro, va a la implosión en sepias
de un son hipodérmico / me vence el mismo horamen en las sienes, un
trabalenguas que abre trechos con su cháchara de azúcar morena –la inconclusa
banda sonora de una raíz cuadrada– / no recuerdo quién me secuestra / porque
antes yo tenía un oficio, ¿pero qué habrá sido de él?
dos [03:17]
¿y qué
carajos si la canción camina entre hongos luminosos hasta mi nombre, todo
prontuariado? / ¿y qué si despluma a las gaviotas que quiebran la paz de las
cantinas? / bajo su sombra una ola avanza a paso rengo –se abraza a los muslos
de mis húmedas amantes– engulle la ideología de su queda estridencia / sanciona
–con papel de fumar– la sombra de su aliento / no alcanza con que en esa espuma
se incendien mis demencias genitales / y un frágil blues es jodida farsa [bisbiseo]: comparte ese cantar de gesta que
estrena sus sabores en mi lengua / de una farmacia abarrotada con las púas que
gozan ésta, mi carne
tres [04:21]
cuando yo y
el dios que me castra juramos no claudicar jamás en nuestras mutuas maldiciones
/ cuando los hospitales fueron pintados en tonos pastel y luego derruidos en el
canal de mi oído medio / cuando la canción cubría mis hombros con una ventosa
terrible como la de una rémora que besa a una manta-raya / como pieles de una
pieza de caza evocada en cada cópula / la canción supo fotografiar con sus
muñones nuestra porcelana líquida: rezumando, como a un niño muerto, la certeza
que deja yertas las lenguas y las pone a secar en infinitos cordeles COMO
ESTOPA ANTES DEL BESO DE UN TRISTE LINGOTE DE CARNE
cuatro
[05:49]
¿POR QUÉ LA
FANTASMAGORÍA DE ESTÉRILES CELDAS SE ADHIERE A MI ESCRITURA COMO RANCIAS
BELLOTAS DE MAR? / ¿POR QUÉ LA TELEVISIÓN SOLO TIENE LLUVIA RUIDOSA EN LAS
VÍSCERAS? / ¿POR QUÉ OBSTINARSE EN CUESTIONAR ESTE TRABALENGUAS? / ¿POR QUÉ
EMPECINARSE EN CONSTATAR LO ANCHO / LO ESTRECHO / LO PROFUNDO DEL SOCAVÓN DE
ESTA OSCURÍSIMA MINA QUE ES EL LENGUAJE?
cinco [06:24]
aún lastima
el bromuro sedando las terminales nerviosas en que claveteaba los nombres de
mis amigos –las almendras negras de sus rostros– / NO TE RECONOZCO, LECTOR,
aunque argumentas tu frecuencia por estos solares / y algo, en la trastienda,
me dicen, mezclados, en la punta de la lengua, amables, los sabores del
chancho, humeantes, con puré de papas, algo de infancia utópica / salvajes
melodías se me enroscan en el cuello, en las rodillas / y tu necedad las
arrincona en un concierto quebradizo / para dejar perpleja –e intacta– tu
lujuria / para empezar, desde la nada, en CIUDAD DEL OLVIDO
seis [07:53]
mundos de
helio se atascan entre las ramas del mango: ráfagas de superchería se incrustan
en las ojeras de la virgen / y otras, violetas, en las manos de la madre
mientras lesionan los correlatos del vértigo [moscas de tungsteno frustran mi
juicio] / tu estropicio languidece estas pupilas rengas, guardo la noche que
fornicas en el lugar de las palabras desportilladas / IGUAL A UN ÁCARO, SIGO
POSADO EN LA ESTRECHÍSIMA HOJA DEL ABEDUL, DONDE PASADO Y PRESENTE SON EL MISMO
/ allí, donde las hembras insinúan su tortura fresca [los peligros de mirar el
fuego] / ¿a quién sirve el volumen de la palabra?: la ciudad dejada atrás,
partida en dos [el cuerpo, auditorio de memorias] Y LOS HABITANTES,
RECONOCIÉNDOSE ENTRE SÍ POR LAS SÍLABAS QUE DEFORMAN SU LENGUA
siete [20:18]
ésta es la
grosera lectura de la palma de mi mano: la agrimensura de los paisajes leídos
atestigua mejor el regocijo de los países que carecen de paisaje –EN MI MANO
HAY LÍNEAS DE TIZA CON SILUETAS DE LOS AMIGOS QUEBRADOS POR EL SICARIATO– / y
en la garúa, retaceada como los tubos de un órgano imposible, se orillan las
réplicas de un terremoto difícil de domesticar
la alarma
digital del espejo mezcla la magia y el lenguaje, pero mis mitades luchan entre
sí por la hegemonía –una voz clausura los números de magia de la televisión– /
ahora que la magenta espuma del mar amortaja a los que están debajo / arriba /
a los lados / ahora que guardas el oficio sagrado de mis nombres muertos
ocho [13:55]
cuando la
sombra del pulpo viene de un sauce todo florido de mariposas negras, otra
sombra se viene en frente en ondas circulares y me invita a jugar ajedrez /
cuando mis huesos levitan su taquigrafía en una casa que es la de la infancia
pero también es la de un hosanna petrificado / más allá me asaltan la apertura
española, la defensa siciliana:
– ¿cuántas veces el fuego, si este náufrago olvida su
oficio de huesos quebradizos? / ¿dará otra vez el paisaje con la mirada, ahora
que el mes más cruel ya no lo es / ahora que el año entero es un calendario
mafioso y empinado que me despotrica su remolino?
