Los textos a continuación, los escribí para dos exposiciones fotográficas realizadas en Tegucigalpa el pasado marzo 2017.
Dos textos
curatoriales, fotografía CAC-UNAH, marzo-2017
Urbanimales: luz de nueva especie
Christopher
Alexandré afirma que es más fácil
construir ciudades que vida urbana, y de ahí, que la mirada de Samuel Erazo
en esta muestra, se dirija -por sobretodo- a los deshechos acumulados de esta
vida urbana ausente dentro del horror
vacuii de Tegucigalpa.
La
organicidad, tan vital entre habitante y ciudad, adquiere en cada fotografía de
Urbanimales,
la especificación forense de órganos expuestos, un inventario de las patologías
visuales a la que se enfrenta una ciudadanía inerte, sobrepasada o simplemente
excluida de la idea de un espacio público. La atrocidad de semejante despojo se
lee aquí desde la laberíntica escritura de una luz enferma que, haciendo uso de
la interpretación digital mixta, hace emerger la pátina sangrienta de la
violencia “que se respira” día a día.
A contravía
de la idea funcional de la postal turística, Samuel Erazo va en busca de otra
luz más allá del resplandor cívico, a contraluz de la promoción constante para
las celebradas inversiones infraestructurales. Todo lucha en sus imágenes, cada
espacio es disputado con fiereza y el aquelarre supera la lírica ideal que
Lefevbre pensaba para toda ciudad humana: el uso de la ciudad es la fiesta. No
hay algo parecido a una fiesta en el abordaje que Samuel Erazo realiza en su
fotografía, a menos que esta fiesta haya adquirido el frenesí bizarro de lo
orgánico en descomposición generalizada.
Asistimos,
entonces, a un golpe visual simultáneo donde la imagen captada en una
corresponsalía íntima e incisiva, implosiona en cada mirada que intentamos dar
y donde, paradójicamente, la modernidad anunciada vino a significar la
destrucción espacial y anímica de una sociedad que no alcanzó su etapa pre
industrial pero que, dentro del portento mediático, consume el deshecho de las
lejanas industrias globales.
In Concreto, o el tótem emergente.
Cuando se ha
impuesto la organización irracional del paisaje cada línea racional que
despunte se vuelve espejismo o tótem. Las edificaciones que van surgiendo en
medio del caos hunden por igual con su peso concreto, desplazan como si en
lugar de una corona de oro, Arquímides hubiera utilizado una inmensa pintura de
Mondrian para revelar lo falso.
Gabriela Fú
en su muestra In Concreto se concentra en el rítmo -atípico para esta ciudad-
que sube o crea florituras dentro de la pisquis de quienes lo perciben casi
como un misterio que llega desde una verdad apenas intuida. ¿La verdad? La
estructura, el edificio que aparece de la noche a la mañana luego del dilatado
sueño de nuestro sub desarrollo urbano. La confrontación con estas nuevas
realidades habitables es tan fascinante como la que sucede frente a un tótem,
punto de fuga del desconcierto, monumento a nuestra intriga.
Y es que en
la precariedad urbana toda edificación reciente se convierte en nomenclatura
direccional, orientación hierática por la cual la ciudad simboliza y adquiere
estatura y conciencia, desde lo parcial a lo global, desde lo elemental a lo
total, desde lo relativo a lo absoluto, no sin dejar de irradiar cierta
perversidad respecto al paisaje circundante.
In Concreto, de Gabriela Fú, reúne las piezas
del lego en la ciudad fragmentada a todo nivel y, propone con lenguaje plástico
armonioso, la ruta psíquica que ayudaría a establecer una urbanidad funcional
en lugar del estorbo civil monumental donde las calles -y el espíritu humano-
dejan de fluir.
Fabricio Estrada
Marzo, 2017
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