Rusos examinando el mueble donde se suicidó Hitler, 1945.
En la otra vida, Adolf pasea en su bosque estampado. Tan pequeño se hizo que ahora puede darle la mano a Federico el Grande y acariciar el pelaje de su caballo fantástico. Los rusos buscan al otro Adolf y se equivocan. Lo buscan de su estatura pero Adolf se ha hecho una fina costura, una floritura imperio, una lluvia roja que salpica el piso. Era inflamable Adolf y ahora ya no lo es, pero los peritos rusos no lo saben, pueda que la lluvia roja tenga todavía algún tipo de octanaje y esa vela esté demasiado cerca. Friedrich no es Friedrich y el caballo fantástico no se asustó con el trueno. Friedrich es Adolf que siempre quiso una chaqueta con bordados prusianos y un sombrero de caza elegante.
Bonito paraíso al que te fuiste, Adolf. Prístino Wallhala tapizado en el fondo de un bunker.
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