– nevermore
De Mea Vulagatae (Arequipa,
Cascahuesos, 2014)
crónicas 1 – 7
11 si mucho antes de nacer
fui mousseaux. si el abuelo cascarrabias se hartó de ordenar para la aduana las
letras de su nombre / las de sus costillas / las de su entera fantasmagoría.
[ABUELO: tu rostro borroso como
mancha trazada con mi dedo infantil y grasiento sobre esa fotografía de cuerpo sepia
y bordes rumiados por el terror]
2 si el paquete accionario del cuerpo –anegado
en pentotal sódico– traquetea aquí abajo, como allá arriba los truenos
desbocados.
3 será entonces su voz como el océano abisal,
que me lleva sin que me dé cuenta hacia lo profundo, hacia el lugar donde no es
delicado perder[se].
4 y la luna, como una hostia, entrará por mi
boca y barrenará poco a poco mis vísceras hasta la mitad / entre matisses y
klimts a medio digerir; iluminará –ariete de pájaros que picotean mi voz– esas
autopistas interiores hasta nacer de nuevo, rasmillándo[se].
5 si la primera vez que vi
al abuelo cascarrabias fue en una foto de la crónica en la prensa, fue porque
las ratas acabaron a dentelladas con la paja seca de la infancia.
2abismo
y ceremonia
…tus refranes
me hacían reír
w. colón / h. lavoe
1zoila me mira desde su
tiempo con sus retinas pertinaces. y en cierto punto de su letanía, mi infancia
camina desyerbando su respingo.
2 escinde –como un afilado ecuador– las
plantaciones de almácigo y avanza entre esos hemisferios que son pastizales a
siniestra y diestra, en ondas concéntricas como trigales chamuscados por naves
que nadie vio jamás.
3 ahora que esas retinas
pertinaces suscitan la oscurana / y las ventajas infinitas de mi caos / y la
tempestad de bach en mis oídos.
4 ahora que se despereza la hiedra de menta que
ortiga mi sexo y se descuelga como una ordenanza de plata, también pertinaz.
ahora –y solo ahora– los prodigios de la química se hacen lugar entre los
clorhidratos y los anhídridos.
5 nunca es la misma la reacción de los
elementos. perozoila me mira desde su tiempo con sus retinas pertinaces que
prolongan su historia más allá del tiempo en que fue madre de mi madre.
13 si añades
callejones de música a las galerías que excava el gusano en la fruta enmohecida
que es esta carne / si le dieses pasos al juguete que marcha al son de la pulpa
muerta / y una voz que rememore / y un reflejo que las aguas se lleven tejido
como en un raído tapiz medieval.
2 si el clarín opaco que guardo bajo la axila
me obligara a naufragar en el fondo de los espejos, cuando el deseo husmea su
propia cloaca y se muerde la cola / si resbalara como una piedra por el
ideograma de tus canciones niñas / y solo pudieras amacarme entre tus
costillas, como a una promesa recién nacida, zoila.
14 puñados de tierra
clausuran la bullaranga de esta mi fogata particular.
2 un espejo entre nosotros
crece revistiendo la progresión de la sangre / deteniendo la travesía de los
emisarios de la fiebre en mi país.
3 amaría tener posesión de tu nombre / hincarle
una pica con su estandarte aún entero, mientras deambula por la pátina del
invierno.
4 piaras desbocadas avanzan entre los brazos de
la muerte que sigue su curso hasta plegarse una y otra vez, semejante a un ojo
encerrado en sí mismo.
5[en la desnudez de la
piedra pómez, VARÓN
QUE HAS ENGENDRADO,
se resuelve el fósil de la pluma]
6ebrio,
más ebrio, decías tú, por haber renegado de la embriaguez. curador de la galería que
habito, curador ensillado bajo las mismas lámparas que me inocularon la
intrusión, la errancia, la tortura de la piedad.
