Cada dìa un nuevo plan.
Regresar río arriba, a contracorriente de los árboles talados por la inmensa sierra del horario.
Salto de una rivera a otra y todo se va acumulando en la sorpresa de verme, equilibrista magnético, con el libro de la selva rehaciendo el descombrado.
Los troncos se van apretando y alzándose alrededor de mis pies. La corriente los empuja y sin saberlo, forman un dique de amplias luminiscencias, una pared para roer, agua y clorofila empujando, empujando.
En unos minutos todo se probará demasiado frágil.
Arrastrado por el estruendo, estaré de nuevo en la transparente cárcel de burbujas.
F.E.
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