El termómetro que levantaron
al pie de las gradas en Torres Metrópolis se alza como un centinela. Inconmovible sigue errando en
su medición. Desde el comienzo del verano en marzo marca 34 grados centígrados.
Un día la temperatura bajó y nos dimos cuenta que estaba funcionando mal, que
se había quedado en marzo con todo y sus fuegos.
Creo que lo hemos
subestimado. Algo está mal en nosotros y él lo percibe.
Acostumbro a leer las notas
rojas desde que descubrí a mi prima muerta y alguien arrodillado ante ella. Era
mi tío, su padre. Pasé con rapidez las hojas pero retrocedí hacia esa foto,
desandé alrededor de 10 páginas porque algo me quedó vibrando en el rabillo del
ojo, como un tic de esos que me hacen creer en un rompimiento de la matrix. Era
ella ¡cómo no lo pude ver a la primera! Un sicario llegó y frente a su pequeña
hija le disparó, así sin más. Desde ese impacto repaso cada nota, aunque me
duela a diversidad de los múltiples asesinatos. Pareciera que los asesinatos
son hechos por asesinos aburridos pero excitables a la hora de romper la
rutina.
¿A qué le temen? Me pregunto
¿A qué le temen los sicarios? Existen estudios sobre la psicología criminal que
apunta a que el ser humano tiende a evitar las peleas cuerpo a cuerpo y que, en
esa supervivencia darwiniana de no provocar su extinción personalísima, lo que
ocurre son una serie de fintas y golpes disparejos, timoratos. Prefiere matar
de lejos, el ser éste que somos. Disparar de lejos y luego huir, así como se
mira en todos los videos que la policía filtra de las cámaras de vigilancia en
las calles. En ellos se ve cómo los sicarios corren cuando la víctima decide
enfrentarlos. Estos mismos estudios sugieren que los graves asesinatos y
genocidios son provocados por “una huida hacia adelante” de los miedosos, de
los que se sienten vulnerables y acosados. Es decir, no se huye hacia atrás,
sino que entra en juego una furia patológica siempre latente que hace ir hacia
delante y asesinar, desmembrar, aniquilar.
¿A qué le temen los asesinos
en Honduras? Hace tres días un hombre mató a machetazos a tres niños en el
departamento de Cortés. Los esperó en un piñal y se les fue encima aprovechando
la noche. Celos del muchacho mayor, especulan los investigadores. Crimen
pasional. Esta atrocidad sucede en momentos que se denuncia a nivel internacional
que en la frontera de Estados Unidos hay centenares de niños detenidos por la
policía fronteriza estadounidense. La mayoría de ellos son niños y niñas
hondureñas que huyen solos o acompañados de sus padres por la dantesca
situación del país, un territorio que día a día recibe una matanza y que
informa, por igual, que viene aumentando el número de casos de niños muertos o
heridos en el fuego cruzado, por no hablar de los miles de niños y niñas que
han quedado huérfanos, a la deriva de las corrientes migratorias.
Salgo a ver el termómetro
junto a las gradas. 34 grados y todos usamos abrigo en esta mañana de frío, de
neblinas y de lluvia real en pleno junio. Todos lo miramos de reojo. Miramos de
reojo la nota roja y el termómetro.
Sabemos, muy en el fondo, que ese
termómetro mide en realidad la temperatura corporal de nuestra fiebre social.
F.E.
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