7 aquí, en las seniles provincias del alba. a
la hora de las lápidas agotadas con la extranjería de los pordioseros, aún te
nombro.
15 en el signo del hábito
está el cieno que un crepúsculo esquizo expone en su vidriera / y yo me encargo
de sus amarras por tu nombre de lianas y perdigones.
2canción
de aurora
[tu país es, por extensión,
el extenuado y terroso nombre de tu
madre]
3madre, es
holgada la noche y tus vísceras plateadas por la luna son un mapa de
andurriales eslabonados entre sí y desplegados hasta convertirse en salmos
raídos y discretos.
4 madre, es holgada la noche y hasta los
pájaros se alzan de hombros ante mis palabras / éstas que se desvanecen a tus
pies igual que las aguas del hudson -que son las mismas aguas del guayas, y las
aguas del yangtsé y las del zambeze-.
5 madre, es
holgada la noche y, cantando lo que hago y bailando lo que no -al estilo de
cummings-, reconozco algo sabio en tus vísceras plateadas por la luna / y
admito que nunca había hurgado en ellas como debía / nunca había hurgado en ellas
ni en su mapa ardoroso como una colmena en ayunas.
6madre, es
holgada la noche / y mientras transpiras halos viscosos – confusión,
luminiscencia–, en esta noche, me sitia -sin secreto- tu recuerdo como un tsunami que me abisma y me tumba en
riberas de cobre y sacramentos de agua salada y paisajes decapitados que llegan
a tatuarse sobre esta ósea canción.
7 aún cuento con los viejos recursos –de algo
me sirve el deus ex machina–: aurora está conmigo, siempre.
16 porque germina entre mis
humores una goleta en los ojos del color preciso. germina una flota completa en
esos ojos terracota oscuro irisado # 3 –yanbal dixit–. son los ojos de andrea.
Y en su tono hay más muerte que en la amañada mirada del caimán.
2 trampas en número par, cenotes a los que me
dirijo / camino hacia ellos por el puente de borda de la goleta insignia / de
la chalupa indigente / de una hoja de mangle que flota sobre el estero.
17 oscilan las verdades,
rebanadas en juliana. y cuelgan de las ramas del sauce llorón. te asomas al
alcohol y a las astillas quebradizas de su pathos. te asomas al sonido que hace
la arena cuandoolgamaría la recorre.
2 y alojadas esas mañanas
claras en nuestras sienes, como navajas radicadas en su mejor tiempo, y
haciendo su fuego helado en cada claro y pliegue de tu cuerpo:
en éste
en
éste
y en éste
también.
3 a la tormenta le debo estas pupilas
confitadas que siguen un tren cargado de betún repleto desde el cabuz hasta su
locomotora. también es de la tormenta laespera, ese género literario en
que los oficiantes aguardan para pulir sus desnudas palabras con neurosis
interminable. y es del tiempo en que soñarte y verte duplicada en el espasmo de
los espejos son la misma cosa.
18 crónica
postrera del abismo/ elecé
tu mirada,
padawan, deja en mi frente un hilo de plata como el llagado rastro del caracol;
descarrila, doméstico alcanfor, los vagones y el cuarto de máquinas de este
oleaje que danza renqueando piel adentro. se aproxima al proyectar desde sus
torreones un axioma que habla de barcos fantasmas y riberas que presienten la
pátina en su humedad, como labios –si tu oído prensil captura el canto de la
ballena en sus trabajos de apareamiento, los vahos del umbral escriben a fuerza
de promesas un magullado cantar de gesta–.
2 a veces, la chamusquina
ronda entre pavesas que des/tejen una telaraña fosforescente –con gotas de
mercurio que semejan el rocío–. a veces, atragantado con la gorga, o con la voz
envuelta en escayola, no logro progresos a la hora de desmadejar estos
laberintos –laborioso me resulta impedir la combustión de la yesca–.
3 el abismo te trae el EXPERIMENTO:
[mira a tu hijo
recién nacido durante unos instantes / retírale la vista de encima y ahora haz
rodar los ojos en el hueco de tu pecho / quítale el número que pensaste: a eso equivale el vacío duro]
4 pero el relato de elecé
vuela como una gárgola que custodia los días y las noches / de ruido blanco se
trueca en voz anclada con metálicas raíces a mis vísceras, y zarandea las
espadañas de mis lagos en una consumada alternancia de luz y oscurana que hace
resonar estas opacas palabras de cristal:
larga es la espera, no he terminado de soñar contigo.
19
crónica postrera del abismo/ javiera
porque la culebra que hay en tu
sonrisa me hinca los caninos en la nuca desde que tus miedos se confunden con
mis miedos / los que se balancean pendiendo de los algarrobos con estrías
infinitas que crecen por la noche.
2 porque tú y yo apenas
intuimos ese idioma, pero hablamos con sus dolores
3 porque un sol de papel
incinera –con la punta de sus hielos– al bosque demacrado, pero aun así los
dinteles del espejo me subsumen junto a esos otros relatos de la sangre /
porque hay varias versiones de la llama en tus ojos, los que diagraman el plano
de una cárcel mística / sencillamente porque
tú / Y sé que te acosa el terror, y te digo: “tranquilidad, te espero en
el lenguaje” / “Ya te he alcanzado en el lenguaje”, me dices, “entonces, ¿por
qué el terror sigue aquí?”
eclesiastés
1 – 5
1 1 un ave extinta que vuela
sobre mi cabeza extiende su sombra también sobre mis brazos/ también sobre mi
pecho/ también sobre mi sexo.
2el
viento barre este polen de luz que cubre hectáreas enteras en los feudos de la
promesa. 3 mientras sigue estática la coreografía de las acacias, un ave
extinta me dice:
EL CONOCIMIENTO GENERA
TRISTEZA.
1 2 greta garbo me hizo creer con los
malabares de su mirada que un corazón alcanza a saltar como un trapecista sin
red dentro del pecho, que arranca aplausos / chispas de pedernal / de himnos
escritos al crepúsculo mientras dura su función.
2 el mundo no es el mismo después de una ronda
de cervezas / porque el mundo no es el mismo después de la soltura, el grito,
la adrenalina / y el mundo tampoco es el mismo después de un verso / debido a
que el mundo sencillamente no es el mismo.
3
el ántrax, como un resorte inalcanzable, cubre de hiedra ese corazón y nos
damos cuenta de que no hay redes para detener su caída.
4 y la caída subsiste al tatuaje de humo que te
luce justo en medio del exilio, y que no intenta morigerar para nada esa
campesina juventud que te queda.
1 3 te ofusca el ritmo impuesto por
saxofonistas acodados a la vera de tu mirada, entre un espinoso follaje de
palabras y aquella pregunta que nos punza con un cuchillo oxidado que descubre
que hurgar en tu garganta es mejor que preguntarles a los caracoles:
¿ESCRIBIR
O
VIVIR?
2
y las hojas de tabaco me dicen lo mismo: IDOS MUCHO, PERO MUCHO MÁS ALLÁ DEL
CARAJO.
4 las moradas
1 la página.
la página en blanco. nadie sabe qué habrá al final, después de que el escriba
se incline sobre la página en blanco. nadie sabe si será un lucero o un sauce o
el escriba quien destruya la página blanca y la manche con un coro de hormigas
que demuestre lealtad ante la garúa.
2 cuando la
palabra se centra en el ojo, se quiebran los espejos y los prismas son un arco
- iris perfumado en plena combustión con la voz de la tragedia.
3
cuando la palabra tatúa la fuga del
pájaro en el ecuador, se derrumba el altar de la tarde y cae de mi mano [las
improntas de la sangre y el fango se mezclan en las mismas lánguidas agujas].
4 cuando la palabra se aloja en la página en blanco,
la incendia como a una pradera de paja seca. y allí, entre flamas / bisontes /
lívidos pieles rojas y sus manadas de caballos, zigzaguea un tren en cuyo cabuz
llora el escriba.
5 viendo con las manos, escuchando con los ojos. y
mi sombra, como un dodó herido y jadeante, avanza tambaleándose hasta abrevar
en el canto cercano. y de nada me servirá mi sombra paramera si no recupero mis
ritmos con nombres nuevos que drenen esta patria de palabras.
6 un coro de hormigas dispuestas con torpeza y que
el escriba atraviese como a un túnel. es todo lo que quedará de la página en
blanco.
7 en las puertas de la música, la ceremonia
invadida. custodiada con armellas, la página en blanco guarda un horizonte que
se escinde en b/n.
8 el escriba
dice cenizas a nuestro oído. y desnudos, enarbolamos la vigilia desde nuestro
único ojo. desnudos, con el rostro oculto por máscaras que tallamos en madera
recogida en largas caminatas a lo largo de la playa.
9 en las
calles solitarias, el santo edicto del lugar común.
1 5
anulación de las certezas
se
va borrando la noción de tus viajes:
2
si escribes, verás borrado lo escrito / si labras una voz, te ligarás a un
clímax cadavérico que no se parece a ningún otro.
3 a que no me matan antes de las cinco.
4
pisando una vereda gótica me pregunto si mi padre o mi abuelo habrán pisado esa
misma vereda gótica [los gusanos de temporada traducen mi falsedad y el
corredor techado que lleva a mi casa de viento].
5 no tengo clara la noción de la muerte: solo
sé que es el lugar donde se agota el estremecimiento.
6 menos mal que desconozco lo que escribo.
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